Daniel Cuéllar tiene 21 años y es estudiante de sexto semestre de música con énfasis en composición, de la Universidad Eafit.
A su corta edad y en sus primeros pasos como compositor acaba de ganarse el Premio Nacional de Música en Composición,otorgado por el Ministerio de Cultura. El premio se hace desde el 2011 y este año premió piezas para coro y formato de cámara.
Con una pieza de 18 minutos, Cuellar convenció a los tres jurados, que evaluaron las composiciones de más de 30 concursantes de todo el país.
¿De qué se trata la obra con la que ganó el premio?
Es una musicalización del poema bíblico El cantar de los cantares, que habla sobre el amor humano. Está dividido en varios cantos, entonces la obra se basa en el primer canto que es como la primera etapa del amor.
¿Cómo llegó a este texto?
La idea me surgió el semestre pasado cuando estaba trabajando música coral y se me ocurrió musicalizar el poema, entonces empecé a trabajar en eso desde enero. El poema lo conocí porque alguna vez me dio por buscar en la Biblia textos que hablaran del amor y ese es central, es el que más aborda el tema.
¿Cómo logró la composición?
Lo primero fue buscar un buen texto. Yo busqué uno que se adecuara al original, pero me di cuenta de que en español no funcionaba bien. Entonces encontré el texto hebreo y luego encontré una transliteración para poder escribirlo en letras nuestras. Busqué en Internet y vi un video de un rabino que canta el texto completo y va señalando mientras va cantando. Eso me sirvió para saber dónde estaban los acentos, cómo es la lógica del lenguaje y pude corregir algunas cosas del primer texto que encontré. Entonces, el primer trabajo que hice no fue musical sino de investigación para tratar de estructurarlo, luego el mismo poema me decía cómo tenía que ser la música.
¿Ya había hecho composiciones de este tipo?
De música coral había escrito una pieza muy corta y de música de cámara también otro poquito, pero no había juntado los dos conceptos antes. No fue fácil pero sí fue sencillo de entender porque ya tenía aprendizaje teórico en orquestación y como he cantado en coros, conozco cómo se comporta la voz humana. Pero es la primera vez que me meto de lleno a escribir para coro.
¿Cómo se dio cuenta de que se había ganado el premio?
Me llegó un correo donde me notificaban que había ganado y fue muy impactante.
Yo pensé que estaba compitiendo contra ‘peladitos’ de mi edad, pero después me di cuenta de que era algo más grande. Me tomó tiempo digerirlo. Yo no sabía que el premio se lo había ganado gente con tanta trayectoria.
¿Ya ha escuchado músicos interpretando la composición que creó?
No, yo al premio mandé una maqueta de audio que hice en un programa de edición de partituras que uso, que no pronuncia el texto pero sí permite escuchar la melodía de las armonías. Cuando me gané el premio me dieron cuatro meses para grabarlo, entonces hablé con la maestra Cecilia Espinosa para que ella fuera la directora.
Ella lo va a asumir como un proyecto en uno de los coros que tiene. Lo que sigue es cuadrar con la universidad para conseguir los músicos que serían más o menos 38 personas, entre músicos de cámara y coro.
¿Y cómo ve el panorama al que se va a enfrentar cuando se gradúe para dedicarse a la composición?
Tengo una convicción muy personal y es que uno tiene que aprender a construir su vida financiera por los medios que resultan para que el dinero no sea el techo de tu vida profesional.
Es decir, me parece muy bueno generar recursos de la profesión de uno, pero que ese no sea ese el único objetivo. Entonces creo que se puede vivir como músico, aunque no es a lo que yo aspiro.
¿Cómo llegó a la música?
Ahí tuvo que ver, no solo mi tío Juan Antonio Cuellar, toda mi familia que siempre ha sido muy musical. Mi padre canta muy bien y toca guitarra y mi abuelo toca acordeón; o sea, hay música por todas partes. Como hubo tanta música alrededor siempre tuve esa pregunta de cómo organizar esos sonidos para que sonara algo lógico.
¿Y cuándo decidió que iba a estudiar música?
Más o menos a los 14 años. Yo recuerdo que mis compañeros del colegio no sabían qué carrera elegir y yo no sabía si elegir énfasis en dirección de orquesta, piano o composición.
Me decidí por composición porque desde pequeño a veces, cuando practicaba piano, tocaba las obras como yo quería, pero me decían que no estaba bien porque el compositor lo había escrito de otra forma.
Entonces creo que quedó ese ‘rayón’ de que el compositor es el que manda. Y no es que a mí me guste mandar, sino que me parece chévere no solamente reproducir la música que ya existe, sino crear algo nuevo y decir algo distinto.
Andrés Valero Castells, de España; Jorge Córdoba Valencia, de México, y Luis Rafael Díaz Herodier, de Bogotá, fueron los jurados que evaluaron las obras de los concursantes.
Daniel Cuellar participó bajo el seudónimo de Hemán Samserai, que hace referencia a dos músicos bíblicos. Es el primer estudiante de Eafit en ganar este reconocimiento.
El Plan Nacional de Música para la Convivencia se hace desde el 2011 con el fin de fomentar la creación y de ampliar el repertorio orquestal. Por esto abre un espacio cada año a los compositores para la circulación y
difusión de su obra.
Este premio se otorga a una obra inédita de forma libre para coro (polifónico de cuatro voces: soprano, alto, tenor, bajo) y formato de cámara (de libre conformación con un máximo de 16 instrumentistas: formato académico, urbano, tradicionales regionales o sus combinaciones).
El ganador se premia con un incentivo de 40 millones de pesos.
En la versión pasada el ganador fue el cundinamarqués James Andrei Díaz Acosta por su composición para orquesta sinfónica con dúo, trío o cuarteto.
Diana Sofía Villa M.
Para EL TIEMPO
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