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El ‘loco del mar’ que vive entre tiburones

En una inmersión, los turistas y los aficionados al buceo pueden tener aproximaciones cercanas a dos y hasta diez tiburones de arrecife, que llegan a medir 1,6 metros.

En una inmersión, los turistas y los aficionados al buceo pueden tener aproximaciones cercanas a dos y hasta diez tiburones de arrecife, que llegan a medir 1,6 metros.

Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO

Felipe Cabezas, sanandresano raizal, dice que 'el tiburón manda la parada en el agua'.

“A mí todos los días me dicen que estoy loco porque nado con la fiera del mar, como todos lo conocen por acá. Pero lo único que hago es mostrarle a la gente que estos animales no son lo que han visto en películas y que no son agresivos ni comen gente”.
Así comienza este raizal de 57 años a hablarles a dos argentinas, un alemán, un francés y a una colombiana que han venido hasta la isla para tener la experiencia de bucear con tiburones.
Es tanta la afinidad de Felipe Cabezas con los escualos que dice sentir una energía especial cuando está con ellos. Percibe algo en su forma de nadar, los mira a los ojos... y no sabe cómo explicar esa sensación cuando se dirigen hacia él.
“Siento como una vibra diferente, los miro y a veces los toco para que se alejen del grupo –dice–. Yo estoy tranquilo, yo sé que no van a hacerme nada; ellos son como los perros y los gatos cuando unos los pisa. El perro lo muerde a uno”.
Con una sonrisa pícara, mientras relata cómo fueron sus inicios en el buceo, afirma que tiene tres mujeres y que no sabe por cuál comenzar.
A su lado está Emidia Mejía Espitia, una amiga a quien mira al tiempo que dice que tiene muchas pretendientes: “Así como esta negra hermosa”.
Su esposa, a quien conoció en Bogotá en unas prácticas de natación, asegura que no le da miedo que su esposo nade todos los días con tiburones

Su esposa, a quien conoció en Bogotá en unas prácticas de natación, asegura que no le da miedo que su esposo nade todos los días con tiburones

Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO

“Yo empecé a bucear antes de nacer; uno cuando está en el vientre de la madre se la pasa todo el rato buceando. Cuando nacemos, a algunos nos sigue gustando bucear y a otros, no; a mí me encantó, y por eso lo seguí haciendo”.
Antes fue pescador, lo hacía a pulmón. Salía a pescar con sus hermanos y uno de ellos le enseñó a bucear con tanque. “Me dijo que tenía que respirar todo el tiempo y si me entraba agua en la máscara, debía soplar por la nariz y sostener la careta hacia arriba –recuerda–. Íbamos a pescar langostas. Eso fue como cuando tenía unos 20 años”.
Es que es tal la conexión de este veterano de los mares con el agua que hasta afirma creer que en otra vida debió ser un tiburón, y de ahí la afinidad que tiene con esta especie.
Coni Saravia, una argentina que viajó a Providencia con el único objetivo de poder nadar con tiburones, afirma que lo volvería a hacer y que Providencia es un paraíso para realizar esta práctica.

Coni Saravia, una argentina que viajó a Providencia con el único objetivo de poder nadar con tiburones, afirma que lo volvería a hacer y que Providencia es un paraíso para realizar esta práctica.

Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO

“Me gusta el tiburón por el movimiento, por el miedo que infunde, por el respeto que inspira. Es el animal que domina, maneja y manda la parada en el agua”, dice este hijo del archipiélago, que cuenta a quien quiera oírlo que su madre engendró capitanes y pescadores, y ahora uno de los nietos es el mejor apneísta de la isla.
En defensa de sus amados tiburones, dice: “La gente dice que son animales salvajes, que solo comen gente, que estamos locos... Eso me lo dicen todos los días. Pero llegan con ganas de verlos. Llegan con miedo, pero los tranquilizamos; llevamos 8 años buceando con ellos y nos hemos dado cuenta de que son muy tranquilos. Para mí son más locos los que caminan por las calles de Bogotá”.
MAURICIO MORENO
Reportero gráfico de EL TIEMPO
En Instagram: @mauriciomorenofoto
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