Esta extraña licencia otorgada por la Marquesita de la Sierpe parece haberla heredado el Fondo de Adaptación (FA), entidad que se propone implementar la primera de las cinco alternativas planteadas en el Plan de Acción para la Reducción del Riesgo de Inundaciones y la Adaptación al cambio climático en La Mojana (P. A., marzo 2016).
¿De qué estamos hablando? Luego del estudio de la Universidad Nacional sobre La Mojana (abril 2012), del cual dimos cuenta en estas misma páginas (julio del 2012), el proyecto pasó al Fondo de Adaptación, creado a raíz de la ola invernal 2010-2011. El FA, a partir de septiembre del 2012, realizó una sistemática tarea que comprendió:
Levantamiento topográfico y batimétrico de la región, incluido el inventario de todos los elementos expuestos en un millón cien mil hectáreas; modelación hidrodinámica bidimensional de los escenarios de amenazas; diagnóstico técnico-jurídico de la situación predial con actualización de valores comerciales en más de 80.000 predios; y análisis de los POT en materia urbanística y de gestión de riesgo.
Con la información esencial así obtenida se estructuró el P. A., integrado por 5 alternativas de intervención. Veamos, resumida, la primera de ellas:
“Reforzamiento de los muros que protegen los cascos urbanos de las cabeceras municipales; intervención estructural de los puentes de la vía San Marcos-Majagual-Achí; viviendas palafíticas; reasentamientos de poblaciones y transición hacia huertas áreas y cultivo de arroz criollo colgado...” (pág. 63) (No, no es una estrofa perdida de La casa en el aire).
Más adelante precisa: “... como se descarta la intervención estructural sobre el dique, (...) las aguas del Cauca seguirán ingresando a la región... ocasionando la inundación periódica de las planicies existentes... y... como resultado de un evento de gran magnitud se inundarían los 11 municipios, incluyendo áreas de cultivos permanentes y territorios, así como extensiones de tierra dedicadas a la ganadería...” (pág. 64).
Quien conozca las investigaciones, los estudios y las simulaciones de los escenarios de amenaza, hechos por el FA durante la estructuración del P. A., no se explica que se haya propuesto la primera alternativa y, mucho menos, que se pretenda implementarla.
Tal decisión contradice el mismo título del P. A., ignora las consecuencias del ciclo dramático inundación-sequía y desconoce los retos de ese polígono complejo, con los sistemas naturales degradados y con dinámicas sociales y ambientales muy particulares.
Como las otras tres alternativas son variaciones sobre el mismo tema, me permito sintetizar la quinta, que, a mi entender, es una respuesta integral a los problemas de la zona:
“(...) Con el propósito de revertir la alteración morfológica sobre el río Cauca y recuperar el cauce mayor, esta quinta alternativa evalúa la construcción de un nuevo dique paralelo al existente localizado más hacia el occidente, de tal forma que se configure una nueva planicie de inundación. Para permitir la conectividad entre el río Cauca y La Mojana, se incluirían, en este nuevo dique, varias estructuras de derivación, como vertederos o compuertas, las cuales se operarían según los niveles existentes tanto en el río como en las planicies, de forma que se dé continuidad al flujo de agua y nutrientes hacia La Mojana, se conserven los complejos de ciénagas y se permita la inundación controlada de las zonas bajas. En el interior de La Mojana, para facilitar el flujo del agua... se hace necesario el acondicionamiento de caños y canales existentes, ampliando la sección hidráulica y eliminando estrechamientos”.
“... cabe resaltar que en las zonas bajas de Sucre y Caimito, ninguna de las alternativas impide la inundación porque no es posible revertir la condición natural de La Mojana y el bajo San Jorge como zonas de amortiguación del pulso hidrológico.”. Evidente. Es que las inundaciones no se pueden ni se deben evitar. Se pueden y se deben regular.
Como la decisión comentada fue anunciada en la Cámara de Representantes (17-05-17) durante el debate sobre las inundaciones actuales, citado por el representante Nicolás Guerrero, es de suponer que se debió a la necesidad que tenía el gerente del FA de dar una respuesta concreta.
A esos afanes habría que agregarle que los actuales directivos del FA no estuvieron vinculados a los estudios e investigaciones que por más de cuatro años se adelantaron por expertos y especialistas.
Estas circunstancias explicarían el camino facilista de levantar muros de concreto, en contravía de toda la política ecológica contemporánea.
Sería aconsejable que se revisara el tema y, tanto los agentes estatales como los líderes regionales, antes de precipitarse en anuncios, reuniones y firma de compromisos, leyeran las investigaciones, entre ellas la de Corpoíca sobre ‘El impacto de la inundación en los sistemas de producción de La Mojana, a nivel de prefactibilidad’ (marzo 2013), cuya actualización fue financiada por el FA.
Además, “ (...) el principal problema de salud de la zona es la contaminación por mercurio” (P. A.) expuesto con insistencia por Francisco Ordóñez Sampayo y divulgado en este periódico por Juan Gossaín. En este caso, se debe analizar la solución propuesta por los ingenieros de la Universidad Nacional y leer con atención las publicaciones del profesor José Luis Marrugo, Ph. D., y del equipo de estudiosos de las Universidades de Cartagena y Córdoba.
Por otra parte, se advierte que en los estudios de riesgo y en el análisis costo-beneficio de las alternativas no hay referencia alguna a que La Mojana es una región estratégica que presta servicios vitales para el mantenimiento del equilibrio ambiental del país, así: a) Mitiga las inundaciones a través de la amortiguación de los caudales de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge y de caños y ciénagas; b) conserva la biodiversidad gracias a sus funciones de hábitat; c) regula el equilibro atmosférico, y d) depura naturalmente las aguas.
Los menciono para que se comprenda que la solución de los problemas de La Mojana pasa por restablecer sus dinámicas ambientales y es de gran interés de la nacional.
Para casos como este se creó el FA. ¡Para la adaptación al cambio climático! Ciertamente, la no intervención en La Mojana es un escenario imposible de sostener porque se causarían daños ambientales irreversibles.
Desde hace más de 15 años he defendido e impulsado el Proyecto Mojana. Por eso recurro ahora a la mágica oración de los orífices de Zenúfana, para que anule “el poder contrario” del FA y, por las aguas de sus canales legendarios, envíen un mandato de esperanza: “Salven a mi gente de las inundaciones, de las sequías y del mercurio, como lo hicimos nosotros hace más de 2.000 años”.
CARLOS MARTÍNEZ SIMAHAN
Especial para EL TIEMPO
“Quien disfruta de un poder disfruta también del poder contrario”. Gabriel García Márquez (1954).
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