Conocer cómo funcionan los ‘combos’ en la capital antioqueña y discutir sobre lo que está haciendo la administración en su estrategia de seguridad, además de las capturas, fue uno de los objetivos de la mesa de trabajo sobre seguridad y convivencia que se llevó a cabo ayer en el auditorio de Proantioquia.
En esta participaron diferentes actores de la ciudad como Medellín Cómo Vamos, la Secretaría de Seguridad, investigadores académicos y colectivos ciudadanos. Uno de los ejes centrales fueron los programas enfocados en los jóvenes.
Según el secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Felipe Tobón, tienen identificados 60.000 jóvenes en riesgo de ser reclutados, pues habitan en zonas de bajas condiciones socioeconómicas y donde hay presencia de bandas criminales.“De esos, con ayuda de la Policía Metropolitana y la Fiscalía identificamos que hay aproximadamente 4.800 que están cerca a ser sometidos, reclutados por estas estructuras delincuenciales. Y de esos, hay un cálculo de que el 5 por ciento de estos jóvenes ya están directamente vinculados a los ‘combos’ y han cometido algún tipo de delito”, expresó Tobón.
Las herramientas más claras para acompañar a los jóvenes que han sido parte de la criminalidad son justamente no dejarlos a su suerte. Tiene que ser un acompañamiento y seguimiento eficiente. @tobonvillada #CómoVamos en seguridad y convivencia. pic.twitter.com/pspKekMSSG
— Medellín Cómo Vamos (@MedComoVamos) 28 de agosto de 2018
¿Por qué es relevante esto? Cifras del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc) indican que de los 414 homicidios que van en la ciudad, 228 (55 por ciento) están asociados a Grupos Delincuenciales Organizados (GDO). Y según las autoridades, la mayoría de las víctimas son jóvenes entre los 20 y los 30 años de los cuales, el 60 por ciento tenía antecedentes penales.
De allí la importancia de generar estrategias para alejar definitivamente a los jóvenes de la guerra y que dejen de ser “caldo de cultivo” de los grupos armados ilegales de la ciudad.
Para Tobón, la estrategia no es simplemente sacarlos de la calle y ofrecerles empleo, estudio o emprendimiento. Hay que ir más allá.
“La experiencia nos dice que este modelo de programas aislados siempre fracasa. En el trabajo no duran más de tres meses, en estudio no llegan al segundo semestre, y los emprendimientos no prosperan. Entonces terminan volviendo a los ‘combos’. Por eso tenemos que hacer algo más integral, que abarque una carencia sicoafectiva, brinde opciones y haga un acompañamiento”, explicó el funcionario.
La experiencia nos dice que este modelo de programas aislados siempre fracasa. En el trabajo no duran más de tres meses, en estudio no llegan al segundo semestre, y los emprendimientos no prosperan
Aunque reconoció que el hecho de que casi 5.000 muchachos entre 14 y 28 años están en riesgo inminente es un “número inmenso”, aseguró que la oferta institucional tiene toda la capacidad para atender a estos jóvenes en salud, educación y desarrollo económico.
El problema, según él no es la oferta, es la demanda. “La respuesta de los jóvenes es poca a la oferta que hay, ya sea por desconocimiento de los programas o porque simplemente no quieren. Todos los modelos que se hacen en el mundo dicen que a esta población no hay que dejarla a su suerte, simplemente capacitarlos y soltarlos al mundo. Debe haber un acompañamiento eficiente por lo menos en un año”, expresó el secretario.
Por eso, la apuesta está en ‘Parceros’, un programa estructurado en cuatro elementos que busca lograr esa articulación coordinada entre la oferta y la demanda para suplir las tres necesidades básicas que los jóvenes buscan cuando ingresan a una estructura criminal: afecto, protección y oportunidad.

Afecto, protección y oportunidad es lo que buscan los jóvenes cuando ingresan a una estructura criminal
Daniel Bustamante / Archivo EL TIEMPO
La estrategia, explicó Tobón, cuenta con cuatro momentos: identificación –“ya sabemos cuántos son y dónde están. Después de tenerlos identificados, el primer momento es un proceso de acompañamiento para la formación y la adaptabilidad a la vida. Porque previo a las necesidades de estudio o empleo, hay que atender unas necesidades sicoafectivas”, explicó el funcionario. El segundo es formación y proyección, le sigue seguimiento y acompañamiento, y el último es un componente de imaginarios sobre el crimen.
Por su parte, Piedad Patricia Restrepo, directora de Medellín Cómo Vamos, destacó la inversión social que ha hecho tanto esta, como otras alcaldías.
“Históricamente, más del 80 por ciento de los ingresos de Medellín van a inversión social. La pregunta no debe ser si hay o no inversión social, sino cómo se está haciendo. Destacamos lo que contó el secretario Tobón de este programa, que inicia en septiembre, y que busca impactar en estos jóvenes ya identificados que están en riesgo de comisión de delitos”, manifestó.
Históricamente, más del 80% de los ingresos de Medellín van a inversión social. La pregunta no debe ser si hay o no inversión social, sino cómo se está haciendo
Para ella, no se trata de idear un nuevo programa desde cero, sino de acercar lo que ya hay a los jóvenes en riesgo.
“Por ejemplo, becas en educación superior, en muchos casos están los cupos pero las personas no están accediendo a estos. Entonces ¿qué está pasando ahí? Y este programa trata de dar respuesta a este interrogante”, opinó.
Para una parte de los colectivos ciudadanos que participaron de la mesa, es lamentablemente que esta oferta llegue 20 meses después de haber comenzado la actual alcaldía, pues para ellos hay mucha información previa que permitiría conocer la realidad de estos jóvenes de la ciudad.
David Alejandro Mercado Pérez
Redactor de EL TIEMPO
davmer@eltiempo.com@AlejoMercado10