Una denuncia por olores nauseabundos en el cerro de Monserrate, en Bogotá, llevó al descubrimiento del asesino serial más reciente en la historia de Colombia.
Era noviembre del 2015 y unas personas que armaban cambuches en la loma del cerro alertaron a la Policía de unos fuertes olores. Al llegar al lugar a inspeccionar se halló el cuerpo, en descomposición, de una mujer. Estaba enterrado en la zona en la que vivía Fredy Armando Valencia Vargas.
“Fue capturado de inmediato y en ese momento les dijo a las autoridades que el cadáver de la mujer que habían encontrado cerca de su cambuche no era el único”, contó Belisario Valbuena Trujillo, especialista en perfilación y análisis de la conducta criminal. “Admitió de una los asesinatos porque es narcisista, porque, como todo asesino serial, es una persona que se siente superior”.

‘Monstruo de Monserrate’, el asesino que dormía junto a sus víctimas
Fredy Valencia
'El Monstruo de Monserrate’


El hombre

En muchos aspectos, la vida de Valencia Vargas sigue siendo un misterio. Se sabe que nació en Bogotá, que tiene 36 años y que vivió en la localidad de Kennedy, en el suroccidente de la capital colombiana.
Durante su adolescencia era muy irritable y a los 14 años entró a una academia de artes marciales para manejar impulsos y actos de violencia, contó Alejandra P. Serrano Guzmán, periodista, especialista en sicología jurídica y quien investigó la vida del hombre.
Se graduó del colegio Rafael Uribe Uribe y alcanzó a estudiar 4 semestres de Ingeniería Industrial. No obstante, el consumo de drogas lo fue sacando de su hogar y lo convirtió en un habitante de calle.
Quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre solitario, de pocos amigos y con un carácter fuerte.

El asesino

Al dejar su hogar, Valencia Vargas se instaló en el cerro de Monserrate, donde montó una vivienda improvisada.
Empezó a frecuentar con más regularidad zonas deprimidas de Bogotá, como La L, el Cartucho, Cinco Huecos. Allí, se acercaba a mujeres adictas a sustancias sicoactivas.
“A través de engaños y manipulación, que es muy propio del asesino serial sicopático, les ofrecía, a las mujeres comida, techo y abrigo y las llevaba hasta su cambuche en Monserrate”, narró Valbuena.
Una vez en la zona del cerro, asaltaba sexualmente a las mujeres y después las asesinaba mediante asfixia mecánica.
“El tema del abuso sexual, en el caso de Valencia Vargas, pasaba por la excitación que sentía por dominar, por controlar a su víctima. Eso era lo que él más disfrutaba”, añadió el perfilador y analista criminal.
Miguel Castellanos, periodista y quien cubrió el caso cuando se hizo público, tuvo la oportunidad de entrevistar a dos miembros de la Sijín que investigaron los asesinatos cometidos por el ‘Monstruo de Monserrate’. Ellos le contaron que el asesino aceptó haber practicado necrofilia.
“Valencia Vargas les contó a los investigadores que recordaba muy bien donde había enterrado a las víctimas, pues cuando le daban ganas las buscaba, las desenterrada y las accedía nuevamente”, dijo el periodista.
También recordó que el asesino les había comentado a las autoridades que los homicidios que cometió fueron para que no se corriera la voz que en Monserrate había un hombre que abusaba de mujeres.

La razón

Siempre trató de respaldar sus crímenes diciendo que habían sido producto de la mala relación con su madre, de una novia que le hizo daño y del rechazo que le hicieron sentir las mujeres durante su vida.
“El hecho que asesinara mujeres tiene que ver con una necesidad de mostrar dominio, de someterlas, de humillarlas”, argumentó Valbuena.
No obstante, el experto dejó claro que esas justificaciones que dio Valencia Vargasno son más que un truco.
“Son racionalizaciones propias del sicópata criminal. Con eso buscaba ventajas judiciales, conmiseración del público que lo escuchaba. Es más, a nivel general, los asesinos seriales dan razones para justificar la cantidad y la calidad de los crimines que cometen”, complementó.

La investigación

Cuando fue capturado, Valencia Vargas dijo que tenía una ‘colección’ de mujeres y fueron encontrados ocho restos óseos en una fosa, aunque las autoridades creen que son muchas más. Dentro de los cuerpos no hallaron ninguno de una menor de edad.
“El sujeto entregó una fosa, pero le afloró una especie de ‘consciencia forense’ (todo lo que hace para no ser perjudicado judicialmente) y decide callar: no entrega más fosas, las búsquedas no arrojan nuevos hallazgos”, manifestó Valbuena.
Durante la indagación de las autoridades, negó que hubiera accedido de forma violenta a las mujeres, dijo que todo fue consentido y no se allanó a ese delito. Tampoco confesó ninguna víctima menor de edad: sabía que de hacerlo su pena en prisión sería mucho mayor.
También negó la necrofilia, “aunque ese delito no constituiría nada grave, pues en Colombia el irrespeto a cadáver no es algo que de una pena considerable de temer”, señaló Valbuena, quien tuvo un acercamiento con Valencia Vargas por su labor de perfilador y analista.
“Tuve un acercamiento al ‘Monstruo de Monserrate’ y él mismo admitió haber asesinado un promedio de 100 mujeres, incluidas menores de edad. Sin embargo, no aceptó nada de eso en las audiencias”, contó.
“La sensación que me dejó es que es un tipo bastante agresivo y muy violento, con un control impulsivo precario, pero también muy manipulador”, prosiguió el experto.
Por su parte, Serrano, la especialista en sicología jurídica y quien siguió muy de cerca el caso, calificó el trabajo del sistema judicial como bueno.
“La Sijín fue rigurosa y el CTI hizo muy bien los procesos. Hay que decir que las autoridades fueron serias en el manejo del caso y en brindar información oportuna, pues externamente fue muy difícil conseguirla”, reconoció.

Su familia

Si los seres queridos de las víctimas fueron herméticos hace tres años y lo son ahora, los familiares del asesino lo han sido mucho más.
Su padre, taxista de oficio, no supo nada de su hijo durante tres años. Volvió a tener un acercamiento con él cuando los homicidios se hicieron públicos y se mostró sorprendido por lo que había hecho Fredy Armando.
Actualmente, el ‘Monstruo de Monserrate’ tiene dos condenas. La primera fue una de 9 años y 5 meses que le impuso el juzgado 53 Penal del Circuito de Bogotá, en el 2016.
Ese veredicto fue después revisado por la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, que consideró que la sentencia principal no fue bien calculada y la aumentó a 18 años de prisión.
La segunda condena, ya en el 2017, la profirió el juez segundo penal del Circuito de Bogotá, Octavio Carreño, quien lo sentenció a 36 años de prisión.
Actualmente, el ‘Monstruo de Monserrate’ está recluido en el pabellón 6 de la Cárcel La Picota, de Bogotá.
CAMILO HERNÁNDEZ M.
Redactor ELTIEMPO.COM
Twitter: @CamHerM
