En el barrio Moravia es normal toparse con caminos serpenteantes y callejones que comunican entre sí a sectores como El Bosque, El Oasis y el mismo Moravia.
Casi todos esos caminos están en placas de cemento o en tierra; sin embargo, hay uno que se diferencia, no solo por su utilidad, a diario pueden cruzarlo más de 300 personas, si no también por sus coloridas paredes y por ser, luego de una intervención, el más adecuado para transitar.
El camino fue recuperado gracias al trabajo de varias voluntades, entre ellas, la de Albert Kreisel, un ciudadano alemán y arquitecto de profesión, quien, luego de vivir un tiempo en el barrio, evidenció en este espacio una necesidad por solucionar.
Kreisel hace parte de la Escuela de Primavera del ‘Medellín Urban Lab 17 Berlín’, una estrategia enfocada a generar campos de debate sobre la importancia de crear estrategias urbanas para la producción conjunta de espacios de ciudad. Son cerca de 24 ciudadanos alemanes, entre estudiantes y profesores de la Universidad Técnica de Alemania, los que hacen parte de este proyecto.
Yeison Henao, sociólogo y líder comunitario del barrio, comentó que esta escuela y estas intervenciones están pensadas para mejorar las formas de habitar la ciudad. “Este trabajo está muy enfocado y planeado a realizar cambios y mejoramientos en pro de las necesidades de la comunidad y no de la norma o los dirigentes de turno”, agregó Henao.
Cielo Holguín se encarga de liderar el proyecto desde el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia: “Nosotros nos encargamos junto con los alemanes de realizar una investigación previa y de que ellos conocieran el barrio, para que así logremos tener mejores resultados”.
Las escaleras
del Oasis Tropical se convierten en un atractivo turístico, gracias a su intervención
Clara Inés Vergara, habitante del sector, reconoció la importancia de la obra y dijo sentirse agradecida con “esos muchachos” a los que les envía bendiciones y les pide nunca olvidar el barrio.
“Bendito sea Dios que nos envió a estos jóvenes para hacer este trabajo que tanto necesitábamos, antes era muy difícil caminar por acá, uno se resbalaba mucho pues cada que llovía todo se volvía un pantanal. Ahora, ¡mire todo tan bonito! Hasta en uno de los murales me pintaron”, dijo Clara Inés, con cara de orgullo mientras saca fuerzas para cargar un balde con cemento y seguir ayudando en la construcción de las escaleras del barrio.
Jaiver Nieto
MEDELLÍN
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