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La solidaridad les devolvió las casas a 30 familias de Salgar
Aldea La Margarita

El niño Jhosetb Díaz (camiseta roja) está bajo la crianza de su abuelo, desde la tragedia.

Foto:

Guillermo Ossa / EL TIEMPO

La solidaridad les devolvió las casas a 30 familias de Salgar

La Aldea La Margarita se diseñó con base en las tradiciones culturales cafeteras.

Un niño de abultadas y sonrojadas mejillas, que aún no supera los 3 años, se convirtió en el símbolo de esperanza para los habitantes del corregimiento La Margarita, en el municipio de Salgar (suroeste antioqueño).

Su historia, cientos de veces repetida y que a lo mejor pasará de generación en generación, dice que se salvó milagrosamente de la avalancha devastadora que acabó con la vida de 104 personas y dejó 350 familias damnificadas.

Al pequeño, de nombre Jhosetb Díaz y que tenía 11 meses cuando todo ocurrió, se refieren como ‘un milagro’. Milagro, porque la avalancha de la quebrada La Liborina lo arrastró aquel 18 de mayo del 2015 y lo rescataron con vida, pese a que 14 integrantes de su familia, entre ellos la madre, murieron entre el lodo.

Pero Jhosetb no es el único milagro, pues 30 familias damnificadas cumplieron el sueño de volver a tener un hogar después de perderlo todo, gracias a la solidaridad de personas, empresas, entidades y fundaciones que aportaron todo cuanto pudieron para que se construyeran sus viviendas.

Cada una de las 30 casas, que fueron entregadas en un acto oficial el sábado, está pensada para que los campesinos se sientan en sus hogares tradicionales, así como para contribuir en la reconstrucción del tejido social.

Tienen un corredor adornado con plantas y flores, que hace las veces de sala. En él, las personas se sientan a conversar y tomar aire. Tres habitaciones, un baño con lavamanos exterior, un patio central cubierto, un comedor y una cocina que da a un patio o jardín trasero componen el resto de la vivienda. Las hay naranjas, amarillas, azules, rojas y verdes.

La casas empezaron a ser habitadas desde diciembre del año pasado. En todas se construyó un zarzo, al que se accede por una pequeña puerta elevada que da al patio, para secar el café. Unas de otras no están separadas por cercas sino por plantas y entradas falsas, esas que usaban los campesinos para entrar el burro o la carretilla cargados del que habían recolectado.

Todos los beneficiados, que constituyen más de 100 personas, coincidieron en que este proyecto de vivienda, uno más de los que se han hecho en el sector para reconstruirlo tras la avalancha, es un nuevo comienzo.

Color naranja

En este lugar, llamado Aldea La Margarita, se empezó a trabajar desde los días posteriores a la tragedia, cuando el expresidente y actual senador Álvaro Uribe, oriundo del municipio, reunió a un grupo de amigos y conocidos con el fin de idear un plan para ayudar.

A partir de entonces, llegaron donaciones en efectivo y en especie (ladrillos, cemento, tejas, cercas, plantas, árboles, grama), que en total suman 2.318 millones de pesos ya invertidos.

El predio que necesitaban para materializar el proyecto lo encontraron en la familia Posada Jaramillo, que decidió regalar 7.100 metros cuadrados de tierra que estaban ubicados en la finca que madre e hijos heredaron tras la muerte del padre. Carlos Posada, uno de ellos, expresó que no dudaron ni un momento en entregar el lote, tanto por humanidad como por el hecho de que muchos de los afectados fueron sus amigos de infancia, compañeros de colegio o conocidos de toda la vida.

Los diseños fueron donados por una pareja de arquitectos, Marta Roldán y su esposo, Alejandro Tieck.

Marta explicó que eligieron la tipología de casa Helda, la cual “surgió en los minifundios cafeteros de Salgar y Bolívar, el pueblo vecino. Son casas para campesinos que tienen parcelas pequeñas”.

Ese diseño, adaptado a las condiciones topográficas, ambientales, culturales, económicas y sociales del territorio, fue seleccionado como uno de los 100 mejores entre 4.500 de todo el mundo, en un concurso internacional y esperan saber si serán los ganadores.

Pensaron, incluso, en los colores. Los arquitectos dijeron que ante la costumbre de que las casas de los pueblos en Antioquia se pintaban azules o rojas dependiendo de si eran conservadores o liberales, les llamaba la atención por qué en Salgar eran naranjadas. Y encontraron que los más viejos contaban que, cansados de la violencia de la época, los habitantes optaron por homogeneizar las viviendas con ese color.

Naranja. Es el color que eligieron Alejandro Gutiérrez y Yuli Izasa, quienes perdieron a su hija Salomé, de 7 años, por los bríos de La Liborina. Hoy, se sienten honrados de que la memoria de su pequeña esté representada en una mariposa amarilla que hace parte del logo del proyecto.

A Yuli además la ha ayudado la unión que han mantenido con los vecinos. Muchas veces le han dado una palabra de aliento cuando le pesa demasiado la pérdida de Salomé.

Las casas son vecinas del proyecto La Pradera, que fue realizado por el Gobierno Nacional como parte de la reconstrucción de Salgar, que consta de 50 casas, también pintadas de varios colores.

Sus pobladores contaron que las 80 familias que conviven en el lugar mantienen muy buenas relaciones, por el pasado de dolor que los une y porque se conocen de toda la vida.

A ambos proyectos de vivienda los separa solo una calle peatonal y los unen varias aceras.
Pero también los ligan las amistades de los más viejos, los juegos de los niños, las visitas, los saludos, los trabajos conjuntos para salir adelante y estar rodeados por las montañas sembradas de café, que dejan ver distintas tonalidades de verde.

Aunque nada les devolverá a los seres queridos, los animales, los cultivos y cada objeto por el que trabajaron todas sus vidas y se fueron entre el lodo, ven en las nuevas viviendas un sueño cumplido.

En una de esas casas de colores crecerán el pequeño Jhosetb y otros niños. Los adultos seguirán tratando de sanar las heridas emocionales que aún les causa el desastre que vivieron y que siempre estará en sus recuerdos.

Encuentro con los donantes

El pasado sábado fue la entrega oficial de las 30 viviendas. Las más de 100 personas beneficiadas compartieron con los representantes de los comités de donaciones que asistieron al encuentro. Entre saludos y agradecimientos, el sacerdote del pueblo bendijo el proyecto. Al final del evento, las puertas de las viviendas se abrieron y los donantes visitaron a las familias, para compartir historias, acompañados de un café. El expresidente Álvaro Uribe Vélez también asistió al encuentro y visitó a los residentes, con quienes habló de la importancia de promover el turismo cafetero en el municipio.

HEIDI TAMAYO ORTIZ
Enviada Especial de EL TIEMPO
Salgar (Antioquia)

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