La crítica situación de la Clínica Santa Sofía, único centro de atención en salud para los más de 400.000 habitantes de Buenaventura, y que llevó a la declaración de crisis hospitalaria por parte de la entidad a inicios de mes debido a la falta de capacidad instalada, ejemplifica otra de las grandes problemáticas del sistema de salud en Colombia.
De acuerdo con datos del Registro Especial de Prestadores de Servicios de Salud (Reps), en los hospitales y clínicas del país solo existen en promedio 1,7 camas por cada mil habitantes.
No obstante, entendiendo que el nivel de servicios para pacientes hospitalizados requerido para cada país depende de varios factores, como los problemas demográficos y la carga de morbilidad, si comparamos el país con otras naciones de la región con menor población, como Cuba (5,1), Uruguay (2,5) o Panamá (2,3), la cifra se torna preocupante.
Para Nicolás Macaya Majur, presidente de la Clínica del Country y Clínica La Colina, en Bogotá, es evidente que Colombia está atrasada en la tasa de cobertura hospitalaria en comparación con otros países de Latinoamérica.
Señala Macaya que el asunto debe generar alarmas por dos puntos específicos: el primero es que cuando la oferta (cantidad de camas) no es la adecuada, los primeros en colapsar son los servicios de urgencias, en donde el paciente que ingresa debe permanecer un tiempo prolongado porque, al no tener camas, la institución no puede continuar con el flujo normal de la atención.

La Clínica Santa Sofía, en Buenaventura, fue declarada en crisis hospitalaria a inicios de julio debido a la falta de capacidad instalada para atender a más de 400.000 personas.
Tomada de clinicasantasofia.com
Segundo, esta situación generaría el aumento de riesgos en la atención, ya que no se puede cumplir con la promesa de servicio de oportunidad, calidad y calidez de forma adecuada.
Las clínicas en general, para tener buen estándar de atención en cuanto a seguridad, calidad y oportunidad, deberían estar cerca del 80 % de ocupación, lo que sucede durante 7 a 8 meses al año
“Las clínicas en general, para tener buen estándar de atención en cuanto a seguridad, calidad y oportunidad, deberían estar cerca del 80 % de ocupación, lo que sucede durante 7 a 8 meses al año; pero en el momento de estos picos, la oferta es insuficiente, por lo cual es urgente la ampliación de algunos establecimientos”, concluye Macaya.
De acuerdo con el Reps, el país cuenta en total con 84.556 camas hospitalarias para aproximadamente 49 millones de habitantes. De ellas, 39.961 están destinadas para la atención de adultos; 10.057, para pediatría; 7.543, para obstetricia y 5.684, para cuidados intensivos.
Por otro lado, Olga Lucía Zuluaga, directora ejecutiva de la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos (Acesi), asegura que aunque el nivel de camas del país en la baja y mediana complejidad es suficiente, está subutilizado, y agrega que estas deberían convertirse en un soporte para las unidades de alta complejidad, como las de cuidados intensivos, en donde sí se presentan mayores deficiencias en el número de camas.
Según Zuluaga, también es necesario el fortalecimiento tecnológico de la capacidad instalada con el fin de que esta tenga una mayor habilidad resolutiva en la baja y mediana complejidad, y así se ayude a los médicos a solucionar, en el municipio de residencia, la mayoría de patologías de los usuarios.
De hecho, la prestación de los servicios de atención hospitalaria se vuelve aún más compleja en los departamentos de Cauca, Guaviare, Cundinamarca, Putumayo y Vaupés, territorios en los que no se alcanza a completar una cama por cada mil habitantes.

El hospital público El Cari, en el Atlántico, es uno de los 8 centros de salud que la Supersalud ordenó intervenir en esa región del país.
Vanexa Romero / EL TIEMPO
Para Liliana Guerrero, funcionaria de la Secretaría de Salud del Cauca, la falta de capacidad instalada en el departamento se debería a la poca modernización de varios hospitales en los que la atención se ha quedado corta con el paso del tiempo.
“Cuando uno se enfrenta a situaciones como esta, debe pensar si construye veinte camas más con el presupuesto actual o arriesga el espacio de otra ala necesaria en el hospital. Sin embargo, hemos avanzado en temas como que ya no es necesario el traslado de emergencia a otras ciudades por falta de capacidad porque han llegado más instituciones privadas que pueden ayudarnos con el servicio”, dice Guerrero.
Según la funcionaria, también es necesario preguntarse qué pasa con la red privada de salud, que crece cada vez más rápido en el país, y por qué en ocasiones varios centros con espacio suficiente se niegan a atender a los pacientes.
De acuerdo con Ruby Alexandra Jajoy, gerente del Hospital José María Hernández, el más grande de Putumayo, aunque la capacidad instalada de camas en la institución no es la suficiente, su porcentaje de ocupación no supera el 65 por ciento anual por aspectos como la falta de habitaciones de aislamiento, cuartos unipersonales, especialistas en ginecología y pediatría.
Por la zona en la que nos encontramos ubicados, recurrentemente se presentan accidentes viales que ponen a prueba la capacidad instalada de urgencias
“Por la zona en la que nos encontramos ubicados, recurrentemente se presentan accidentes viales que ponen a prueba la capacidad instalada de urgencias”, manifiesta Jajoy. La funcionaria agrega que cuando ocurrió la avalancha de Mocoa, que dejó más de 300 personas fallecidas hace un año, tuvieron que recurrir al apoyo logístico del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias departamental y nacional.
Crisis en salud públicaLa situación es aún más crítica en los departamentos de San Andrés y Guainía, en donde, según datos del Registro Especial de Prestadores de Servicios de Salud, no hay ninguna entidad estatal que preste atención médica en esos territorios.
En San Andrés, la crisis en el hospital Clarence Lynd Newball Memorial llevó a que en abril pasado la Procuraduría General de la Nación pidiera la declaración de una emergencia sanitaria y ambiental en el departamento.
Ante los hechos, Sandra Howard, gobernadora (e) de la isla, manifiesta que desde finales de mayo pasado “la situación en el centro médico ha mejorado, el personal fue contratado y los insumos están en un alto porcentaje garantizados”.
La otra cara de la moneda se vive en departamentos de la costa Caribe, como Atlántico, Cesar y Sucre, en donde, aunque la tasa promedio de camas instaladas por cada mil habitantes casi dobla la media nacional, la presencia de entidades estatales no supera el 30%.
De hecho, en el departamento del Atlántico solo el 8% de las entidades prestadoras de salud son públicas, lo que vuelve más difícil el acceso al servicio para las comunidades más vulnerables del departamento.
Hernando Viloria, subsecretario de Seguridad Social de la Gobernación del Atlántico, confiesa que constantemente hay quejas de usuarios en el departamento por inconformidades en el servicio tanto en la red pública como en la privada, y agrega que esto genera traumatismos y demoras en los procesos de atención.
El departamento ha hecho importantes avances en el mejoramiento de la capacidad instalada y dotación en la baja y mediana complejidad, como en el caso del Hospital Niño Jesús
“El departamento ha hecho importantes avances en el mejoramiento de la capacidad instalada y dotación en la baja y mediana complejidad, como en el caso del Hospital Niño Jesús. Actualmente, la Gobernación adelanta un estudio técnico de suficiencia de la red para determinar los déficits de camas por especialidad para incrementar la capacidad física instalada con base en las necesidades”, señala el funcionario.
Por ahora, de acuerdo con Olga Zuluaga, directora ejecutiva de la Acesi, si bien es necesario el incremento del número de camas de los hospitales, la solución al problema estaría en “deshospitalizar la atención de los usuarios y beneficiar el cuidado en la comunidad no solo con hospitalización en casa, sino con un modelo de atención centrado en el trabajo comunitario y la prevención”.
Según cifras del Reps, los departamentos de Guanía, Guaviare, Putumayo, Vaupés y Vichada no cuentan con Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), indispensables para la atención de pacientes con una condición grave de salud que pone en riesgo su vida.
“Los usuarios que requieren servicios de altas complejidades son remitidos a la red complementaria fuera del departamento, principalmente a las ciudades de Neiva , Pasto, Florencia y Bogotá”, manifiesta Ruby Jajoy, gerente del Hospital José María Hernández, en Putumayo.
Las camas dotadas de la infraestructura especial para atender a pacientes con quemaduras de alto grado también son otro de los grandes faltantes en el país; según el Reps, en 24 departamentos no cuentan con ellas.
Incluso, en el departamento del Atlántico, según la Gobernación, hay un déficit de camas especialmente para quemados adultos y pediátricos, salud mental y cuidado mental intermedio.
JULIAN VIVAS*
Redactor EL TIEMPO @auscultar
Con información de Heiner Durán, corresponsal en Barranquilla.