Pese al gran impacto que causó en su vida el accidente del vuelo LaMia, Yaneth Molina, controladora de tránsito aéreo, está tratando de hacer su vida lo más normal posible y recuperar por completo su tranquilidad y la de su familia.
Ha recibido atención psicológica y psiquiátrica desde que sucedió la tragedia y, poco a poco, se ha ido recuperando. Ha recibido apoyo de sus seres queridos, sus compañeros, el presidente de la Aeronáutica Civil, el Ministro de Transporte y hasta del Cónsul de Brasil.
“Hasta el momento, tengo todavía las reuniones con psicólogos, he tratado de seguir mi vida lo más normal posible, en compañía de mis hijos y mis familiares”, sostuvo la mujer, quien retomará labores en los primeros días de enero del próximo año. (Lea también: Las decisiones fatales detrás del accidente del Chapecoense)
Su hijo mayor, de 19 años, es piloto recién graduado y ha sido un gran apoyo para ella, porque conoce muy bien sobre temas aeronáuticos.
Aunque ha estado tranquila, porque hizo “lo humanamente posible y lo técnicamente obligatorio por evitar el accidente”, fue víctima de amenazas que circulaban en redes sociales, las cuales ya están en manos de la Fiscalía General de la Nación.
“Siempre hay gente que desconoce el tema y se empezaron a suscitar comentarios y opiniones, entre los que estaban las amenazas hacia mi integridad y afectaban mi tranquilidad y la de mi familia”, indicó Molina, quien añadió que estuvo con esquema de protección durante casi tres días, el cual volvió a solicitar a la Unidad Nacional de Protección, pero no ha recibido respuesta.
“Lo que pasó en las redes son resortes que de pronto hacen que reaccione la gente. Hace aproximadamente unos 8 o 10 años ocurrió un accidente aéreo y, tiempo después, uno de los papás de las víctimas buscó al controlador y lo mató. Uno no puede descartar que pueda pasar algo, pero yo estoy haciendo mi vida normal”, reiteró la controladora, quien lleva 22 años en su cargo, aunque su profesión es Comunicación Social y Periodismo.
Aun con las amenazas y los rumores que ha habido sobre ella, Molina está convencida de que hizo el trabajo correcto. Y ahora se siente mucho más serena, tras el informe de la Aeronáutica Civil que ratificó irregularidades en el vuelo de LaMia, como combustible insuficiente.
Su buen actuar ese día, dijo, se debe a que los controladores de tránsito aéreo están muy bien preparados para este tipo de emergencias, pues reciben formación mediante simulaciones de urgencias y fallos, lo que la ayudó a mantener la cabeza fría.
Según el testimonio de la mujer, quien tomó turno ese 28 de noviembre a las 6 de la tarde, lo único anormal del día fue una alerta que se produjo porque, al parecer, un vuelo de Viva Colombia tenía una fuga de combustible, lo que llevó a que se iniciaran los protocolos para darle prioridad de descenso. Sin embargo, aseguró que esto nada tuvo que ver con lo sucedido al vuelo de LaMia.
“El piloto de la aerolínea boliviana me solicitó la prioridad y yo hice la separación con las otras aeronaves, pero observé que las instrucciones no las estaban cumpliendo. Fueron 71 personas, pero pudo ser peor”, afirmó Molina.
Dice la controladora que, en cuanto el piloto empezó a descender sin mediar palabra y sin hacer caso de las instrucciones, ella decidió sacar de inmediato las dos aeronaves de Avianca y LAN, que también estaban en trayectoria de aproximación y que se encontraban cada vez más cerca del vuelo de LaMia, pues este no cumplía los límites de distancia, lo que pudo provocar un choque entre aviones.
Cuando la aeronave boliviana desapareció del radar y el piloto se había notificado sin combustible y fallo total eléctrico, buscó la manera de ayudarlo a llegar a la pista, pero no fue posible.
Si bien su turno iba hasta las 6:00 a. m. del 29 de noviembre, Molina fue relevada después del incidente por uno de sus compañeros, recibió atención médica e hizo los reportes pertinentes. Y, antes de ser reemplazada, dejó libre el espacio aéreo: “Ante todo, mi objetivo era preservar la vida de los que estaban bajo mi responsabilidad y asegurarles aterrizaje tranquilo, por eso la serenidad que manejé todo el tiempo”, añadió.
HEIDI TAMAYO ORTIZ
Medellín
Corresponsal EL TIEMPO
Comentar