Nació en un hogar de la clase trabajadora de Medellín, en 1994. Su padre, obrero de construcción. Su madre, ama de casa. De ellos heredó el respeto y la honradez, la insistencia en que el trabajo todo lo puede. Es el novillero Juan de Castilla, bautizado en la iglesia como Juan Pablo Correa. Este sábado, en la plaza de toros La Macarena, se convertirá en torero profesional.
Su pasión por el mundo de los ruedos se detonó cuando era niño, en el Museo de Antioquia. Se paró frente a un cuadro, y el magnetismo de la imagen, un torero que ejecutaba un pase natural, lo cautivó irremediablemente. El autor, Fernando Botero, el pintor más grande y resonante de Colombia, que ha expuesto en Florencia (Italia), en los Campos Elíseos de París, en Pekín... El mismo que años después lo apadrinaría para viajar a España a cumplir sus sueños. Vaya vueltas de la vida.
(Además: Animalistas dicen que protestarán en paz contra las corridas de toros)
De Castilla ya toreó en Francia, Portugal, Colombia y España. Con trofeos en las plazas más importantes. Coraje, dicen los artículos especializados, no le falta: un día se acercó tanto a su oponente que el pitón de aquel le acarició la ceja. Y siguió como si nada: pa’lante, como dicen en Antioquia. Antes de dar el paso que lo hará matador, este admirador de añejas figuras como Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, al que le gustan el azul celeste y el vino, habló de su carrera, de sus miedos y triunfos; de su tauromaquia.
¿Cómo lo marcó su hogar?
Mi padre tiene una tía cuyo esposo era ganadero, y mi abuelo era mayoral de una ganadería de mansos; tal vez por ahí vino algo del amor hacia los toros y el campo. Pero igual pienso que esto es algo que llevaba dentro y que de alguna manera iba a explotar, en cualquier momento me iba a definir como torero, porque lo natural que llevas en cualquier momento te sale.
¿En qué momento se decidió por el toreo?
Cuando vi esa obra de Botero en el Museo de Antioquia, pensé: ‘Uy, qué es esta fuerza’. Transmitía mucha emoción, angustia, satisfacción, poder, el dominio en un pase natural (aquel que se ejecuta con la muleta tomada con la mano izquierda, con peligro). Esa pintura fue importante. Luego, en el colegio fui a ver a los enanitos toreros, que se presentaban con un novillero. Con los payasos me reí, pero en cuanto salió el novillo vi que era eso a lo que me quería dedicar. Me inscribí en la Escuela Taurina de Antioquia, donde conocí a mi maestro, Fernando Arango, con quien aún sigo. Con el tiempo, mi carrera comenzó a fluir y a volar.
Aparte de sus ganas y talento, influyó la figura del maestro Fernando Botero...
Mis padres no tenían los recursos para mandarme un año a España. Un día mi maestro le envió una carta a Botero, en la que le contaba de nuestro proyecto, de lo que habíamos conseguido en Colombia (ya había salido como triunfador del Festival de Verano en Bogotá), nuestra historia y lo que queríamos alcanzar. Le pidió apoyo, y Botero dijo que sí, con la condición de que viajáramos juntos. Nosotros, felices. Nos iba a ayudar un año, pero nos mintió (sonríe): al final nos respaldó casi dos años. Es un hombre con bondad y grandeza.}
(Lea también: Lo bueno, lo malo y lo feo del regreso de las corridas en Bogotá)
Maduró, hasta debutar como novillero en el templo de los toros: Las Ventas de Madrid, en el 2015, y cortó una oreja.
Ese día era para salir en hombros, y mucha gente me lo ha dicho, lo que pasa es que el presidente de la plaza no lo consideró así. La gente pidió una oreja más y no se dio; fue como si la niña bonita te diera un beso y te dijera que va a salir contigo, pero luego ya no. Aquella fue una tarde importante, el toro me puso un pitón en la ceja y también me dio una voltereta, pero hubo emoción, alegría, muletazos muy buenos, de rodillas; me puse donde la gente se asusta. De ahí en adelante se abrieron más puertas.
Y en el 2016, otra vez oreja en Las Ventas, cuando tuvo que lidiar cuatro novillos, dos suyos y dos de sus compañeros de cartel, que resultaron con cornadas.
Por fortuna ya venía preparado en lo físico y en Medellín me había encerrado con seis novillos. Eran toros muy peligrosos. En el primero hubo silencio, en el segundo ovación, en el tercero vuelta al ruedo y en el cuarto oreja. Eso queda. Cuando vaya a Las Ventas como matador llegaré con el doble de ganas.
¿Cómo querer ser torero en la situación actual, con una posible prohibición?
Las cosas están complicadas, y me duele que sea por cuestiones políticas. Pero la Santamaría se llenó el domingo pasado. Si los políticos no hubieran hostigado, no habría pasado todo lo que ocurrió. Creo que alguien está pagando para que protesten de esa manera tan desapacible.
Empezó el año por la puerta grande en la plaza de toros de Manizales...
Allá hay una sensación y un gusto, unos silencios y sensaciones muy especiales, su pasodoble de Feria de Manizales; aún te ven como héroe. Ese día salí con enojo, escarbando la tierra. Corté tres orejas. Siempre hay que sustentar el trabajo y querer salir a comerse la torta entera.
¿Sensaciones para este sábado, cuando se hace torero?
No es fácil. Se definen muchas cosas de mi vida. Todo se sabrá en la noche, después de la corrida. Aunque han sido diez años de carrera, que no se pueden reducir a una sola tarde.
Toros el fin de semanaEste sábado se celebra en Medellín la segunda corrida de La Macarena. Actuarán los toreros Enrique Ponce y Andrés Roca, con el novillero Juan de Castilla, quien tomará la alternativa. Toros de Ernesto Gutiérrez.El domingo, en la Santamaría, de Bogotá, actúan el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y los toreros Manuel Libardo y Miguel Ángel Perera. Toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @felipemotoa