La Secretaría de Educación de Cúcuta suspendió esta semana las clases de cerca de 400 niños de una sede del colegio de Club de Leones, que han resultado afectados por el gas lacrimógeno, arrojado por la guardia venezolana en el puente internacional Francisco de Paula Santander, entre la capital nortesantandereana y la población fronteriza de Ureña.
Este tipo de arma química es usado por el cuerpo antimotines del vecino país para repeler los ataques de un grupo de encapuchados, que, cinco días después del envío fallido de las ayudas humanitarias, continúan arremetiendo desde la orilla colombiana del río Táchira, muy cerca al barrio El Escobal, con bombas molotov y piedras, en un intento por derrumbar este cerco policial.
La secretaria de Educación, Doris Angarita, toma la decisión para mantener la integridad de los niños de la institución, la salud y el bienestar de ellos prevalecerá
La medida, que se extenderá hasta el viernes, se tomó por igual al servicio del Programa de Alimentación Escolar (PAE) en ese plantel educativo, con el fin de no generar inconvenientes durante la distribución del complemento nutricional.
“La secretaria de Educación, Doris Angarita, toma la decisión para mantener la integridad de los niños de la institución, la salud y el bienestar de ellos prevalecerá, como es deber del municipio tomar las acciones necesarias para la protección de los niños y niñas de esta sede”, indicó la entidad en un comunicado de prensa.
Los salones de clases de esta institución educativa permanecen desolados desde principios de esta semana, porque gran parte de sus alumnos viven en la población venezolana de Ureña y, debido al cierre de frontera, no han podido cruzar el eje limítrofe para acceder al servicio educativo.
Por otro lado, el alcalde de Cúcuta, César Rojas, conminó a las autoridades colombianas a recuperar el control de esta zona de frontera y a dispersar estos enfrentamientos, que están siendo protagonizados por un reducto de jóvenes, entre 20 y 30 años, autodenominado ‘La Resistencia’.
CÚCUTA