En medio de los murales coloridos, algunos que recuerdan tiempos de violencia, otros de paz y otros con personajes pintados con rostros gigantes, va caminando por el sector Independencias de la comuna 13, Juan David Garcés, un turista caleño que llegó con sus amigos, algunos de ellos paisas.
Con una cámara profesional colgada en su cuello, va registrando los momentos que quiere guardar como colección de un buen momento, mientras el sol es un tanto sofocante y lo acompaña en su recorrido.
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“Estamos haciendo el recorrido que es una de las partes más emblemáticas y golpeadas por el conflicto, por el tema de la violencia y vemos que hay una cultura diferente, el tema de los murales, lo que proyecta, el cambio ha sido muy positivo”, comenta con su acento caleño inconfundible.
Sus amigos y él forman parte de los turistas que poco a poco están retornando a la ciudad y en especial a esta zona, ubicada en el noroccidente y que se ha convertido en parada obligada para locales y extranjeros.
Los tiempos no han sido fáciles para las familias ni mucho menos para las empresas turísticas y guías que viven de la visita a este lugar. La pandemia por el covid-19 y la cuarentena de varios meses, los golpeó.
“La pandemia es un golpe totalmente fuerte para toda la comunidad la cual estaba renaciendo nuevamente después de todos los golpes que ha sufrido y que ha encontrado en el turismo una fuente de ingresos”, comenta José Fernando Montoya Torres, presidente de la Red de Turismo de la comuna 13 que está conformada por 18 empresas y asociaciones.
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Juan David Garcés (i) y sus amigos recorriendo el sendero que tiene los grafitis de los aristas locales.
Jaiver Nieto
En medio de calles casi desoladas, tiendas con restricción de entrada y pocos turistas, los vecinos y habitantes de esta zona reconocida por las escalas eléctricas sobrevivieron durante la cuarentena con recolectas de mercado y algunos de ellos tuvieron que volver a antiguos oficios como conducir taxi, Uber o incluso como vendedores ambulantes, como lo cuenta Montoya.
Sin embargo, desde el 1 de septiembre, llegó una luz de esperanza con la reapertura económica en Medellín. “Lo que venimos haciendo es que realizamos diferentes campañas con entidades y la semana pasada presentamos unas generalidades de bioseguridad para la comuna 13”, explica el líder en turismo de este sector.
Ya el 95% de las empresas turísticas y asociaciones ya están en labores, aunque la demanda es poca, pues antes de la pandemia allí iban más de 4 mil visitantes al mes, ahora está alrededor de los mil, sobre todo los fines de semana y con turistas locales y algunos de otras partes del país.
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Así es el sector de Las Independencias y barrios vecinos. Allí están las escalas eléctricas.
Jaiver Nieto
De acuerdo con Ledys López, subsecretaria de Turismo de la Alcaldía de Medellín, esa poca visita de turistas tiene una explicación y obedece al proceso lento que lleva la reactivación del transporte aéreo. Por ejemplo, el aeropuerto Olaya Herrera está funcionando sobre el 26 por ciento de su capacidad operativa comparado con el año anterior y el José María Córdova está en el 12%.
“Eso significa menores vuelos, menores frecuencias y por lo tanto menos visitantes y con la activación del transporte también se nos da la posibilidad de reactivar el turismo”, explica.
Con respecto a esta comuna, la subsecretaria cuenta que el proceso de reactivación turística se ha venido adelantando con el acompañamiento de diferentes estancias de la administración municipal y esto incluye a Espacio Público, Secretaría de Salud, con Terminales de Transporte y el Metro de Medellín.
Mientras la reapertura avanza poco a poco, los habitantes, guías y operadores turísticos están preparando todo. El Museo de la Comuna 13 es uno de ellos. Este lugar, ubicado en medio de la calle que da entrada a las escalas eléctricas, fue hecho para recordar los hechos de violencia y la transformación de los barrios que conforman esta zona de Medellín.
Sobre sus paredes hay imprimidas fotos que recuerdan la Operación Orión y la Operación Mariscal (ambas en 2002) que significaron una compleja situación de violencia, desapariciones, falsos positivos, muertes y hoy heridas y un largo proceso de resiliencia.
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Juan David Carvajal narra la historia de la Operación Orión a los visitantes de este museo.
Jaiver Nieto
Juan David Carvajal, quien maneja este museo, se encarga de contar una corta historia sobre esto y para él también es una manera de memoria, de espantar malos recuerdos.
“Soy un nacido y criado en el sector de la cancha en donde empiezan las escalas eléctricas y nos criamos aproximadamente 80 jóvenes, entre ellos somos 7 vivos y soy un sobreviviente de la violencia. Fui víctima de un falso positivo, estuve en prisión por 11 meses en la operación Orión y cuento la historia de todo lo sucedido en el sector y la transformación que tenemos”, comenta.
Cada fotografía tiene algo de dolor pero el recorrido y la narración termina con la actualidad, mostrando una comuna que, aún con la pobreza, se ha venido transformando por medio del turismo y la cultura.
“Pasamos ser de una de las comunas que nadie quería ver, quería visitar, les daba mucho miedo, mucho temor por la violencia y ahora a ser una de las más visitadas por el mundo”, dice con orgullo este guía del museo que nació para hacer parte de los recorridos en 2019.

Así es el helicóptero que recuerda una época de violencia.
Jaiver Nieto
La cuarentena también sirvió para adecuaciones locativas. Así es como un colectivo de habitantes del sector también acondicionó un lugar que tiene un helicóptero que recuerda la Operación Orión. Se trata de un proyecto que hizo el artista Germán Arias Arias.
“Cuando representamos la operación Orión con el helicóptero, también queremos que haga parte de lo nuevo de la cultura turística que se vive hoy en día en la comuna 13, es llevar el concepto artístico para la no repetición del conflicto armado y también mirar que haga parte de lo nuevo urbano, de lo contemporáneo”, comenta Arias.
En un segundo piso y a un costado del primer tramo de las escaleras está el helicóptero, hecho con lámina de acero, placa en bronce y bases de madera. Mide 6,40 metros de largo por 2,40 metros de alto. Los visitantes se pueden subir allí y tomarse una foto que contrasta con un gran letrero que lleva el nombre de la comuna.
“A los niños se les cuenta una historia, pueden hacer dibujos, los educamos para lo nuevo para lo no repetición, dejando claro que la violencia no es nueva. Es interactuar con el pasado violento que hubo y viene la cultura a educar por medio de un concepto artístico”, finaliza este artista mientras ve cómo se va adecuando las gigantes letras que acompañan al helicóptero, listo para recibir visitantes.
En este sector de la comuna 13, el turismo vuelve poco a poco, algunos pueden optar por los guías que hay por el sector, muchos de ellos identificados, otros por comprar los tours oficiales, recorrer los grafitis de o de noche porque bajo las estrellas también hay planes especiales.
DAVID ANDRÉS CALLE ATEHORTÚA
EL TIEMPO
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