Este lunes 29 de agosto, de manera oficial, empezó el cese bilateral y definitivo al fuego en Colombia, tras un conflicto de más de 50 años entre el Estado y las Farc y los acuerdos de paz alcanzados la semana pasada.
El país despertó con el cese a las hostilidades, pero en algunos lugares esa calma lleva varios meses. En Toribío (Cauca), por ejemplo, hace casi dos años (22 meses) no se escucha un disparo y los habitantes coinciden en afirmar que con el proceso de paz se reactivó el municipio y esperan que se cumpla con el proceso para que no vuelva la guerra.
Alcibiades Escué, alcalde del poblado caucano (nororiente), uno de los más atacados por las Farc en toda su historia, señaló que lo más importante en el camino hacia la paz es que su pueblo “ha iniciado la reconstrucción del tejido social”, y entre sus gentes se han sanado tantas rupturas generadas por la guerra en ámbitos como el familiar y el social, incluso hasta en el hecho de recorrer sus bellos paisajes, propios de las estribaciones de la Cordillera Central. El miedo se fue.
“Lo importante es que se siente completa tranquilidad porque ya prácticamente hace 22 meses que no se escucha un disparo, no se escuchan hostigamientos ni hay enfrentamientos propios de este fenómeno del conflicto armado que ha sufrido el país”, afirmó Escué.
Agregó que el cese bilateral al fuego con las Farc ratifica ese clima de tranquilidad que ellos vienen gozando en los últimos dos años, tiempo en el que se ha fortalecido el emprendimiento de las actividades agrarias, económicas y culturales. “Ahora los habitantes volvieron a creer”.
Según el burgomaestre “hay un respiro porque han expresado con este acuerdo que se cierra una etapa de la historia, y se restablece la dignidad de los toribianos, quienes sintieron ese señalamiento y marcación que se hizo”.
Los indígenas y campesinos que habitan en esta región del Cauca, y que ahora caminan por entre calles en las que a través del arte la paz han impregnado su día a día, sienten que aportaron con su resistencia el granito de arena para que al conflicto armado en Colombia se le diera una salida a través del diálogo.
En Tolima y Huila también se siente la paz“Estoy feliz, contento por el cese al fuego definitivo, esa es una victoria para Colombia”, afirmó Jaime Yepes, representante a la Cámara por Tolima, quien fue víctima de la violencia.
La pesadilla para este dirigente del partido de La U, quien fue alcalde del municipio de Icononzo (Tolima), comenzó en 1995 con el secuestro de Zorayda García, en ese entonces su esposa y madre de 2 hijos. “Hombres armados que dijeron ser de las Farc se la llevaron a la fuerza y posteriormente recobró la libertad”, recordó Yepes.
Cinco años después, hombres del bloque Tolima de las Autodefensas secuestraron y asesinaron a su hija Johanna Yepes García, trabajadora social, de 23 años.
“Todo eso ha sido muy duro, una pesadilla de muchos años, pero ya olvidé ese pasado violento, ahora trabajo sin descanso en los municipios para que la gente apoye el plebiscito por la paz”, comentó el dirigente. “No quiero que ningún colombiano viva lo que me ha tocado vivir a mí”, complementó.
Aseguró también que “la tranquilidad se ha sentido en el país” desde que Gobierno y guerrilla de las Farc se sentaron a dialogar y dijo que, con el cese al fuego, la inversión estatal y privada "desarrollará el campo".
"Hoy pasamos de la destrucción y los ataques armados, al desarrollo, caminamos hacia una Colombia con mayor crecimiento económico", cerró el congresista.
Por su parte, Alfonso Lizcano Romero, exalcalde de Altamira (Huila), también ha apoyado el proceso de paz y lo hace pese a que fue secuestrado en 1997 por la columna Teófilo Forero, de las Farc.
El secuestro se presentó en San Vicente del Caguán, cuando era diputado del Caquetá.
“Lo digo públicamente: perdono a las Farc por mis 3 meses de cautiverio injusto, y votaré ‘Sí’ en el plebiscito”, aseguró Lizcano, quien recordó que durante su cautiverio "me dediqué a enseñarles matemáticas a los guerrilleros".
"Yo celebro el cese al fuego porque traerá tranquilidad y una mejor vida para todos, además, ya era hora que esta guerra llegara a su final", finalizó.
En Granada se sienten tranquilosLos habitantes de Granada están expectantes. Tras el primer día del cese al fuego, este municipio del oriente antioqueño cree que tras sufrir una guerra que no eligieron, ahora, por fin, “podemos elegir la paz”.
“Aunque también hay varios incrédulos con respecto a lo acordado, somos conscientes de que cada punto acordado trae beneficios gigantes a la población civil. Granada es un municipio campesino, esperamos que lo acordado en el punto 1 beneficie ampliamente cada vereda y cuenca del territorio”, expresó Laura Henao, habitante del municipio.
Cuenta que entre 1997 y 2004, Granada vivió en su territorio una guerra entre los diferentes actores armados: las Farc, el Eln, las Auc y el Ejército Nacional. “Lastimosamente quedó en medio la población civil y el territorio, se perdieron muchísimas vidas, se destruyó parte del casco urbano en una toma guerrillera y todavía buscamos desaparecidos”, cuenta Henao, quien hace parte de Tejipaz, una organización que contribuye a la resiliencia de las víctimas del conflicto.
Por eso, más que esperar que algo cambie en esta nueva etapa, esperan tener la seguridad en que lo que les pasó, no le volverá a pasar a ese ni a ningún otro territorio.
NACIÓN
*Con información de los corresponsales