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Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín
Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de MedellínOuroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín
Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín

Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín

Voluntarios van a veredas del corregimiento de San Cristóbal a dar talleres y trueques de libros.

En una de las cinco zonas campesinas de Medellín, en el corregimiento San Cristóbal, hay un grupo de ocho jóvenes que lleva la magia de la lectura y la escritura a las comunidades que habitan las veredas más alejadas.

Son estudiantes y profesionales de sicología, diseño gráfico, filosofía, derecho, artes plásticas, secretariado y arquitectura, pero unidos entre sí por el amor a la literatura y la poesía. Usan su tiempo libre para llevar distintas actividades que les permitan a los habitantes de las zonas rurales contar el mundo que los rodea por medio de las letras y las ilustraciones y acercase a autores locales y universales.

Lo hacen desde Ouroboros Corporación Literaria, Artística y Cultural, que crearon hace poco, pero ha ganado reconocimiento en las comunidades.

Es martes. Una mañana cotidiana en el corregimiento. Uno de los salones de la sede de la Junta de Acción Comunal de la vereda Travesías es el escenario al que los jóvenes llevaron sus actividades. En el piso, unos 15 niños de la primera infancia ponen a volar su imaginación y convierten gotas de pintura en coloridos dibujos. Los pequeños pintan animales, plantas y paisajes referidos a un cuento que una de las talleristas acaba de leer.

“El colectivo se reúne para hacer talleres de formación, pintura y técnicas de escritura. Hacemos actividades en las que los niños pueden esparcir sus ideas y tener una fuente de fomento cultural. Estamos en una actividad de cuento ilustrado, a los chicos les encanta la pintura, por eso, hemos descubierto que esa es la mejor manera de iniciarlos en el arte, además de que aprendan a contar historias sobre lo que les gusta”, cuenta Yuly Andrea Durango, coordinadora de la corporación, quien alterna sus estudios de filosofía en la Universidad de Antioquia con la escritura de poesía y las labores en la corporación.

Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín

Los asistentes pueden acceder a libros y revistas literarias sin ningún costo, o con algún valor simbólico.

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Jaiver Nieto / EL TIEMPO

En la misma sala, mesas de plástico sirven de soporte para que niños más grandes y algunos adultos escriban historias y las ilustren. Están concentrados en su labor, guiados por los jóvenes voluntarios. Isabela Grisales es una de las asistentes, tiene 10 años y expresa que le encantan los talleres. “Vengo desde que empezó el semillero, nos ponen a pintar, a escribir historias de la vereda, nos ponen a hacer cosas que a mí me gustan mucho”, dice.

Se llama Ouroboros porque era la idea del infinito, de la serpiente que se muerde la cola, idear desde la magia

Los niños y adolescentes son unos de los públicos más importantes, pero también asisten adultos. Ellos alimentan con sus historias los talleres, pues tienen mayor conocimiento de las tradiciones y relatos que han estado en el corregimiento de generación en generación. Para María García, de 59 años, el trabajo de la corporación se convirtió en un espacio para compartir, conocer cosas de las que nunca han oído, pero también para trabajar en equipo, fortalecer valores y aprender a resolver conflictos.

“Muchas veces a los muchachos les ponen un problema y ellos tienen que buscar las soluciones por medio de escenas, así logran escribir y dibujar sobre el medioambiente o los buenos vecinos. También aprenden que si queremos vivir bien en la vereda, el corregimiento, las familias o la ciudad, debemos empezar por nosotros mismos”, manifiesta la mujer.

Lograr estos objetivos no ha tenido como impedimento la falta de recursos económicos que vive Ouroboros. No tienen sede pero van a los territorios, actualmente visitan 11 veredas y benefician a unas 600 personas por año. Todas ellas tienen en la corporación una posibilidad difícil de imaginar: ver sus creaciones en revistas y pequeños libros llamados fanzines. A la fecha, la revista Ouroboros lleva 22 ediciones, sin embargo, desde el año pasado no han podido imprimir una nueva, debido a la falta de capital.

Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín

Están buscando algún tipo de financiación para la impresión de la revista.

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Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Esa fue una de las razones por las cuales decidieron incursionar en la creación de los fanzines, pues los pueden imprimir ellos mismos. Hasta el momento, han publicado nueve con temas como poesía, ciencia ficción, cómic y magia. Todos han sido escritos por el equipo, pero están preparando nuevas ediciones que serán escritas por las comunidades, explica Luis Eduardo Cano, representante de la corporación y fundador de la revista.

“Decidimos lanzar la revista literaria, no existía ninguna en el corregimiento y había muy pocas en Medellín. Al principio fue muy difícil, hecha con nuestros recursos y las producciones del taller literario, la llamamos Ouroboros porque era la idea del infinito, de la serpiente que se muerde la cola, idear desde la magia, lo colaborativo, de reunirnos, de crear”, recuerda Cano con emoción.

Los jóvenes, casi todos de San Cristóbal, quieren expandir su idea, pues están seguros de la importancia que tiene para los territorios. Durango explica que en ese sueño han trabajado desde el 2009, cuando algunos de ellos empezaron a reunirse en la Casa de la Cultura del corregimiento, un lugar que ya no existe, para hacer talleres literarios. Al principio, leían y discutían sobre autores, pero poco a poco empezaron a abrir sus alas y sacaron la primera revista en el 2011. Dos años después, obtuvieron la personería jurídica para convertirse en corporación.

Actualmente trabajan en el proyecto ‘Reconociendo a los buenos vecinos’, que desarrollarán con recursos que obtuvieron tras ser ganadores en una convocatoria de estímulos en la alcaldía de Medellín. La idea es que los habitantes reconozcan en otros buenas prácticas en medioambiente, convivencia, solidaridad, cuidado de los animales, entre otras, para crear historias, cuentos, poemas, fotografías o dibujos. El libro tendrá un código QR con el que podrá descargarse un video sobre alguno de los vecinos. “Queremos que no siempre se comuniquen malas noticias, asesinatos o accidentes, entonces tratamos de convencer a la comunidad de que sí se puede hacer comunicación positiva”, expresa Cano.

A sus 11 años, Evelyn Correa sueña con aprender a escribir cada vez mejor. Por eso, lleva un año asistiendo a los talleres y en este momento trabaja duro con su grupo para contar la historia de Liliana Monsalve, una líder deportiva de la vereda Travesías. “Yo he escrito y pintado sobre la comunidad y queremos hacerles un reconocimiento a las personas que se lo merecen, que hacen buenos actos y que casi nadie les agradece”, dice.

Ouroboros lleva la magia de la lectura a zonas campesinas de Medellín

Los voluntarios buscan convertir historias imaginarias en realidades de la comunidad.

Foto:

Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Jhoiner Murillo tiene 10 años y va hace un año a los talleres de creación literaria. Está entusiasmado porque publicará la historia de una vecina a la que quiere reconocer por su labor en el cuidado de las plantas, los animales y el entorno.

Asimismo, agradece que exista este espacio porque le permite vivir su amor por la lectura. Aquel martes, Jhoiner llevó unas flores a la sede de la JAC. Sabía que podría cambiarlas por un libro.

Esa es otra de las actividades principales de la corporación. En las veredas hacen trueques literarios: dejan los libros que consiguen mediante donaciones y se quedan con frutas, hortalizas, flores, semillas y otros productos de la región. Cuando las personas no tienen nada material qué entregar, los libros son cambiados incluso por historias orales. La corporación da los alimentos a las familias que más lo necesitan.

El trabajo social también es esencial para Ouroboros. Han recolectado mercados para donar en el territorio y están recogiendo libros para abrir una biblioteca en una vereda que aún no la tiene. “Muchas veces cuando no tenemos refrigerios, los recogemos entre todos con la comunidad. Las juntas de acción comunal y las instituciones educativas también nos abren las puertas, nos apoyan mucho”, explica Cano.

Andrés Urán, diseñador gráfico e ilustrador, se enamoró de la iniciativa hace cuatro años, cuando le dieron la oportunidad de sacar su primer cómic en una de las revistas, el cual se prolongó en posteriores ediciones. Hoy dedica todo el tiempo que puede a hacer talleres y se encarga de los diseños y algunas ilustraciones de las revistas y los libros. También ha publicado textos.

Por ello, cada logro de Ouroboros lo llena de orgullo. Y es que por su trabajo, la corporación ha recibido reconocimientos de la administración municipal y estos son la fuente de recursos para sus actividades. Pero los premios económicos no serán eternos. Por eso, están buscando la forma de conseguir las máquinas necesarias para imprimir por sí mismos las revistas y fanzines, convertirse en editorial y así ser autosostenibles.

Una de las estrategias es vender sus producciones, en espacios como la Universidad de Antioquia y la Fiesta del Libro y la Cultura. También quieren seguir ampliando la participación de las personas que escriban.

De hecho, en las ediciones que llevan hasta la fecha ya han incluido a personas de otros sectores de Medellín e, incluso, de Bogotá, Cali y Argentina.

Entre los reconocimientos que han acumulado, el año pasado obtuvieron uno de la alcaldía que les permitió llevar sus talleres a los cinco corregimientos de la ciudad. A San Cristóbal se sumaron San Sebastián de Palmitas, Santa Elena, San Antonio de Prado y Altavista. La apuesta fue que las comunidades reconocieran las riquezas de sus territorios en aspectos como tradiciones, cultivos, flora, fauna y relaciones sociales para convertirlas en historias escritas o ilustradas.

Hoy, están felices por el nuevo reconocimiento que lograron en la convocatoria de ‘El tiempo de buenas noticias’, liderada por EL TIEMPO Casa Editorial, y se sienten orgullosos de contarle su historia al país. Todavía no pueden creer que estén entre las 12 mejores iniciativas del país. Ello los impulsa a trabajar cada vez más duro para seguir dejando su alma en las comunidades que benefician. “Fue una sorpresa, no creíamos que hubiéramos sido tan afortunados, pero también es un indicio de que lo que hacemos es muy importante porque acerca a personas de todas las edades a mundos a los que muchas veces no tienen acceso”, puntualiza Urán. Todos los demás están de acuerdo.

HEIDY TAMAYO
Twitter: @HeidiTamayo
Corresponsal de EL TIEMPO
Medellín

​* Apoyado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI / VOCA.

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