Con 135 años de historia, el Museo de Antioquia -el segundo más antiguo del país- es una de las instituciones culturales más importantes de la ciudad. El año pasado registró más de 260.000 visitantes, de los cuales el 55 por ciento fueron extranjeros.
En sus 18.000 metros cuadrados resguarda más de 6.000 obras de arte. Y para celebrar su aniversario, las directivas idearon un nuevo concepto de museo en el que intentan integrar las comunidades que los circundan.
El 2016 la institución estrenó dirección de la mano de María del Rosario Escobar, comunicadora social que se desempeñó como secretaria de Cultura Ciudadana entre 2012 y 2015.
Aunque parezca imprudencia, las directivas del Museo se propusieron abrir la mayor cantidad de las 82 puertas que tiene el edificio. Y de a poco, han logrado reemplazar puertas cerradas por vitrinas para que circulen las miradas.
También están reorganizando espacios de bodegaje u operativos para ponerlos a disposición del público. En estos espacios habrá nuevas salas, que duplicarán su espacio expositivo.
EL TIEMPO habló con Escobar sobre los cambios que ha anunciado el Museo y sobre su primer año en la dirección.
¿De qué se trata ‘Museo 360’?
Para el cumpleaños 135 propusimos una visión distinta del espacio. Queremos que el edificio se vea como una joya más de la colección, por eso nos sumamos al plan del Centro de Medellín de la Alcaldía para que este sitio sea una de las joyas del Centro y también uno de los sitios de desarrollo del sector. Esos programas los hemos reunido en un concepto que llamamos ‘Museo 360’ y que se trata de abrir la mayor cantidad de puertas que tiene este Museo en el primer piso, en sus cuatro costados. Al ver cómo se comporta el edificio y cómo se comportan las comunidades alrededor del edificio, entendiendo que tenemos problemas de seguridad y necesidades de diálogo con las comunidades que están alrededor, queremos devolver al público esa calidad de edificio público que siempre ha tenido. La interacción, a la manera como lo puede hacer el arte contemporáneo, es una de las grandes apuestas que hacemos.
¿De qué se va a tratar el programa ‘Residencias Cundinamarca’?
Los programas de residencia los ofrecían solo colectivos artísticos como Casa Tres Patios, Por Estos Días y Campos de Gutiérrez. El Museo, con el apoyo de Sura, se suma a ese programa de residencias que hace de Medellín un laboratorio de experimentación artística. En un principio, vamos a tener cuatro artistas, dos locales, uno nacional y otro extranjero.
Queremos que sea un programa continuo, porque pueden salir respuestas desde el arte a distintos programas sociales, proyectos, a la interacción que hoy la contemporaneidad le suma al arte. Los resultados de las residencias se exhibirán en Calibío con Cundinamarca.
Esa esquina es una de las más críticas en seguridad para la Alcaldía de Medellín, pues linda con la zona de bares y es bastante compleja. Entonces, para nosotros es un reto y una apuesta muy decidida para abrir el edificio y que traiga las consecuencias que traiga. En ese lugar estaba la antigua carpintería y bodegas del Museo.
¿Qué se verá en el Museo en este 2017?
El 8 de febrero vamos a presentar el remontaje de la sala Siglo XIX y XX, que ha sido un trabajo de cuatro años de investigación. Empezaremos también la preparación del remontaje de la sala Colonial, que seguramente nos tomará unos dos años. Vamos a tener la exposición ‘Francia, territorio líquido’. Estamos trabajando para tener una muestra de arte de la República Dominicana, otra exposición alrededor de los problemas de género. Eso, en el primer semestre, más ‘La Consentida’ que ya es parte del programa permanente del Museo.
¿Ya hay una propuesta curatorial definida?
Nosotros nos regimos por los principios rectores del Museo que fueron claramente determinados el año pasado. El primero es la revisión crítica de la historia. El segundo de la noción de territorio, porque la tierra ha sido clave en la consolidación de la Nación y la región. El tercero es la apropiación social del arte, que es nuestra vocación.
Otra de nuestras prioridades es el Centro de la ciudad y es un reto porque tenemos un entorno complejo. Mientras tengamos esos principios rectores, todas nuestras propuestas curatoriales tendrán una visión histórica, una visión en clave de territorio y una visión de ciudad, a partir de la apropiación social del arte.
¿Cómo evalúa su primer año en la dirección?
He estado feliz. Llegar a un espacio como este no solo ha sido un reto, sino también un placer. Siento que trabajar aquí resume muchas cosas de mi biografía y las pongo al servicio de esta institución que ha sido para mí todo y la he querido muchísimo.
¿Siente que ha retomado los proyectos de la dirección pasada?
La gestión de la cultura solamente es posible si uno la ve como un proceso. Uno no puede dar un paso adelante sin apoyar el pie atrás. De igual forma, cada uno pone su énfasis, su saber. Y es que heredar humildemente el legado de Manuel Uribe Ángel, de hace 135 años, es abrumador, pero es continuidad.
Ana Piedad Jaramillo, Lucía González hasta Teresa de Santamaría, todas ellas están presentes aquí porque un Museo tiene eso, es una institución que capitaliza el tiempo.
Diana Sofía Villa M.
Para EL TIEMPO