Es un hecho. Colombia concluirá el 2017 con mucho más de 28 millones de hectáreas protegidas. Exactamente, a corte del pasado 14 de noviembre, el país acumuló un total de 28’408.983 hectáreas, en las que se garantiza la conservación de la flora, la fauna y los ecosistemas del territorio nacional.
La obtención de este logro representa “el cumplimiento de los compromisos internacionales que el país adquirió en el Convenio de Diversidad Biológica”, le aseguró a EL TIEMPO la directora (e) de Parques Nacionales Naturales (PNN), Carolina Jarro.
La funcionaria agregó que, puntualmente, la meta Aichi que se cumplió fue la número 11, que plantea que un 10 por ciento de las áreas marinas y costeras de los países suscritos al Convenio deben ser conservadas mediante la declaración de áreas protegidas. “Y en Colombia estamos protegiendo un 13 por ciento de esas zonas”, dijo Jarro.

Cabo Manglares hace parte de una de las 25 Ecorregiones Terrestres Prioritarias (ETP) de mayor diversidad biológica.
Rodrigo Durán
Las metas Aichi, que reciben este nombre porque se acordaron en la prefectura japonesa del mismo nombre, componen el Plan Estratégico 2011-2020 del Convenio de Diversidad Biológica, una estrategia de acción global para proteger la biodiversidad.
Con una extensión de 190.282 hectáreas, la última zona declarada área protegida corresponde al Distrito Nacional de Manejo Integrado Cabo Manglares Bajo Mira y Frontera (Dnmi), en el municipio de Tumaco, en Nariño.
Su ubicación estratégica permite la conexión con el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap) en el Pacífico colombiano, así como con la Reserva Ecológica Manglares Cayapas Mataje, ubicada en el vecino país de Ecuador.
Las áreas protegidas son la mejor y más económica estrategia para hacerle frente al cambio climático
De acuerdo con PNN, el área de Cabo Manglares “hace parte de una de las 25 Ecorregiones Terrestres Prioritarias (ETP) de mayor diversidad biológica identificadas en el mundo”.
La zona tiene puntos que favorecen la alimentación y el ciclo de vida de las aves, bosques inundables, playas de baja energía en donde habitan tortugas, bancos de piangua, entre otros aspectos relevantes.
Con esta declaración, se espera que Cabo Manglares se consolide como un espacio de concentración de los recursos pesqueros del país y apoye los esquemas de etnodesarrollo en la zona, para mejorar la calidad de vida de sus pobladores.
La creación de este nuevo resguardo se alcanzó gracias al trabajo conjunto del Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera (una autoridad étnica y territorial de las comunidades afro que habitan en este sector marino y costero), la Gobernación de Nariño, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar) y la Alianza para la Conservación de la Biodiversidad, el Territorio y la Cultura, que integran Parques Nacionales Naturales de Colombia, Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), entre otras entidades.
La importancia de las áreas protegidas“Son la mejor y más económica estrategia para hacerle frente al cambio climático, porque no solamente aportan a su mitigación, por la captación que hacen de CO2, sino que también aportan en términos de reducción de vulnerabilidad”, explicó la directora (e) de PNN.

Cabo Manglares tiene bosques inundables, playas de baja energía en donde habitan tortugas, bancos de piangua, entre otros aspectos relevantes.
Cristian García
Por ejemplo, un área protegida que está adecuadamente conservada contribuye a reducir los riesgos de inundaciones y remoción de masas. Asimismo, estas zonas aportan en términos de adaptación, ya que “un área protegida contribuye hasta en un 30 por ciento de agua adicional a las zonas en donde, en periodos secos, existe déficit”, dijo Jarro.
“Los trabajos en las áreas protegidas deben ser relacionados con las comunidades que la habitan, para que se apoderen de la misma y así se cumpla la función por la que fue declarada”, complementó.
ANTONIO JOSÉ AMAR
Para EL TIEMPO