El viento agita el mar Pacífico. En medio de las olas surge una figura menuda, con una camisa verde fosforescente, luchando por mantenerse en pie en su tabla de surf blanca.
Carlos Esteban Díaz Longa, con tan solo 12 años, es uno de los niños surfistas que a diario desafían el oleaje de estas costas chocoanas. En esta ocasión, no lo hizo en una tabla de cama, como muchas otras veces, sino en una verdadera tabla de surf profesional.
Él hace parte del grupo de 24 niños que recibió, de manos de la embajadora de Australia en Colombia, Sophie Davis, una de las tablas de surf que ese gobierno donó a las comunidades del municipio de Nuquí para la enseñanza y práctica de este deporte.
Un par de años atrás, estos reyes de las olas mostraban su destreza en el mar montando las tablas de sus propias camas.
“Esta donación es muy importante porque el programa que estamos apoyando se llama deporte para la paz y veo que hay mucho entusiasmo en las comunidades de Nuquí”, dijo Davis.

El surf en Nuquí cada vez toma más fuerza en esta región chocoana.
Guillermo Ossa / EL TIEMPO
Además, agregó que Australia es un país que ama el deporte, especialmente el surf, donde comparte algo en común con Chocó y es tener costa bañada por el mar Pacífico.
En Nuquí existen cuatro clubes de surf, integrados por, aproximadamente, 150 niños de toda la zona. “Estas donaciones son fundamentales porque sin tablas no podemos recibir a más niños y tenemos una lista larga de espera”, comentó Catalina Díaz, instructora del club Tiburones de Nuquí.
Para ella, la práctica de este deporte aleja a los chicos de otras actividades menos sanas para ellos, como la deserción escolar. Para pertenecer a los clubes, los integrantes o aspirantes deben estar estudiando y cumplir con un buen rendimiento académico.

Con el apoyo del Comando Aéreo de Combate número cinco, llegaron las tablas a esta alejada zona.
Guillermo Ossa / EL TIEMPO
El club Tiburones de Nuquí no solo se centra en la práctica del surf, también organiza jornadas de limpieza de las playas, conservación y preservación de la fauna, entre otras actividades.
Esta donación del gobierno australiano contó con el apoyo de los helicópteros del Comando Aéreo de Combate número cinco, con sede en Rionegro, Antioquia. Ellos tuvieron la misión de traer la alegría a los niños de esta alejada población costera.
La última entrega, de nueve tablas, estuvo a cargo de la tripulación del Black Hawk FAC 410, que desde tempranas horas del pasado martes tuvo que sortear fuertes vientos y la marea alta del océano Pacífico para poder posar el helicóptero en unas de las playas.

En total se han entregado 24 tablas a los diferentes clubs de surf de Nuquí.
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Las tablas llegaron desde Estados Unidos a Bogotá, posteriormente la Fuerza Aérea las trasladó a la base de Rionegro y después las llevaron a Nuquí, “en apoyo a una región que es tan aislada y, sobretodo, a los niños para la práctica del deporte”, manifestó el teniente coronel Alexander Azos, comandante del Grupo de Educación Aeronáutica del Comando Aéreo de Combate Número cinco.
Pareciera un deporte al que muy pocos pueden acceder y es que surfear en una tabla de la cama es totalmente diferente a hacerlo en una tabla de verdad. O, por lo menos, diseñada para entrar en el mar y enfrentar las imponentes olas.
Por eso Néstor Tello, profesor de surf, expresó “mil gracias a la Fuerza Aérea porque ver un helicóptero aterrizando en esta playa y traernos tablas, traernos vida, es una motivación muy grande”.

Niños surfistas de Nuquí
Guillermo Ossa / EL TIEMPO
Después del acto protocolario en el que a cada club le fueron entregadas las tablas, acto realizado durante el festival de surf realizado en esta zona del Pacífico, niños y niñas no dudaron un solo momento para entrar corriendo al mar y realizar sus primeras piruetas.
El legado del surf en NuquíLa tradición de surfear en las costas del mar Pacífico no es reciente. Es una herencia que ya comenzó una nueva generación. Ómar Alfonso Reyes Moreno, de 26 años, hoy instructor de surf, recordó que él hace 16 años pertenecía a un grupo prejuvenil de este deporte en Nuquí.
En ese entonces ellos montaban las olas con pedazos de icopor y con las tablas de las camas de sus padres. Situación por la cual al salir del mar, recibían una pela de sus papás.
Aun hoy se ve a algunos de los niños montando tablas de cama porque es tanto el auge del deporte que no hay de surf para todos.
También recordó que un cura que llegó a la zona en ese entonces vio cómo estos menores utilizaban los elementos para surfear. El sacerdote gestionó, entonces, la traída de las primeras tablas de surf a Nuquí.

Vista aérea del corregimiento de Termales, municipio de Nuquí en Chocó. Hasta allí llegó el Black Hawk de la Fuerza Aérea Colombiana que transportó las tablas de surf.
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“Ahí empezó todo el rollo de montar las olas con estas tablas fibra y conocer todo el tema de este deporte”, dijo el instructor.
Agregó que lamentablemente este primer grupo de surfistas poco a poco fue desapareciendo porque sus integrantes fueron creciendo y muchos salieron a estudiar a la universidad. En consecuencia, ese proceso quedó ahí.
Pero hace siete años empezó uno nuevo en el corregimiento de Termales, gracias a un hotel que recibía y recibe surfistas profesionales.
Los jóvenes nativos que trabajaban en este hospedaje empezaron a aprender y a enamorarse un poco de lo que estos surfistas hacían en las olas del Pacífico.
El dueño del hotel, un paisa conocido como ‘Memo’, les empezó a enseñar y estos jóvenes se convirtieron en los instructores de los turistas que no sabían montar las olas.
Posteriormente, el propietario del hotel organizaba concursos para sus empleados y los premios eran tablas de surf. Esta acción fue replicada en Termales.
Hoy, gracias al gobierno australiano y a la fundación Buen Punto, una entidad sin ánimo de lucro que tiene como misión ofrecer oportunidades de vida a través del surf a jóvenes del Pacífico, hay más apoyo y oportunidades.
Reyes sigue transmitiendo el legado a las nuevas generaciones que, como Carlos Esteban, llevan en la sangre las olas del mar Pacífico y el surf.
GUILLERMO OSSA RIAÑO
Fotoperiodista de EL TIEMPO
En Instagram: @guillermoossa
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