La vida les cambió a los 95 campesinos que viven en la vereda El Orejón, en Briceño (Antioquia), tras un año y medio de desminado humanitario entre el Ejército y las Farc.
Esta zona, que fue el piloto de desminado conjunto acordado en la Mesa de Negociación de Paz en La Habana (Cuba), fue declarada libre de estos artefactos explosivos este jueves.
Campesinos y guerrilleros entregaron mapas y testimonios con los que los expertos del Ejército y de las Farc trabajaron en 11 áreas peligrosas.
Los desminadores despejaron 19.849 metros cuadrados en los que destruyeron 46 artefactos explosivos desde el 13 de julio de 2015 hasta mediados de diciembre de este año, según la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (Daicma).
De las 11 áreas se limpiaron 10, menos El Alto del Oso por causa de poca información y por la muerte del explosivista Wilson de Jesús Martínez Jaraba, mientras desactivaba una mina el pasado 15 de julio.
Bernardo Peláez, habitante de la vereda, contó que ahora podrán trabajar su tierra y movilizarse por zonas que hace 10 años no pisaban por miedo a estas trampas mortales, que llevaban décadas sembradas en la vereda.
Este jueves, Javier Andrés Cuaical y Carolina Lasso, delegados de la Cancillería colombiana visitaron la vereda para dar revisión a los proyectos que se adelantan desde 2015 como la potabilización de agua para las escuelas de cuatro veredas; la construcción de la biblioteca de Briceño y los kioskos de Vive Digital entre otras.
“Fue un trabajo grande, duro, planificado, costoso y riesgoso que nos deja contentos y nos cambia la vida. Limpiaron zonas que creímos que nunca volveríamos a usar tales como Chiri 1 y Chirí 2, Guinea y el cerro El Capitán. Hoy tenemos confianza de caminar libremente”, contó el campesino.
Gracias al desminado humanitario, en la vereda podrán activar proyectos productivos. “Por las minas, dejamos de cultivar, ahora vamos a poder hacerlo en la mayor parte del territorio”, agregó.
En esa vereda había una mina cada 426 metros cuadrados, mientras que el promedio nacional es una cada 2.600 metros cuadrados, según el Daicma.
Por la alta complejidad, los desminadores usaron todas las técnicas de desminado: manual, mecánica y canina. En la limpieza trabajaron 48 militares, tres guerrilleros de las Farc y tres perros antiexplosivos con ayuda de una máquina conocida como ‘barreminas’, que elimina artefactos difíciles de detectar.
El desminado lo lideró la ONG Ayuda Popular de Noruega y lo apoyaron los países garantes del proceso de paz: Cuba y Noruega. Allí estuvieron los guerrilleros Olmedo Ruiz, responsable político del frente 36; Cristina Ruiz, coordinadora logística de las Frac y alias ‘Pecueco’, que conoce las técnicas de instalación de minas de esa guerrilla.
Sergio Bueno, director del Daicma y quien estuvo ayer en la vereda, contó que el proyecto de El Orejón ayudó en el desescalamiento del conflicto y se convirtió en una herramienta de paz, ejemplo para Colombia y el mundo. “El desminado va más allá de la identificación de artefactos explosivos. Es restitución de la tierras y generar confianza en la comunidad, por eso es vista como una herramienta de paz”, agregó.
También contó que los campesinos ayudaron a marcar las zonas de riesgo, participaron en el proceso y lo conocieron desde que se hicieron los estudios no técnicos hasta el avance del despeje.
‘Pastor Alape’, representante de las Farc, dijo que cuando llegaron a la vereda, en mayo del 2015, para iniciar el proceso de desminado el paisaje era otro: rostros de desconfianza que dejó el conflicto, mientras que hoy ve niños, mujeres y hombres esperanzados en este proceso.
“Cuando llegamos acá estábamos culminando el punto 5, el de víctimas. Hoy estamos en otro escenario, un acuerdo firmado en proceso de implementarlo y hacerlo realidad”, agregó ‘Alape’.
El proyecto de El Orejón dejó muchas lecciones, según la Dirección para la Acción Integral contra Minas. Por ejemplo, que es mucho más eficiente y rápido el proceso cuando se trabaja de manera conjunta con los actores armados.
Peláez afirmó que “los habitantes vemos una intención grande de parte del Gobierno y de las Farc para que salgamos adelante y haya desarrollo económico y social en la vereda”.
Además del desminado, el Gobierno entregará la casa comunal y la escuela que se demolió para construir una más amplia con salones, sala de internet y biblioteca, obra que avanza en un 70 por ciento.
“No solo El Orejón cambió, si miramos como era el lugar cuando empezó el desminado y cómo es hoy, la gente también cambió, incluso su manera de pensar, hay una esperanza”, agregó el habitante.
Otra de las nuevas esperanzas es el retorno de las familias que huyeron de la violencia y de las minas antipersonales que estaban sembradas en sus fincas y en los alrededores.
“Aquí solo se habla de retorno, de nuevos proyectos, de esperanza y de paz”, concluyó Peláez-
DEICY JOHANA PAREJA M.
Redactora de El TIEMPO
Medellín
Comentar