"El campo es algo espectacular. Tenemos que quedarnos en el campo porque, si nosotros no nos amañamos en el campo, ¿qué va a ser del campo?”, dice Daniel Muñoz Arias, estudiante de grado quinto en la Institución Educativa Agua Bonita de Manzanares (Caldas).
Esa es la idea con la que se está formando gracias al programa Escuela Nueva, un modelo educativo para las zonas rurales que construye sus contenidos en diálogo con los alumnos y sus comunidades.
La iniciativa del Comité de Cafeteros de Caldas, con el apoyo de 18 aliados entre los que se destacan la empresa de energía Chec y la Gobernación, celebró ayer sus primeros 35 años. Lo hizo con un foro llamado, precisamente, ‘Empalme generacional para el campo’.
“Toda la formación está orientada a técnicas agrícolas, al amor por el campo. Queremos que los muchachos vean el campo como una verdadera oportunidad; no que se queden allí por obligación, sino que lo hagan en condiciones mucho mejores que las que tuvieron sus papás”, explica el director ejecutivo del Comité, Jorge Hernán López.
Así mismo lo considera uno de los egresados de este modelo en Samaná, Edian Osorio Quiceno. “Sin Escuela Nueva, es muy difícil incluso completar el bachillerato porque estamos en un municipio lejano del departamento. Hace unos años, llegar al nivel universitario era una idea loca”, señala.
Hoy, él es técnico en formación e implementación de proyectos y tecnólogo en gestión agropecuaria, gracias al programa Universidad al Campo, con el que las principales instituciones de educación superior de Manizales complementan la fase de básica y media que cubría el proyecto inicial.
Antes mis papás no sabían algo, entonces yo les enseñaba un poco de seguridad alimentaria, sociales, todas las diferentes materias
Además, aplica sus conocimientos administrando su finca de 4.000 árboles de café y asesora a otras comunidades con el Comité.
Desde 1982, Escuela Nueva ha tenido más de un millón de beneficiarios y ha ofertado dos millones de cupos en distintas modalidades. Ya se ha expandido a otras zonas del país y solo en Caldas tiene 37.745 estudiantes matriculados en educación básica, 4.202 en media y 4.822 en terciaria.
Algunos, como Daniel, empiezan a tener impacto en sus familias desde niños. “Antes mis papás no sabían algo –cuenta, con la elocuencia de un experto–, entonces yo les enseñaba un poco de seguridad alimentaria, sociales, todas las diferentes materias”.
Para él, el programa “es un método muy bueno y una oportunidad gratis que tenemos que aprovechar al máximo”.
MANIZALES
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