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El infierno que viven los reclusos de la cárcel de Villavicencio

Hasta este fin de semana, en el penal había 1.773 internos, pese a que la capacidad es para 874 reclusos; es decir, una sobrepoblación del 97 %.

Hasta este fin de semana, en el penal había 1.773 internos, pese a que la capacidad es para 874 reclusos; es decir, una sobrepoblación del 97 %.

Foto:Foto: Óscar Bernal. Alcaldía de Villavicencio

En esta prisión  se han contagiado 421 personas, entre internos y guardianes del Inpec.

La celda ocho del patio Santander en la cárcel de Villavicencio, donde estaban recluidos 58 adultos mayores, se convirtió en el germen del contagio del coronavirus, que en cuatro semanas tiene a 421 personas, entre internos y guardianes, enfermos. En ese patio murieron tres reclusos.
“Creemos que nos contagiamos por José Quiñones o Plinio Tapiero, quienes estuvieron en el hospital de Villavicencio a principios de abril”, sostiene Lorenzo Almanza, un interno que estuvo en la celda ocho.
Esta celda es una sucesión de dormitorios lóbregos, sin puertas y con poca ventilación. En los cuartos para cuatro internos duermen ocho presos y en los de diez descansan 18. Los camarotes solo se distancian por un metro y se vive soportando temperaturas superiores a los 25 grados.
Los más antiguos tienen derecho a cama, una placa de cemento sobre la que extienden un colchón o colchoneta; los nuevos tienen que dormir en el piso, el pasillo, el baño o por horas, mientras otros esperan su turno parados.
Dentro de la cárcel de Villavicencio han fallecido tres reclusos. Además, murió un hombre que acababa de recobrar la libertad y se contagió en prisión.

Dentro de la cárcel de Villavicencio han fallecido tres reclusos. Además, murió un hombre que acababa de recobrar la libertad y se contagió en prisión.

Foto:Óscar Bernal

“Ellos sufrieron mucho para morir –José y Plinio– puesto que en las cárceles o, al menos en esta, es poca la atención que les prestan a los enfermos”, dice Lorenzo, de 52 años.
El primer antecedente del coronavirus en esta cárcel lo reportaron las autoridades el primero de abril, cuando un interno contagiado regresó a la celda ocho tras ser atendido en el Hospital de Villavicencio. Diez días después, las autoridades reportaron la muerte de dos primeros reclusos por covid-19.
Lorenzo, quien cumple una condena de 7 años, también resultó contagiado. Lo más complicado ocurrió antes de la Semana Santa: “casi todos teníamos dolor de cabeza, desaliento y tos, creíamos que era la famosa gripa carcelaria, al punto que salimos 20 contagiados”.

Casi todos teníamos dolor de cabeza, desaliento y tos, creíamos que era la famosa gripa carcelaria, al punto que salimos 20 contagiado

“En la ocho estaban todos los viejitos, cuando murieron los sacaron del patio, ellos fueron los que contaminaron y desde ahí empezó a caer uno tras otro. Todas las celdas se contaminaron, a unos los llevaron para el patio nueve, que tiene capacidad como para 120 personas”, cuenta otro recluso con covid-19, que prefiere no revelar su nombre.
Este interno cuestiona la forma como las directivas de la cárcel han manejado el
aislamiento de los internos contaminados.
“El virus pudo haber quedado donde nosotros estábamos y allá llevaron a dormir a otros internos, eso se suma al hecho de que nos relacionamos por entre las rejas. Además, se demoraron mucho en hacernos las pruebas después de que murieron los viejitos”, sostiene.
La cifra, cada día, va creciendo de manera exponencial. La cárcel de Villavicencio se convirtió en uno de los focos más grandes de contagio en todo el país.
Hasta este fin de semana, en el penal había 1.773 internos, pese a que la capacidad es para 874 reclusos; es decir, una sobrepoblación del 97 por ciento, más 185 personas que forman el personal de custodia y área administrativa del Inpec.

Piden medicamentos

El recluso dice que han hecho varios videos denunciando que no tienen atención adecuada en salud y que la alimentación tampoco es buena, pero no son atendidas sus peticiones. Por ejemplo, el pasado lunes en la noche “un muchacho se enfermó, tenía escalofrío y fiebre, pero la guardia no vino a atenderlo”.
Lorenzo cuenta que no han tenido tratamientos, tengo el azúcar elevado y no se acerca una enfermera a darme mi insulina”. De las carpas medicalizadas que prometieron una semana atrás, únicamente llegó una, y solo hasta el jueves empezó a operar, con dos médicos. En el penal se han hecho 605 pruebas.
Las quejas también son por la mala alimentación, pues los compañeros que solían cocinar, en su mayoría, enfermaron. Denuncian, además, que la calidad de la comida no es la mejor.
La convivencia no es fácil, “tenemos que bañarnos con dos o tres cocadas de agua máximo, cepillarse la boca en el mismo orinal y no nos dan blanqueador y detergente para hacerle aseo al patio”, dice el recluso.
Los reclamos de los internos se hicieron sentir esta semana con tres días de desobediencia y huelga de hambre, que provocaron choques con los guardas del Inpec, que anunció el miércoles el hallazgo de un túnel por donde se iban a escapar. Siete internos resultaron implicados y se hallaron 43 armas blancas.
La tensión no es solo dentro del penal, los familiares de los reclusos viven a diario una continua zozobra por lo que pueda ocurrir. Madres, padres y esposas de los reclusos crearon un chat en un WhatsApp y cada día se reúnen para rezar.
Manuel Villar, padre de un interno de 19 años, añade que su hijo cuenta que esa cárcel es inhumana. “Me dice que hay unos animalitos que llaman chinches que los pican por todo el cuerpo. Ya van más de dos meses sin poder visitarlo”, agrega.
Sobre un posible traslado, como ordenó un juez de Villavicencio, la ministra de Justicia, Margarita Cabello, indicó que se analiza el traslado de internos al centro del menor infractor del Yari, con capacidad para 120 personas, para buscar descongestionar la cárcel de Villavicencio.
NELSON ARDILA
Para EL TIEMPO
VILLAVICENCIO
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