Stephanie Magón cerró la puerta y dejó afuera a sus dos acompañantes. Subió cuatro pisos y llegó a la azotea, donde vivía en un cuarto improvisado.
Según las autoridades de México, se desnudó bajo los efectos del éxtasis y usó una pequeña escalera para llegar a lo más alto del edificio. Tomó impulso y se arrojó al vacío. En la caída chocó con un árbol y fue a dar en medio de la calzada de la calle Miami.
Hoy, casi dos meses después, un movimiento llamado Me Muevo por Colombia cuestiona la versión oficial. Y no solamente en este caso, sino en los de otras dos colombianas que también habrían fallecido por caídas de altura en ese país. Además, la organización pide aclarar homicidios y desapariciones que habrían afectado a 150 colombianos en los últimos cuatro años.
El 30 de julio, la misma noche en que Magón perdió la vida en Ciudad de México, a más de 1.200 kilómetros de distancia murió Sara Ramírez, hija de una reconocida familia de Ibagué. El reporte oficial dijo que se trató de un suicidio en un hotel de Cancún.
Cuatro años antes, la cantante manizaleña Alejandra Pulido fue hallada semidesnuda en un complejo residencial de la capital mexicana, y las autoridades reportaron una caída desde un séptimo piso.
En los tres casos eran mujeres rubias y de cabello largo. La Procuraduría General de Justicia, el ente investigador de México, habla de dos suicidios (Magón y Ramírez) y de un accidente (Pulido). Según las autoridades, la primera ingirió éxtasis y las otras dos estaban embriagadas.
A familiares y allegados les ha tocado hacer las veces de investigadores. Sin embargo, los expedientes se han venido cerrando, sin despejar todas las dudas. “Hay una clara corrupción dentro de órganos judiciales encargados de investigar. Siempre hay versiones contrarias y datos que después se cambian para hacer ver que las mujeres se suicidaron”, dice Yarima Merchán, directora de Me Muevo por Colombia, que se promueve como una “asamblea de ‘colombianxs’ en México”.
Uno de los cuestionamientos del grupo es la manipulación de las pruebas y las versiones. Y citan el caso de Magón: horas después de su muerte, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Ciudad de México, Édgar Elías Azar, dijo: “Se encontró, como saben, desnuda y muy golpeada: traía fractura de mandíbula, golpes contundentes, costillas rotas... Intencionadamente la mataron a golpes, la conclusión coloquial que se puede decir”. Pero la Procuraduría señaló después que no se encontraron huellas de forcejeo o sometimiento, ni en el lugar de los hechos ni en el cadáver.
Las autoridades de México admiten que la violencia contra las mujeres en ese país es preocupante. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, en el 2015 fueron asesinadas 2.352 mujeres, 31 de ellas extranjeras (en Colombia mataron a 970 mujeres en ese mismo lapso). El 14 por ciento tenía entre 25 y 29 años. Ante la creciente ola de muertes, la ONU lanzó una alerta el año pasado.
El fenómeno del feminicidio está enmarcado por la violencia que genera la disputa entre carteles del narcotráfico. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó el año pasado 20.525 homicidios (en Colombia, en plena guerra de carteles, sumaron 28.000 en un año). En estados como Guerrero, la tasa es de 67 por cada 100.000 habitantes (en nuestro país fue de 24 por cada 100.000 el año pasado).
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Solamente en abril, el Sistema de Seguridad Pública de México registró 1.683 homicidios, o sea, 56 diarios. Ese mismo mes hubo una protesta en distintas ciudades por la violencia contra las mujeres.
El turismo se duplicóDesde noviembre del 2012, cuando se eliminó la visa para los colombianos, el país azteca ha sido uno de sus destinos preferidos. Desde entonces, el turismo se incrementó en un 148 por ciento: pasó de 163.000 viajeros en el 2012 a 407.000 el año pasado.
La mayoría ha ido en forma legal, como Magón, Pulido y Ramírez, a trabajar o a pasar vacaciones. Otros llegan sin documentos y no pocos han caído en líos, mientras que a cerca de 5.000 se les negó el ingreso.
En las estadísticas de la Procuraduría, los colombianos aparecen como mayoría entre los extranjeros detenidos por delitos como robos o narcotráfico. Por eso, entre otras razones, varias desapariciones y muertes de personas procedentes de nuestro país se atribuyen al mundo del hampa.
“Queremos que no haya impunidad y que exista una sanción efectiva, así como una reparación integral de las víctimas, y que se tomen medidas de prevención”, dice el politólogo Jorge Salcedo, miembro de la Asociación de Mujeres Colombianas que viven en México. “La Embajada de Colombia no se mueve mucho por sus compatriotas, solo se digna a repetir lo que dicen los medios mexicanos, que ocultan información y no permiten que los familiares encuentren la verdad. Nosotros les ayudamos, pero esperamos que se les pueda dar una verdadera atención a los colombianos que sufren en un país que no es el suyo”, asegura Merchán, de Me Muevo por Colombia.
En muchos casos, la ayuda diplomática se dificulta por el hecho de que pocos de los colombianos que se radican en México cumplen con el deber de inscribirse en el consulado de su país.
Además, ni los consulados ni la embajada tienen labores investigativas, por lo que su papel suele limitarse a pedirle a la Procuraduría que inicie las pesquisas y a hacerle seguimiento al caso.
A todo esto se suma que, según las autoridades, hay muertes y desapariciones que ni siquiera se denuncian, por miedo.
Mientras tanto, familiares y amigos de las víctimas organizan plantones en México y Colombia, y los expedientes se siguen archivando.
REDACCIÓN NACIÓN
Carolina Bohórquez, Iván Noguera, Miguel Ángel Espinosa y José Luis Valencia, con apoyo de ‘El Universal’ de México.