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El ejército de la solidaridad cuenta con más de 2.000 personas

Con la ayuda de perros adiestrados, los socorristas intentan ubicar personas atrapadas debajo de toneladas de escombro.

Con la ayuda de perros adiestrados, los socorristas intentan ubicar personas atrapadas debajo de toneladas de escombro.

Foto:Juan Diego Buitrago / EL TIEMPO

Hombres de los cuerpos de socorro, Policía y FF. MM. buscan sobrevivientes entre los escombros.

Desolación, impotencia y una última esperanza. Eso era lo que se respiraba este domingo en esta ciudad. En cada esquina había alguien lamentando la muerte de algún pariente o de un conocido, o la repentina pérdida del producto del trabajo de toda una vida.
Las aguas color chocolate de los ríos que causaron la tragedia volvieron a su cauce, pero un amplio sector de la capital del Putumayo cambió para siempre. Donde hubo casas solo quedaron rocas y troncos amontonados. Apenas 48 horas después, pocos creerían que esos pequeños afluentes fueron capaces de tanto.
La operación de búsqueda de los cuerpos avanzaba de manera muy difícil. Las enormes piedras y los grandes troncos, así como el lodo, han dificultado la labor. Es una tarea en la que hay Ejército, Policía, bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja y muchos voluntarios.
“Tenemos más de 100 unidades, que llegaron de ciudades como Yopal o Popayán”, dijo el capitán Andrés Miranda, comandante nacional de Bomberos. “Esto es algo muy difícil. Las labores de rescate nos van a llevar largo tiempo”, dijo Christian Rúa, comandante de ese cuerpo en La Hormiga (Putumayo). Y no es para menos, pues el cauce de estos ríos quedó convertido en un cementerio de rocas de más de 10 toneladas.
Tratar de moverlas parece casi imposible, pues la búsqueda se realiza de manera manual, sin el apoyo de maquinaria pesada. Primero, porque las máquinas no pueden aún maniobrar en el río de lodo; y segundo, porque con ellas sería imposible detectar los rastros de vida que aún siguen sorprendiendo a todo el mundo en medio de la tragedia.
La labor de los centenares de personas que siguen barriendo metro a metro entre el barro tiene el apoyo de los perros rescatistas. Tropas del Batallón de Ingenieros de la Brigada 27 de Puerto Asís ubicaron con uno de sus animales el sitio donde se cree que está atrapada una joven de 18 años.
Su papá deambulaba sobre las ruinas de lo que fue su casa y aseguraba que la joven no había salido del lugar. Cuando trajeron al perro, este empezó a ladrar en un sitio en el que seguían trabajando, a mano, hasta el cierre de esta edición.
Pero para nadie es una labor sencilla. El lodo es tanto que en muchas ocasiones los perros se quedan enterrados y es necesario que los ayuden a salir. Mientras tanto, en las afueras del hospital local la gente se aglomeraba. Unos llegaban con la esperanza de que su pariente estuviera entre los heridos y otros simplemente llegaban con la esperanza de que les entregaran algún cuerpo.
Una enorme lista colgada en la reja del sanatorio da cuenta de los pacientes atendidos. A unos pocos kilómetros de allí, en el cementerio local, la situación era dramática. La aglomeración mantenía bloqueado por ratos la vía entre Mocoa y Villa Garzón.
Eran los parientes de los más de 200 muertos que estaban a la espera de que terminara la identificación de los cuerpos para que se los entregaran. Hasta este domingo, más de 40 personas aún no estaban identificadas. Mientras tanto, las funerarias locales acudieron a sus similares de todo Putumayo, del Huila y Nariño para que las surtieran de ataúdes, pues las existencias locales no dieron abasto. Incluso, el padre Juan Gabriel Arroyo, de la parroquia local, dice que están pensando en sepelios colectivos.

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Apoyo de todo el país

Desde un puesto de mando unificado instalado en el centro de Mocoa y coordinado por Carlos Iván Márquez, el director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y de Desastres, las autoridades manejan la enorme operación de rescate de muertos y heridos y la atención a los miles de damnificados por la avalancha.
Son casi 2.000 personas que trabajan sin descanso desde la madrugada del sábado, cuando se conoció la magnitud del desastre. Desde ese punto no solo se ha coordinado el despliegue de las brigadas de rescate y la llegada de víveres y enseres para asistir a los afectados, sino los detalles logísticos en la zona para hacer más eficiente la reacción.
Así, uno de los primeros pasos fue devolver la operatividad al hospital de Mocoa con una planta eléctrica que le permitiera poner en marcha los equipos. Allí fueron enviados 500 kilos de medicamentos vitales y se dispuso la llegada de personal médico de apoyo.
Aviones y helicópteros que vuelan, incluso, desde la base aérea de Catam, en el centro del país, están llevando agua potable, que es otra de las necesidades más urgentes de los mocoanos.
A la zona llegaron 4 plantas potabilizadoras, una de las cuales ya entró en operación, y se dispuso una flotilla de 24 carrotanques para asegurar la distribución del líquido por toda la ciudad. Según el presidente Juan Manuel Santos, de inmediato se iniciará la construcción de un nuevo acueducto, mejor en materia de suministro de agua potable de lo que estaba antes.
En materia de vías, desde este domingo el Ministro de Transporte recorrió el lugar para evaluar la afectación, y se habilitó desde la madrugada la vía Pitalito-Mocoa. Los técnicos del Invías trabajaban en la reparación de siete puentes, dos de los cuales quedaron totalmente destruidos.
El Presidente anunció que en máximo 10 días estarían en operación dos nuevas subestaciones eléctricas, ante la destrucción de la que surtía a Mocoa. Otra opción es llevar varias plantas de energía para superar la emergencia mientras se realizan las reparaciones.
JORGE ENRIQUE MELÉNDEZ
Enviado especial de EL TIEMPO
Mocoa
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