El mar estaba muy tranquilo ese día, nadie sintió ni vio venir a la gigante ballena que arrastró la pequeña balsa en la que dos pescadores se encontraban desde muy temprano en la mañana. El susto los hizo saltar al agua y mientras flotaban, aún sin saber qué había pasado, vieron cómo la lancha se alejaba de ellos.
“Gracias a Dios sabían nadar, de lo contrario se hubieran muerto ahí en el mar”. Así recuerda la historia Ilario Reina, un experimentado pescador del Valle del Cauca, a quien le contaron esta increíble anécdota hace algunos años.
La historia con la que alertan a todos los pescadores ocurrió en Guapi, en el pacífico caucano.
“En el mar hay muchos peligros -señala Reina-; uno de esos es toparse con una ballena, porque esas se lo llevan a uno, o jugando con sus ballenatos lanza un coletazo y el pobre pescador está ahí en el mar, desprotegido”.
Los pescadores enfrentan diferentes riesgos en su actividad, aparte de los robos, las peleas con otros colegas y diferentes vicisitudes que se presentan en altamar, este hombre de 63 años asegura que si no se tiene cuidado, las ballenas que por esta época atraviesan el Pacífico pueden ser otro factor fatal para estos profesionales.
De acuerdo con datos del Ministerio de Trabajo, hasta junio del 2017 se registraron 54.574 accidentes de trabajo y 54 muertes de pescadores. Esta actividad, rodeada de brisa, mar y de mucha paciencia, es una profesión de cuidado.
Ilario lleva 45 años pescando en Buenaventura. Vive en el sector de La Playita. Asegura que todos los días se levanta desde las 4 de la mañana, se prepara un café y sale a preparar su atarraya para ver qué puede conseguir.

Según datos de expertos, recopilados por Parques Nacionales Naturales, entre 600 y 1000 individuos visitan el área protegida del Parque Nacional Natural Utría.
Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO
La pesca artesanal es un tipo de actividad pesquera que utiliza técnicas tradicionales con poco desarrollo tecnológico. Regularmente es practicada por pequeños barcos en zonas costeras a no más de 10 millas (unos 16 kilómetros) de distancia, dentro de lo que se llama mar territorial.
“A mí me han pasado ballenas a 10 metros de mi embarcación -asevera Reina-; por esta época las ballenas pasan por aquí muy cerca, no digo que nos ataquen porque eso no es real, son los animales más lindos del mundo, pero debemos tener cuidado”.
A su edad, con algunas afectaciones por caídas y golpes que ha tenido durante su labor, Ilario cuenta que ante el paso de una ballena cerca de los pescadores no hay nada qué hacer. “Saber nadar, eso es todo, porque esos animales pasan y se llevan todo. Son gigantes”.
El sector preferido de algunos pescadores es cerca del área protegida del Parque Nacional Uramba Bahía Málaga, en el Pacífico colombiano. Allí los pescadores pueden obtener, en un día, hasta 20 kilos de ñato y otro tipo de especies.
Pero algunos colegas de Ilario aseguran que el paso de las ballenas por esta zona representa algo para tener cuidado.
Uno de los mecanismos de defensa que utilizan estos hombres son dos piedras. Los experimentados señalan que entre los implementos de pesca deben llevar rocas.
Cuando ven que alguna ballena se acerca las sostienen con sus manos bajo el agua y las hacen sonar, lo que, sostienen, ayuda a que las ballenas cambien su dirección.
Entre los meses de julio y septiembre se pueden observar por las costas del Pacífico ballenas jorobadas o yubarta. Se realizan avistamientos programados donde las personas pueden disfrutar de la migración de estos mamíferos.
Según voceros de Parques Naturales, a las ballenas casi que hay que perseguirlas para poder verlas, por lo que no consideran que exista un riesgo real de accidentes por atravesarse en el paso de estos gigantes.
No obstante, no ven imposible que este tipo de accidentes puedan ocurrir, pues muchas veces los pescadores no toman las precauciones cuando salen a pescar.
Para Manuel Bedoya, presidente de la Asociación Nacional de Pescadores Artesanales de Colombia (Anpac), estas historias son solo mitos.

Durante la temporada reproductivo alrededor del PNN Gorgona, las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) exhiben sus enormes aletas pectorales.
Cortesía / PNN Gorgona / Fundación Yubarta
“Las ballenas son muy nobles -resalta Bedoya-; esos animales hasta juegan con uno. Yo hasta ahora no tengo registro de que una ballena salte y mate a algún pescador. Sin embargo, es evidente que si estoy pescando muy cerca de su paso, puede ocurrir una tragedia”.
Manuel tiene 77 años, conoce los riesgos de la pesca y asegura que Anpac está para proteger esos derechos de los pescadores. Considera que el tema de las ballenas es por el que menos se deben preocupar los pescadores, porque en los últimos años es poco, casi nada, lo que se ha escuchado de accidentes por causa de las ballenas.
Bedoya lleva 30 años fuera de las aguas. Hoy se dedica a dignificar y mantener la labor de los pescadores artesanales, pero reconoce que no solo las ballenas pueden ser un riesgo, sino que hay más y nadie protege a estos profesionales de alta mar.
Ilario, desde su experiencia, sostiene que no se puede desconocer que el paso de las ballenas puede representar un peligro, pero eso no cohíbe al pescador.
“Uno escucha -dice Reina-; los pescadores también se asustan cuando ven pasar a esos animalotes, un coletazo y hasta luego”.
MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA
Redactor de EL TIEMPO