El trasegar de María Eugenia Posada en el periódico Vivir en El Poblado comenzó y terminó de la misma manera: en medio de un duelo.
Hace siete años, tras la muerte de su hermano Julio, María Eugenia asumió las riendas del legado que él había fundado 27 años atrás. Ahora, poco antes de llegar a su edición número 700, el periódico volvió a sorprender a su audiencia. Esta vez, anunciando su cierre.
Un sentimiento similar al que experimentó al perder a su hermano volvió a invadir a María Eugenia. Le decía adiós a un proyecto familiar y se volvió parte de la ciudad.
En medio de las paredes blancas de las oficinas del periódico se siente un ambiente lúgubre. Una quietud impropia de un lugar donde se vive la noticia. No hay actividad. No se escucha el tecleo incesante de los que informaron de manera independiente el acontecer de la ciudad. Solo cuatro personas quedan allí.
María Eugenia se sienta en su oficina. Detrás de ella hay una pintura de tonalidad azul con bordes dorados en el que sobresale la palabra ‘vivir’. También hay ocho tomos de pasta negra en los que recopilaron algunas de las ediciones.
Traga saliva y contiene las lágrimas que se acumulan en sus ojos oscuros, a la vez que juega con un anillo plateado en su dedo anular dándole vueltas. Y esto contó del fin de Vivir en El Poblado.
¿Cómo recuerda su primer día como directora del periódico?
Recuerdo un día clave: un primero de febrero, el día en el que la enfermedad de mi hermano tuvo un proceso de gravedad definitivo. Al otro día me nombran gerente de manera formal. En marzo siguiente él falleció. Comencé aturdida como me siento hoy con esta nueva decisión.
La decisión de cerrar tomó por sorpresa a la ciudad, ¿ya estaba planeado?
No. En enero 27 se publicó la última edición. Cuando salió no sabíamos que sería la última, pero ya estábamos viviendo una etapa de cuidados intensivos en el aspecto financiero.
¿Entonces qué pasó?
Nosotros (la familia Posada) nunca lo vimos como un negocio para hacernos ricos. Pero sí que fuera una empresa sostenible y siempre se comportara respetando los derechos de todos los que contribuían en el proceso, especialmente recurso humano de planta o terceros.
A ellos no queríamos fallarles. Pero situaciones familiares y otras más ocurridas en el 2016 nos llevaron responsablemente a repensar el modelo. No íbamos a tomar ningún riesgo que fuera en contra de todos los que nos apoyaban para hacer la tarea, eso empujó la decisión de cerrar a comienzo de año, en un momento en el que se miraban todas las variables.
¿Qué resalta del semanario en su trayectoria?
Demostramos que Vivir en El Poblado era un proyecto sostenible y bien planteado. El proyecto no se está muriendo por falta de soporte de lo que hacemos, sino más bien porque no hay unos recursos suficientes hacerlo sostenible.
¿Qué momento la marcó en estos 27 años?
Todos. Yo viví siempre gratificada con esta tarea porque siempre lo vi como un granito de arena, pero uno que ayudaba a construir una mejor sociedad. Un momento muy especial fue que siempre se miró para El Poblado, especialmente en el tejido social de la ciudad para conectar la comuna con otras partes de la ciudad con menores condiciones económicas.
¿Cuál fue el proyecto que más le gustó?
Para los 25 años hicimos un especial de todos los barrios de Medellín. Eso fue algo que me marcó. Mostramos la ciudad desde nuestro punto de vista para que la gente de El Poblado entendiera qué ocurre en otros sectores de la ciudad. Fueron 22 salidas en las 16 comunas y contamos temas de interés de Medellín mediante la crónica.
¿Quiénes participaron en esta iniciativa?
En total trabajamos aproximadamente 35 personas, directa e indirectamente. Incluyo a los columnistas y otras personas externas.
¿Cómo tomaron ellos la decisión del cierre?
Muy triste. Fue lo primero que hice porque somos una familia. Luego informamos a lectores y anunciantes. Pero nunca me imaginé la respuesta de todos, fue algo asombroso conocer el apoyo de todos. Sentí que nos arraigamos en el alma de las personas.
¿Y el resto de la ciudad?
El sentimiento que se ha dado hacia afuera me ha dado fuerza, no esperaba esa respuesta tan espontánea defendiendo lo que hacíamos. Nos dicen que ayudamos a crear cultura y fomentar valores en la comunidad.
Pero con esa respuesta ¿se abre la posibilidad de volver a circular? ¿Se ha dicho que de manera virtual?
No sabemos nada del futuro. De pronto esos movimientos ciudadanos lleven a que surja algo nuevo. No sé cómo ni de qué forma ni quién. Mi familia dio un paso al tomar la decisión de hacer la retirada del esfuerzo. Yo como María Eugenia solo digo que es muy difícil, no te puedo decir nada ahora.
¿Qué le diría a los lectores, anunciantes, y todos aquellos que creyeron en Vivir en El Poblado?
…Solo gracias… Con todos los que nos apoyaron estamos muy agradecidos.
David Alejandro Mercado
Redactor de EL TIEMPO
davmer@eltiempo.com