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El albergue que aprendió lenguaje de señas para atraer al turismo

Todo el personal del albergue juvenil Bouillon ha tomado clases de lengua de signos.

Todo el personal del albergue juvenil Bouillon ha tomado clases de lengua de signos.

Foto:Pierre-Yves Thienpont

El hospedaje juvenil de Bouillon, en el sur de Bélgica, tiene como bandera a la inclusividad.

Julián Vivas
¿Elegir aprender el lenguaje de señas suena extraño? No para el personal del albergue juvenil de Bouillon, en el sur de Bélgica, que el pasado mes de enero comenzó a tomar clases del lenguaje, rara vez utilizado en el sector turístico.
La mujer detrás de la iniciativa es Dominique Duchatel, directora de la cadena de albergues Les Auberges de Jeunesse, que cuenta con 10 establecimientos en todo el país. "Yo también he estado tomando clases de lenguaje de signos durante los últimos tres años,” explica Duchatel. “La comunidad de sordos se enteró, y recientemente acogimos a varios grupos de personas sordas. Así que pensé que era una buena idea que todo el personal lo aprendiese también".
El objetivo era que su equipo dominase las bases de este lenguaje para comunicarse, pero también que comprendiese cómo acoger mejor a los clientes sordos, cuyas necesidades son ligeramente diferentes.
Los 13 miembros del personal del albergue de Bouillon contaron con Annie Devos, intérprete de lenguaje de señas, para ayudarles con el desafío. La capacitación se llevó a cabo en la cantina del albergue, que lejos estaba de ser silenciosa. "Aunque los estoy introduciendo al lenguaje de señas, sigo hablándoles. Para mí es importante que tomen conciencia sobre ciertas cosas, sobre todo del contexto y de la cultura de la comunidad sorda", asegura la intérprete.

La persona sorda simplemente se expresa de forma diferente. Deberíamos prohibir el término 'sordomudo'

Generar conciencia sobre las especificidades de esta comunidad ayuda a derribar los estereotipos populares, sostiene Devos. "Lo primero que una persona oyente debe entender es que una persona sorda no es muda,” subraya. “La persona sorda simplemente se expresa de forma diferente. Deberíamos prohibir el término 'sordomudo' de nuestro vocabulario".
La primera fase introdujo algunos conceptos claves a la hora de comunicarse con personas sordas o parcialmente sordas. "A menudo, el reflejo inicial de las personas oyentes es llamar en voz alta a una persona sorda, lo que evidentemente no funciona,” señala la intérprete. “Para llamar la atención de una persona sorda, lo mejor es golpear una mesa, ya que el golpe crea pequeñas vibraciones, o hacer grandes gestos dentro del campo visual de la persona, o apagar y encender la luz de forma intermitente".
Todo el personal del albergue juvenil Bouillon ha tomado clases de lengua de signos.

Todo el personal del albergue juvenil Bouillon ha tomado clases de lengua de signos.

Foto:Pierre-Yves Thienpont

Muchas de las cuestiones abordadas en estas sesiones ayudarán al personal a facilitar la interacción entre los huéspedes oyentes y los no oyentes. "En la cantina, por ejemplo, si tenemos un grupo de oyentes y un grupo de sordos, podemos explicarles estas cosas a las personas oyentes. Podemos alertar a los oyentes, por ejemplo, de que las personas sordas hacen mucho ruido sin darse cuenta, o avisarles que pueden golpear la mesa para desearse ‘buen provecho’... Quizá, en algunos casos, eso los anime a interactuar", dice Duchatel.
Una vez finalizada la fase de "sensibilización", los alumnos se zambulleron de lleno en el aprendizaje del idioma, topándose con su primer gran obstáculo: aprender a pensar en imágenes. "La gente que oye tiende a atascarse en ciertos conceptos que quieren explicar, y tratan de traducir palabra por palabra. Pero una persona sorda no funciona así, una persona sorda piensa en imágenes,” explica Devos. “Necesitamos forzar a nuestros cerebros a pensar de la misma manera".
Una de las mejores maneras de conseguirlo es a través de juegos de mímica. Luego ya se puede pasar a los conceptos básicos del lenguaje de señas. "Primero aprenden todos los saludos básicos: hola, gracias, adiós. Trato de no enseñarles demasiado vocabulario; no podrían recordarlo después,” sostiene la intérprete
Todo el personal del albergue juvenil Bouillon ha tomado clases de lengua de signos.

Todo el personal del albergue juvenil Bouillon ha tomado clases de lengua de signos.

Foto:Pierre-Yves Thienpont

Para ayudarlos, Devos consideró los diferentes trabajos en el albergue juvenil: desde el cocinero hasta el guía turístico, pasando por el personal de limpieza y mantenimiento, nadie se quedó atrás. Así, cada uno de ellos pudo aprender el vocabulario básico necesario para su función específica.
Costó un poco de esfuerzo acostumbrarse a las señas. Pero incluso si algunos de los miembros del personal estaban demasiado avergonzados para intentarlo al principio, sus dedos y manos pronto se aflojaron. "Es realmente agradable, divertido y muy enriquecedor", asegura Jérôme, subdirector del albergue. "Al principio, tienes un poco de miedo de no poder hacerlo, pero en realidad todo el mundo puede." Su colega Véronique, guía turística, coincide: "Se aprende mucho y realmente nos ha abierto nuevas posibilidades. Ya había adaptado mis visitas guiadas para que fueran adecuadas para personas con discapacidades físicas y ciegos, pero nunca para sordos. Ahora podré hacerlo".
El curso de formación en lenguaje de señas en Bouillon duró nueve días, y fue un proyecto piloto eficaz. Pronto, toda la red de Les Auberges de Jeunesse podría adoptar el mismo enfoque, lo que sin duda deleitará a la comunidad de sordos belga. Según la Federación Francófona de Sordos de Bélgica (FFSB), 972.103 personas formaban parte de dicha comunidad en 2017 — el 8,6% de la población del país.
Pauline Martial
Le Soir (Bélgica)
*Este artículo se publica como parte de 7,7 Mil Millones, una iniciativa internacional y colaborativa que reúne a 15 medios de comunicación de todo el mundo para centrarse en soluciones en favor de la inclusión social, económica y ciudadana.
Julián Vivas
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