Aunque hace unos años el Quindío era netamente cafetero, y la producción del grano era su principal eslabón económico, actualmente la caficultura atraviesa, quizá, por su crisis más fuerte en los casi 52 años del departamento.
En el 2007, había unas 78.000 hectáreas sembradas con café en todo el Quindío, pero 11 años después no hay ni la mitad. Ahora solo hay unas 23.000 hectáreas, según datos revelados por el Comité de Cafeteros departamental.
La reducción se venía registrando en 100 hectáreas por mes, pero de enero a marzo de este año se han disminuido 1.400 hectáreas.
Aunque el Comité ya adelanta un estudio para conocer las razones por las cuales los cultivadores han abandonado el café, algunos expertos atribuyen la crisis a que los agricultores se han dedicado a sembrar otros productos, como el aguacate Hass, del que se encuentran cultivos hasta en el valle del Cocora, en Salento, al lado de las famosas palmas de cera.
Otra de las razones para que los caficultores abandonaran su tradicional labor son los bajos precios del producto.
Incluso el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, señaló hace unos días, en su visita al municipio de Montenegro, Quindío, que “los niveles de la bolsa de Nueva York, de US$ 1,18 por carga preocupan profundamente. Con esos niveles, y con una tasa de cambio de 2.850 pesos, esos valores, a duras penas, cubren el precio de nuestro producto”.
Además, en el departamento, la cosecha cafetera que se aproxima “no es abundante: viene un poco graneada porque las florescencias pasadas no fueron buenas, y tenemos unos precios muy bajos. La situación no es muy placentera y creo que vamos a tener que apretar mucha correa”, contó Elías Mejía, miembro del Comité de Cafeteros de Calarcá.
“Pero no todo el mundo se puede salir de la caficultura. Hay que insistir”, agregó Mejía.
Sin embargo, la realidad es otra. El aguacate está ganando más terreno y, durante el 2017, el Quindío ocupó el quinto lugar en sus exportaciones.
Por ejemplo, la finca Mesopotamia, ubicada en Armenia y propiedad del hato La Macana S.A.S., que empezó en el 2010 con cultivos de café, ya tiene la mayoría de sus hectáreas sembradas con aguacate Hass.
En el 2016 hizo su primera exportación de este producto a varios países de Europa, con el nombre de Agua Hass, y ya se ubica en el top 10 de exportadores colombianos de esa fruta.
Juliana Flórez, gerente comercial de Agua Hass, contó que han venido desmontando poco a poco los cultivos de café debido a que cada día los costos de la mano de obra e insumos son mayores, y los precios no son suficientes para cubrir la inversión que se hace.
“El cultivo de café da pérdidas. Los costos superan los ingresos, el costo de producción de un kilo de café pergamino está arriba de 6.000 pesos y el precio de compra está por debajo”, comentó Flórez.
El cultivo de café da pérdidas. Los costos superan los ingresos, el costo de producción de un kilo de café pergamino está arriba de 6.000 pesos y el precio de compra está por debajo
La directiva resaltó que en hato La Macana hay, actualmente, unas 105 hectáreas de aguacate en producción.
“La finca Mesopotamia tiene 64 hectáreas y estaba 100 por ciento en café. En el 2011 pasamos a 23 hectáreas de aguacate, ahora estamos desmontando otras 41 hectáreas y en dos años serán 100 por ciento hectáreas de aguacate”, manifestó, al tiempo que agregó que la otra finca de la empresa, ubicada en el municipio de Pijao, “ya prácticamente está al 100 por ciento de aguacate”.
Flórez relató que tienen una producción de café guardada en bodega, “esperando que repunte el precio desde el año pasado, pero si tuviera que venderlo hoy perdería demasiado. Ni siquiera es que la rentabilidad sea poca o muy baja, lo que pasa es que no cubre lo que se paga en mano de obra e insumos”.
A la preocupación por la disminución de los cafetales se le suma que ahora empresarios foráneos pusieron sus ojos en tierras quindianas.
“Están adquiriendo grandes extensiones para el cultivo de aguacate, eso está pasando mucho en Pijao, donde tenemos gran disminución del café. El aguacate requiere menos mano de obra y la situación se podría volver un problema social”, analizó el presidente del Comité de Cafeteros del Quindío, Fabián Torres.
Esteban Cerón, administrador de la finca La Morelia, ubicada en el corregimiento El Caimo, de Armenia, recuerda que las fincas que están a su alrededor siempre fueron cafeteras. No obstante, en los últimos años han cambiado los cultivos por el de aguacate y el de otros productos, como naranja y sábila.
“En esas fincas disminuyó mucho el personal. Ya son muy pocas personas trabajando. Si antes necesitaban 10 personas para recolectar café, ahora solo necesitan dos para trabajar en los otros cultivos”, manifestó.
LAURA SEPÚLVEDA
Corresponsal de EL TIEMPO
Armenia
En Twitter: @lausephincapie