Una vez al año en Medellín se unen varias galaxias. En Plaza Mayor se junta aquella en la que existen la Liga de la Justicia y Los Vengadores, con la galaxia muy muy lejana de Star Wars; el mundo que es hogar de Harry Potter con otros que lo son de personajes del cine, la televisión y los cómics.
Y si un lector vive mil vidas antes de morir, como dice una frase atribuida a George R. R. Martin, escritor y guionista de la popular serie 'Juego de Tronos', en la Comic Con Colombia se vivirán unas 40 millones de vidas, pues el estimado de personas que asistirán a esta convención hasta el próximo domingo es de 40.000.
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La Comic Con, que nació en San Diego (Estados Unidos) hace 48 años, y desde hace cinco se extendió a la capital paisa, reúne a fanáticos, admiradores y curiosos de todas las edades al rededor de las historietas, los videojuegos, las series de televisión y películas.
Algunos de estos fanáticos forman grupos o ‘comunidades’, y en esta quinta versión del evento participarán siete de estas.
Una es DC Fans Colombia, un grupo de amantes de las historietas de esa editorial de cómics estadounidense. Fueron ellos quienes trajeron a la Comic Con el BatPod, una especie de motocicleta que usa el superhéroe Batman. De acuerdo con el presidente de este club, Juan Andrés Cabrera, estas comunidades facilitan a las personas disfrutar sanamente de una afición e incluso superar problemas como la depresión gracias a las amistades que allí se crean.
Es como el fútbol: mueve pasiones y llena estadios. En este caso, las personas sienten pasión y son fanáticos de lo que reúne la Comic Con

Los miembros de Skjôldung recrean una aldea vikinga del siglo XX como propuesta de un museo vivo e historia práctica. Daniel Arango, en el medio.
Jaiver Nieto / EL TIEMPO
“Es como el fútbol: mueve pasiones y llena estadios. En este caso, las personas sienten pasión y son fanáticos de lo que reúne la Comic Con”, dijo Alejandro Caballero, uno de los organizadores del evento.
Esto lo tiene más que claro Daniel Arango, un artista visual de 27 años que desde hace nueve construye una representación de una aldea vikinga del siglo XX. La idea, cuenta, es que todo sea lo más preciso históricamente, y, aunque no es historiador o antropólogo, define lo que hace en su comunidad Skjôldung como arqueología experimental.
Su nombre vikingo es Half Dann, es el líder de la aldea, vive en una carpa triangular de unos dos metros de ancho y de alto. Su cama tiene dragones tallados en el espaldar, bebe en vasos hechos de cuernos, utiliza accesorios en cuero y bronce, réplicas de descubrimientos arqueológicos en Europa, incluso, se fabricó él mismo una cota de malla, arcos y espadas.
Cuando no está en ferias, ubica esta carpa, su dormitorio, en el parqueadero de la casa de sus padres, en Envigado.
“Esta es mi vida”, dice con seguridad, al mismo tiempo que cuenta que su sueño es comprar algún terreno y establecer allí una aldea real, respetando las tradiciones vikingas, cultivando sus propios alimentos y convirtiendo el lugar en un museo vivo.
A este sueño se unieron hace cerca de un año Jhoan Urrego (Magnus Güther), Daniel Morales (Dag Astrid Sen) y Valentina Urrego (Frida Güther).
Como ellos, otros miles vivirán sus pasiones durante los cuatro días que dura la más grande convención de este tipo en el país.

Los asistentes hicieron fila bajo el sol. Algunos de ellos, vestidos con trajes especiales.
Jaiver Nieto / EL TIEMPO
Algunos de los asistentes del evento hicieron fila desde las 9 a. m., pero no pudieron entrar a las 10:30 a. m., como estaba programado, sino hacia las 2:30 p. m. La razón: la falta de un permiso del cuerpo de Bomberos.
Alejandro Caballero explicó que ellos contrataron a una empresa externa para encargarse de la logística y el problema fue de ellos.
Víctor Arango e Isabel Cadavid no se fueron después de cuatro horas de estar parados al sol, “por amor y porque esto (el evento) es lo que nos gusta”, especialmente querían ver la réplica del Batpod, una ‘motocicleta’ de Batman que exhibe el club de fans de DC Comics en Colombia.
“Hemos hecho amigos de todas partes: de Panamá, Barranquilla, Popayán... Todo en la fila, pero no nos hemos ido porque son más fuertes las ganas”, dijeron Valeria Pinzón y Uriel Ramírez, ella de Medellín y él, de Marinilla (Antioquia).
Finalmente, las puertas se abrieron y los espectadores entraron a disfrutar el evento por el cual hicieron casi cinco horas de fila.
María Isabel Ortiz Fonnegra
Redactora de EL TIEMPO
En Twitter: @M_I_O_F
MEDELLÍN
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