Solo una concesión de agua en el río Quindío podría salvar al turístico municipio de Salento (Quindío) del racionamiento de agua con el que lidia desde hace un mes.
Las fuentes hídricas Cruz Gorda, Corozal, Cristalina y Bolivia, que abastecían el acueducto de la localidad, están a punto de secarse. Ya solo producen 8 litros por segundo cuando antes llegaban a 20 litros por segundo. Los últimos días de intenso calor han agudizado el problema.
Por eso la única solución que podría evitar un racionamiento más prolongado sería que el municipio pueda usar el agua del río Quindío, que nace entre sus montañas y cuya concesión la tiene las Empresas Públicas de Armenia (EPA), para captar hasta 1.450 litros por segundo, según el permiso otorgado por la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ). Este río aporta el 68 por ciento del recurso hídrico del departamento.
Cabe señalar que los habitantes de la capital quindiana demandan unos 850 litros por segundo, aunque esto podría aumentar por el incremento de la construcción en la ciudad y de la población turística flotante, según reveló un estudio de la CRQ. Del caudal del río Quindío también se abastece La Tebaida y en una pequeña medida Circasia.

Salento es uno de los municipios de Quindío más turísticos. Archivo EL TIEMPO
El alcalde Juan Miguel Galvis enfatizó que su municipio no espera más: “Tenemos un racionamiento de 12 o 15 horas diarias. He propuesto que hagamos una captación temporal del río Quindío y creo que es la opción más viable, pero aquí todo es un debido proceso. La CRQ me dice que necesitamos una licencia ambiental pero eso se demora mucho tiempo”.
Y agregó que “los turistas se van disgustados por la falta de agua y tienen toda la razón. Estamos mirando jurídicamente y si nos toca decretar la urgencia manifiesta, lo hacemos”.
Una bomba de tiempoDe otro lado, a pocos kilómetros del casco urbano también se vive otro drama. En la vereda Boquia, una de las más turísticas del municipio, sus habitantes ya no saben qué más hacer para llamar la atención de las autoridades.
Hace casi cuatro años se averió un pozo séptico que recibía las aguas negras de 147 viviendas, aunque inicialmente era para 60. Pero la emergencia se agravó hace cinco meses, cuando una de las tuberías que conducía el líquido se rompió cerca al río Quindío.
Según el líder comunitario Robinson Álvarez, estas aguas sucias llegan al río a través de una quebrada y aunque él y sus vecinos son los más perjudicados por los malos olores, asegura que los usuarios de Armenia también están afectados porque esas aguas llegan al acueducto de la capital.
LAURA SEPÚLVEDA
Corresponsal de EL TIEMPO
ARMENIA