Para María Fernanda Aristizábal, joven graduada en Comunicación Social de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), transitar por el centro de la ciudad se ha vuelto cada vez más intolerable. Esto, dice, debido al hollín que emiten la mayoría de los buses ‘destartalados’ que por él transitan.
Al igual que ella, otras 36.598 personas opinaron en la Encuesta realizada por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, respecto a la calidad del servicio del transporte público masivo y colectivo de la ciudad.
El estudio arrojó que la mayoría de los encuestados, en una escala de 1 a 7 —siendo 7 el puntaje más alto— están medianamente satisfechos con el sistema en general que incluye al tranvía, al metrocable, el metro, el metroplús, las Rutas Integradas, Metropolitanas, Transporte Público Colectivo en Medellín (TPM), alimentadoras y el Sistema de Bicicletas Públicas, EnCicla.
La medición, en una muestra que representa un 90 por ciento de confiabilidad, según lo aseveró Viviana Tobón, subdirectora de Movilidad del Área Metropolitana, detalló cuantitativamente que un 5,4 de la población encuestada se siente a gusto con el transporte de la ciudad.
Sin embargo, una de las conclusiones más relevantes es que las Rutas de Buses Integradas, metropolitanas, alimentadoras y TPM, son los medios menos satisfactorios para movilizarse.
Características como la disponibilidad del servicio, el tiempo y la tarifa fueron señaladas por los habitantes como las más importantes al momento de evaluar un medio de transporte, hecho que dejó al tranvía y al metrocable en los primeros lugares.
Víctor Gabriel Valencia, miembro del grupo de investigación ‘En vías’ de la Universidad Nacional sede Medellín, se refirió a la encuesta y señaló que el tranvía es una “justificación muy forzada”.
Para él, esta fórmula le ha quitado vías no solo al transporte público (en el que se hubiese “podido utilizar buses, más económicos y flexibles”) sino también para el privado. “La gente tiene derecho a escoger su modo de transporte de acuerdo con sus condiciones”, agregó Valencia.
Otro de los factores estimados fue la calidad ambiental,aire y ruido. Para los encuestados, y para María Fernanda, fue importante que el medio no contaminara. Atributo en el que los buses se rajaron.
La gente tiene derecho a escoger su modo de transporte de acuerdo con sus condiciones
“Yo he adquirido muchas enfermedades respiratorias este año pues vivo en Prado, centro”, dijo, por su parte, Lina Trujillo, estudiante universitaria. Agregó que el problema no solo es en movilidad sino en lo ambiental que afecta a los residentes de los sectores por donde más se mueven los buses.
Dolores de cabeza y náuseas son resultados de una movilidad no sostenible, para algunos habitantes. De ahí, el reto de la entidad de implementar soluciones verdes.
De acuerdo con el informe de ‘Medellín Cómo Vamos 2016’, la baja satisfacción, la baja percepción de seguridad y el costo del sistema de transporte público colectivo de la ciudad caracterizan a las diferentes rutas de buses existentes.
Para Víctor Gabriel Valencia, experto en movilidad y miembro del grupo de investigación ‘En vías’ de la Universidad Nacional, sede Medellín, la problemática de los buses ha perdurado por años sin una solución completa. La cobertura, los tiempos de llegada y salida, el costo, la ‘guerra del centavo’ y la comodidad son las variables que hacen que este servicio de transporte público falle en la percepción de satisfacción ciudadana.
Otra de las características que señaló Valencia, y en las que se ha malogrado el buen funcionamiento de este sistema, es la integración física, monetaria y de planificación. Estas particularidades son en las que el Metro, con sus rutas integradas, ha mejorado pero que todavía falta implementar en los demás transportes colectivos.
Finalmente, el experto aseguró que la cultura que se evidencia en los buses, bien sea por el conductor como por el usuario, ha perjudicado la movilidad de la ciudad.
Infraestructuras como el ‘Solo bus’ no están adecuadamente condicionadas para que los demás conductores la respeten y, la falta de conciencia de los usuarios con los paraderos fijos de autobuses, dejan efectos perjudiciales en la demora y disponibilidad, en este modo de transporte, concluyó Valencia.
MARÍA CAMILA SALAZAR RUIZ
Para EL TIEMPO
camsal@eltiempo.com
MEDELLÍN
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