En la mente de Gladys Pedreros aún retumban las palabras de su vecino, que pasó después de las 9:30 de la noche del lunes avisándole que saliera corriendo de su casa porque el río Guayuriba había derribado el jarillón y se estaba llevando todo lo que hallaba a su paso.
La alarma de El Gordo, como Gladys llama a su vecino, logró que los miembros de toda la familia salieran de la vivienda y alcanzaran a sacar algunas mesas y electrodomésticos.
Esta mujer, que el próximo mes cumplirá 60 años, no dudó en afirmar que es la primera vez que ve al río con tanta fuerza. Sin embargo, sí se detuvo a pensar que en los últimos días, con los aguaceros el caudal del río aumentó, pero nadie les dijo que estaban en riesgo.

El hecho se registró en la noche del lunes.
Cortesía: Julio Alberto Duarte
La emergencia registrada el lunes en la noche en las veredas Guayuriba, La Cuncia Baja y otras zonas rurales en Villavicencio se generó luego de que las aguas del río destruyeran el jarillón en su margen izquierda.
El hecho no solo afectó a las viviendas y fincas de esta zona rural de la capital del Meta. La vía que comunica a Acacías fue cerrada ya que gran parte de las aguas llegaron hasta la carretera, lo que derivó en un caos que se prolongó hasta el cierre de esta edición.
La incursión del río en la vía generó que miles de personas se vieran obligadas a pasar en motos o a pie por trochas con el lodo hasta las rodillas para cumplir con sus compromisos en Villavicencio, en Acacías o en la región del Ariari, toda vez que este corredor comunica a la capital del Meta con San José del Guaviare.
Los únicos que se atrevieron a pasar fueron algunos motociclistas, a quienes soldados de la Séptima Brigada del Ejército empujaron para atravesar el barro que los cubría en medio de un camino improvisado.
“Veníamos de Granada y la verdad necesitábamos pasar con urgencia a Villavicencio, además cuando nos dimos cuenta del cierre ya era tarde y no podíamos devolvernos”, contó Leydi Juez, con sus zapatos en la mano y mientras veía a su esposo pasar la moto.
Otros no optaron por la traviesa y decidieron dejar lo que tenían que hacer para después. Pero muchos decidieron solo observar cómo pasaban los demás.
La incursión del río en la vía generó que miles de personas se vieran obligadas a pasar en motos o a pie por trochas con el lodo hasta las rodillas
Es el caso de Jhon Jairo Calcetero, quien iba de Ciudad Porfía para Acacías a realizar unas diligencias en tránsito y quien decidió regresar a Villavicencio y madrugar hoy con la esperanza de que poder viajar.
El que sí quedó con la incertidumbre fue el comerciante Carlos Richard Salgado, propietario de un negocio turístico que tras la furia del río quedó cubierto de agua en un 90 por ciento. La piscina desapareció y ahora no sabe qué pasará con los 12 años de trabajo.
Según él, en varias oportunidades avisó a las autoridades sobre la posibilidad de una emergencia pero nunca prestaron atención.
Andrés Moreno, un vigilante de 41 años, que resultó herido y atrapado en un árbol por la emergencia del desbordamiento del río Guayuriba, fue rescatado por el Comando Aéreo de Combate número 2 de la Fuerza Aérea Colombiana.
El hecho ocurrió en una planta de cemento ubicada en el kilómetro 18 de la vía entre Villavicencio y Acacías.
El rescatado, que se encontraba en turno de vigilancia en la planta, tuvo que resistir varias horas en la madrugada, aislado por la creciente y con profundas heridas en dos dedos de su mano derecha.

Algunas personas tuvieron que ser rescatadas con la ayuda de helicópteros.
Cortesía: Julio Alberto Duarte
Al conocer de la emergencia, desde la base aérea de Apiay despegó un helicóptero UH-60 Black Hawk, con un equipo de expertos rescatistas.
Uno de los pararrescatistas de la FAC descendió hasta el sitio donde estaba el vigilante acosado por las aguas, lo amarró a una grúa y lo subió con rapidez a la aeronave.
A bordo del Black Hawk la tripulación le brindó los primeros auxilios y llegó sano y salvo al Comando Aéreo, donde médicos militares le ofrecieron servicios asistenciales.
La misión humanitaria se logró de manera conjunta entre la Fuerza Aérea, el Cuerpo de Bomberos de Villavicencio y la Oficina de Gestión del Riesgo.
La Fuerza Aérea informó que seguirá haciendo el monitoreo de las zonas de riesgo del Meta con el fin de atender de manera oportuna a la población.
Gabriel Barreto, un líder comunal de la zona afectada, afirmó que el pasado miércoles 7 de junio se registró una emergencia menor y pese a que se adelantaron unos trabajos en la zona no fueron suficientes.
“Son más de 40 familias las afectadas y estoy seguro que la emergencia pudo evitarse pero las autoridades nunca le prestaron atención a las quejas de la comunidad”, señaló Barreto.
Comentó que también podrían tener culpa las empresas mineras que operan en la zona porque, según él, no tuvieron en cuenta las medidas de prevención en el momento de la explotación para evitar lo que ocurrió.
Pasadas 13 horas de la emergencia ninguna autoridad del municipio se había presentado para levantar algún censo y determinar las ayudas para las familias afectadas
Barreto cuestionó además que pasadas 13 horas de la emergencia ninguna autoridad del municipio se había presentado para levantar algún censo y determinar las ayudas para las familias afectadas.
Sin embargo, desde la Oficina de Gestión del Riesgo, se informó que en la zona se venía trabajando pero que los esfuerzos no fueron eficientes ante las fuertes lluvias que originaron el desbordamiento del río que acabó con el jarillón.
CLAUDIA RESTREPO
Redacción LLANO SIE7E DÍAS
VILLAVICENCIO