Cuarenta y cinco personas nacidas en el Eje Cafetero, la mayoría en Pereira y otros municipios de Risaralda, están detenidas en cárceles de Hong Kong.
Así lo reveló ayer en Pereira el sacerdote católico irlandés Patrick Colgan, un misionero que dedica buena parte de su tiempo a acompañar espiritualmente a latinoamericanos recluidos en cinco prisiones ubicadas en esa región administrativa especial de la República Popular China.
El misionero, que por primera vez viene a Colombia, escogió la capital risaraldense para reunirse con los familiares de los colombianos presos en Hong Kong, debido al gran número de personas de esta región del país en esa situación.
Al encuentro con el religioso, que se realizó en la Curia Episcopal de la Diócesis de Pereira, con la presencia de monseñor Rigoberto Corredor, obispo de Pereira, asistieron unas 50 personas, entre padres, esposas e hijos de los presos.
Colgan manifestó que cinco colombianos presos en las cárceles de Hong Kong pueden regresar al país por razones humanitarias, “pero el Gobierno de Colombia no hace nada, no manda guardias por ellos”.
El sacerdote se refiere a que entre Hong Kong y Colombia no existe un acuerdo formal de repatriación de prisioneros. Por esta razón, a la reunión los familiares de los detenidos llevaron pancartas en las que solicitan un tratado de transferencia de reclusos entre los dos gobiernos.
De los cinco colombianos que podrían regresar al país, dos son de Pereira y les permitieron dejar la cárcel porque padecen graves enfermedades.
Antes de reunirse, en privado, con los parientes de los presos, Colgan explicó en qué consiste su labor con los latinoamericanos detenidos. Al final, leyó tres fragmentos de sendas cartas que los reclusos le entregaron para que se las trajera a sus familiares.
Sentimientos cruzados
Las palabras de los compatriotas generaron sentimientos encontrados de esperanza y tristeza en la mayoría de los familiares. Una de ellas, María Alejandra Peláez, esposa de Carlos Sánchez, contó que hace dos años y cuatro meses, él viajó a una feria de electrónica. Un mes después la llamó para informarle que estaba preso por tráfico de estupefacientes.
Carlos, quien está condenado a 16 años, conoce a su hija por fotos que María Alejandra le envía. Cuando él se fue su esposa tenía cinco meses de embarazo.
El padre Colgan comentó que otro de los motivos para venir a Colombia es promover una campaña para que no lleven más droga a Asia.
EJE CAFETERO