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La guerra y su paso por las universidades de la región Caribe

La muerte de Alfredo Correa de Andreis, exrector de la Universidad del Magdalena, es el más reconocido caso de la guerra en el Caribe.

La muerte de Alfredo Correa de Andreis, exrector de la Universidad del Magdalena, es el más reconocido caso de la guerra en el Caribe.

Foto:Archivo/EL TIEMPO

Comisión de la Verdad trabaja en esclarecimiento de impactos del conflicto en la educación superior.

Cuando las Universidades del Caribe estuvieron en manos del horror de la guerra
“A Alonso lo desaparecieron ¿Por qué a Alonso? ¿Para quién era una amenaza?”.
Eso se pregunta, muchos años después, Alonso Cassiani Herrera, su gran amigo de siempre, hoy magister en historia y rector de la Institución Etonoeducativa e Inclusiva Antonia Santos, de Cartagena.
Eran compañeros de universidad. Tocayos inseparables, luchadores. Eran los años dorados de su juventud y soñaban con 'componer al mundo'. La desaparición de Alonso Corrales Hernández fue el 15 de enero de 1996. Días después, su cuerpo fue hallado, con signos de tortura, en inmediaciones de la población de Pasacaballos, en la bahía de Cartagena.
La historia de Alonso Corrales Hernández es similar a la de muchos jóvenes de universidades públicas del Caribe que un día soñaron con una universidad y un mundo mejor y después nunca más se volvió a saber de ellos. Los desaparecieron o los acallaron con las balas.
La compañera de un estudiante desparecido de la Universidad del Atlántico, que prefiere no revelar su nombre, le contó a la Comisión de la Verdad, en Barranquilla, su drama, el de su familia, el de sus hijos. A diferencia del caso de Alonso, de este estudiante no se supo nunca más.

Lo estuve buscando. Cada mañana era la primera en la universidad en llegar, en la puerta lo esperaba. Madrugaba porque creía que, como llegaba temprano, se iba a encontrar conmigo, como siempre

La mujer perdió a la persona que más amaba, en la década de los 90. Él era líder estudiantil y unos hombres que se movilizaban en una camioneta con vidrios ahumados lo embarcaron y se lo llevaron sin que muchos años después se sepa la verdad de lo ocurrido con su paradero.
“Lo estuve buscando. Cada mañana era la primera en la universidad en llegar, en la puerta lo esperaba. Madrugaba porque creía que, como llegaba temprano, se iba a encontrar conmigo, como siempre. No quería que pensara que era difícil encontrarme, confundida con todo ese montón de estudiantes. Pero nunca llegó. El portero me miraba siempre con extrañeza. Hasta que supo la razón por la que madrugaba religiosamente. Por las tardes recorría las cafeterías cerca de la universidad donde solíamos comer con los amigos. Tenía la esperanza de encontrarlo muerto de la risa, con sus amigos, pero nunca llegó”, cuenta la mujer.
Informes del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ) indican que la década que va de 1997 hasta 2007 se registraron los mayores hechos de violencia en las universidades públicas del Caribe colombiano. Agrega el estudio que en la Universidad del Atlántico se produjeron alrededor de veinte asesinatos de estudiantes y trabajadores.
De acuerdo a este estudio, en la Universidad de Córdoba, el entonces jefe paramilitar de las Autodefensas Unidas, Salvatore Mancuso, manejó la toma de decisiones e instaló prácticas administrativas y criminales a su favor.
En la Universidad de Magdalena, la contratación de algunos servicios, como el del aseo, fueron cooptados, mientras se asesinaban a estudiantes y docentes. Y en las universidades de Cartagena y Sucre también se produjeron amenazas y asesinatos contra líderes estudiantiles.
La incursión paramilitar y guerrillera en las universidades públicas de la región se dio en el marco del recrudecimiento del conflicto armado en el país y en el Caribe se afianzó la estigmatización hacia el movimiento estudiantil y los sindicatos de las universidades.
Este período de grandes impactos a las universidades públicas del Caribe, que cobró la vida de muchos líderes estudiantiles y dirigentes sindicales, es el centro de atención de la Comisión de la Verdad, en la región.
Esta entidad, creada en los Acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc (hoy convertida en partido político), busca el próximo año entregarle al país el informe final de la verdad de lo que ocurrió durante la guerra y se espera que esta sirva para evitar la repetición del conflicto y garantizar un camino de convivencia pacífica, como lo ha dicho el presidente de esta Comisión, Francisco de Roux.
La Comisión de la Verdad hace parte, con la Justicia Especial para la Paz, JEP, y la Unidad de Búsqueda de Persona dadas Por Desaparecidas (UBPD), del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición.

Acto de entrega de informe

En Santa Marta, el lunes 30 de noviembre, la Comisión, en un acto público especial con la ICTJ se identifican y reconocen los impactos y movimientos de resistencias estudiantiles que se dieron en las universidades públicas de la región.
Se visibilizarán los daños a los proyectos políticos y sociales del movimiento estudiantil. Los asesinatos en total indefensión contra los líderes y las amenazas contra organizaciones de cada una de las universidades, que terminaron fracturadas ante la arremetida de la violencia.
En un análisis de la ICTJ y las universidades del Caribe se indica que, durante el período de gran crisis social de los 90, se registró la presencia de la insurgencia (grupos como el Eln, las Farc y Epl) en estas instituciones.
El movimiento estudiantil y las organizaciones sindicales tuvieron que enfrentar este fenómeno. Esto se tradujo en que el espacio universitario se convirtió en un escenario de riesgo, que se acrecentó con las infiltraciones y los proselitismos políticos de las insurgencias.

En el antiguo arrabal de Getsemaní, aquí, en sus calles, Alonso Corrales y yo escribimos y construimos gran parte de nuestros sueños que no pudieron materializarse

Lo de Alonso se recuerda

Más de 20 años después, Alonso Cassiani recorre las calles de la ciudad histórica y recuerda, con lágrimas en los ojos, a su viejo amigo, a su hermano de luchas.
“En el antiguo arrabal de Getsemaní, aquí, en sus calles, Alonso Corrales y yo escribimos y construimos gran parte de nuestros sueños que no pudieron materializarse. Alonso Corrales era un líder estudiantil de la Universidad de Cartagena, éramos como uña y mugre, fuimos líderes de la Juventud Comunista, éramos parte del activismo estudiantil que luchaba por una sociedad más justa y equitativa”, cuenta el historiador palenquero.
Y recuerda con exactitud el día de la desaparición de su amigo. “A Alonso lo desparecieron, teníamos una cita en la Universidad de Cartagena, en una banca en la que solíamos pasar, a las dos de la tarde, pero Alonso nunca llegó, nunca llegó”, cuenta.
Agrega que nueve días después de la desaparición se notificó el hallazgo de un cuerpo en la bahía de Cartagena, por el corregimiento de Pasacaballos. En una bolsa estaba el cuerpo de Alonso, con claros signos de tortura.
“Lo grave de esto no es quién ejecutó la orden de matarlo, sino quién la dio, porque no fue hurto, fue un hecho planeado. Se supo después que había una lista y en esa lista estaba yo, y por eso tuve que desplazarme, renunciar a los sueños que habíamos construido”, dice Cassiani.
Cuenta que en esos tiempos aciagos “mancillaron el nombre de Alonso, lo relacionaron con las Farc y con el Eln. Pero nosotros jamás militamos en ningún movimiento armado, solo éramos defensores de los derechos de los jóvenes, de las comunidades negras en mi caso”.

Acá, durante la época del paramilitarismo, hubo un acto hegemónico. En Sincelejo estos grupos cooptaron la universidad y eso hizo que no se dieran asesinatos como en la Universidad del Atlántico

Violencia diferencia

Margarita Jaimes, docente e investigadora de la Universidad de Sucre, dice que, en esta institución universitaria con sede en Sincelejo, la violencia se diferenció al de otras universidades públicas del Caribe.
“Acá, durante la época del paramilitarismo, hubo un acto hegemónico. En Sincelejo estos grupos cooptaron la universidad y eso hizo que no se dieran asesinatos como en la Universidad del Atlántico y Magdalena. Hubo control al ejercicio político del movimiento estudiantil”, agrega.
Asegura que se implantó el miedo y eso “arrinconó al movimiento estudiantil, lo que significó el desplazamiento de estudiantes y que se produjeran capturas ilegales y amenazas con panfletos. Esto afectó la democracia al interior de la Universidad”, sostuvo.
Por su parte, William Renán, docente e investigador de la Universidad del Magdalena, dice que en eso centro de estudios se dio el mismo escenario de confrontación que se registraba en otras instituciones de la región y del país.
Agrega que las universidades fueron objeto de presencia de grupos armados y que en los 80 se denunció que en la Universidad del Magdalena se reclutaban estudiantes para la guerrilla, pero sostiene que igualmente en el este centro hacía presencia el F2 y el DAS, con agentes encargados de labores de inteligencia.
Todo un panorama desolador que causó gran dolor y que hoy la Comisión de la Verdad, en el Caribe, busca esclarecer para saber quiénes fueron los responsables y quiénes las víctimas de tanto horror del que se espera no se vuelva a repetir.
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