Hacia las tres de la madrugada de este martes, el Hospital Departamental de San Andrés fue otra vez objeto de actos vandálicos, cuando una turba arribó en busca de un familiar herido. Al enterarse de que este había fallecido víctima de un incidente preliminar, varias personas ingresaron por la fuerza al centro asistencial provocando daños y agrediendo al personal.
Los perjuicios causados por los agresores se presentaron en la ambulancia del hospital, en las ventanas de la morgue (donde se hallaba el cuerpo sin vida que buscaban) y en la sala de pediatría, hiriendo levemente un menor que allí se encontraba. Inclusive, relatan testigos, hasta el quirófano llegaron intimidantes sin que nadie pudiera detenerlos. “En la sala de cirugía estaban dos compañeras con un paciente que nada tenía que ver y hasta que no se les mostró la cara no se retiraron”, dijo una enfermera del Hospital.
Los médicos y enfermeras se sienten vulnerados y temen por sus vidas, ya que la sala de urgencias se convierte en una batalla campal cada vez que hay enfrentamientos entre pandillas o disturbios originados en los bailes de ‘pickups’ que luego se trasladan al Hospital, comentaron trabajadores del centro asistencial. Solo este fin de semana ingresaron cuatro heridos de bala y el fallecido, quien llegó sin vida.
Pese a que hay seguridad privada y agentes de la policía apostados en la sala de urgencias, parece que la fuerza pública no es suficiente para contener la marea furiosa que ‘escolta’, a manera de protección, a un herido o, también, en la búsqueda de retaliación.

Ambulancia dañada del Hospital. Archivo Particular
Hassam Hendaus, subdirector del Hospital Departamental, se pronunció frente al hecho convocando a una reunión extraordinaria con el Secretario de Salud Departamental, el Contraalmirante del Comando Especifico de San Andrés (Cesyp) y demás autoridades; además de dos representantes del personal médico de urgencias como testigos directos de los actos de vandalismo.
Entre las exigencias que están redactando están la de tener presencia militar, en otras palabras, ejército permanente en el Hospital; cámaras de alta tecnología con comunicación directa, sistemas de seguridad y reforzar las puertas principales de acceso general y de quirófanos.
Por último, el Subdirector no anduvo con rodeos para describir los hechos. “Esta situación va más allá de toda lógica. Necesitamos la solidaridad de toda la comunidad para defender nuestro Hospital y, si es necesario, también el uso de la fuerza para seguir velando por la salud pública de la isla”, concluyó Hendaus.
EDUARDO LUNAZZI
Para EL TIEMPO