Entre montañas, con una vista privilegiada de la ciudad, en medio de árboles, plantas y animales, transcurren sus días 50 jóvenes entre los 18 y los 35 años, todos hombres y todos con una conexión en sus pasados: fueron habitantes de calle. Hoy están haciendo lo posible para aprovechar la oportunidad de recuperar sus vidas.
El escenario en el que están recibiendo las bases para conseguirlo es la Granja Productiva Somos Gente 1, ubicada en el corregimiento de San Cristóbal y que el pasado 7 de abril cumplió su primer año.
Estos 50 jóvenes llegaron allí, tras tomar la decisión de dejar el infierno que vivieron en las calles. Con ellos son 164 que se han vinculado al programa, de los cuales 64 tuvieron un egreso favorable, es decir, se reintegraron a sus familias, obtuvieron un empleo o son capaces de vivir con autonomía, aun cuando no tienen redes de apoyo familiar.
Sin embargo, cuatro de ellos recayeron y regresaron a las calles. Los otros 50 abandonaron la granja o fueron remitidos a otros modelos de resocialización que tiene la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín, la cual lidera la iniciativa.
Son 164 jóvenes los que se han vinculado al programa, de los cuales 64 tuvieron un egreso favorable
Juan José*, quien ingresó el pasado 31 de enero, espera tener un egreso favorable y que este sea su último proceso de resocialización, pues a sus 29 años ya ha pasado por cuatro. Sonríe, al igual que todos los habitantes de la granja, y conversa con tranquilidad al lado del corral de las gallinas, esas que él llama ‘felices’, porque pueden caminar con libertad y solo deben poner muchos huevos.
“Fui habitante de calle por dos años. Todo empezó porque me tiré al alcohol y a las drogas. Mi familia no soportó mi adicción, me cerró la puerta y toqué fondo, tiré calle, comí de las basuras, anduve en atracos, engañaba a la gente para robarle, me alejé de todos, de mi hijo que ya tiene 11 años”, relató.
Las palabras le salen rápido para contar su historia: cuando empezó a consumir marihuana a los 13 años. Cuando la cambió por cocaína, a los 15. El día que conoció a la mujer de sus sueños, a los 18. La felicidad que le produjo el nacimiento de su hijo. La desilusión amorosa, cómo se refugió de nuevo en las drogas y el alcohol. Sus primeras noches en las aceras. Los atracos, las peleas, los dos años que estuvo en la cárcel. La primera vez que fue al Centro Día 1, también de la Secretaría de Inclusión, donde tuvo la primera posibilidad de empezar un proceso de resocialización.

En la granja hay actualmente 50 jóvenes entre los 18 y los 35 años en proceso de resocialización. Todos son hombres.
Jaiver Nieto/EL TIEMPO
La historia también tiene episodios alegres, sobre todo los últimos. En la granja, no solo siembra, cuida animales y respira aire puro sino que también participa en juegos, obras de teatro, deportes, lecturas y conversaciones con compañeros que han vivido situaciones muy parecidas a la suya.
Lleva un buen tiempo sin consumir drogas y un mes estudiando sexto y séptimo, los sábados, de 7 de la mañana a 5 de la tarde. Recuperó el contacto con su hijo y algunos de sus familiares.
Juan José está en la segunda de cuatro etapas que se deben vivir en la granja en un periodo de seis meses, si bien, algunos terminan antes. Como él, hay 28 jóvenes que también estudian los sábados. Además, pueden asistir a cursos de formación rápida, como alfabetización digital o escritura creativa. Y, en el año de existencia de la granja, se logró que 20 exhabitantes de calle culminaran su bachillerato.
De acuerdo con Juan David Montoya, coordinador de la granja, también hay convenios para vincular a diferentes puestos de trabajo a los jóvenes que terminen el proceso.
Agroindustria La Hondura es una de ellas. Ubicada en el municipio de Betulia (Suroeste antioqueño), se dedica a la producción de mango y cítricos, allí hay siete exhabitantes de calle contratados y hay tres más en procesos de selección. Empresas Varias de Medellín también ofrece vacantes para ‘escobitas’ o recolectores de basuras y hay proyectos productivos de flores en el Oriente a los cuales pueden unirse.
El coordinador indicó que la idea es cerrar los ciclos de la calle y cambiar el asistencialismo por la formación en herramientas para que puedan lograrlo.
En el año de existencia de la granja, se logró que 20 exhabitantes de calle culminaran su bachillerato
Por ello, hay cinco frentes en los que se ponen todos los esfuerzos: el fortalecimiento personal para entender las situaciones que los dejaron en situación de calle, la continuidad de los proyectos académicos, la búsqueda de oportunidades laborales, el restablecimiento de las relaciones familiares y el establecimiento de nuevas relaciones sociales.
Entonces, el trabajo en la granja es solo una excusa para tratar otros aspectos como la disciplina, la responsabilidad, el cuidado de los seres vivos y las relaciones personales.
Así lo ha entendido Carlos Castañeda, un joven de 24 años, que cumplió 15 días en el programa justo el día del aniversario de la granja. Su historia no es muy distante de la de Juan José. Cuando se cansó de que su madre y su padrastro ni siquiera lo dejaran dormir por vivir pegados de una botella de alcohol, empezó a permanecer más en las calles que en la casa.
A esta hora en el Centro comercial SantaFé, la granja "Somos Gente" se posiciona como un referente de Inclusión Social y laboral. pic.twitter.com/9SoK1nanoj
— Luis Bernardo Vélez (@luisbernardov) 3 de marzo de 2017
A los 13 años ya había probado la marihuana y luego, el perico. “Desde pequeño aprendí construcción, estaba ganando buena plata pero la estaba dejando toda en el vicio y las maquinitas. Algunas veces dormía en hoteles, otras veces en la calle. Al principio me daba mucha pena pedir, pero luego me tocó”, dijo, mientras jugaba con dos cabritos blancos recién nacidos.
El contacto con las cabras, los perros, las gallinas, las hortalizas y la naturaleza lo tiene contento en la granja, pero también la acogida que ha tenido de parte de sus compañeros. Además, está ocupado todo el día y siempre le ha gustado trabajar. Sueña con terminar décimo y once para culminar su bachillerato y, cuando supere toda su situación, aspira tener su propio hogar.
En vista de que las drogas son uno de los principales detonantes que llevan a las personas a vivir en las calles, en la granja se busca que dejen el consumo, pero sin satanizarlo. Por eso, en las salidas que pueden hacer los fines de semana (tras obtener el permiso), habrá quienes recurran a las drogas de nuevo.
Algunas veces dormía en hoteles, otras veces en la calle. Al principio me daba mucha pena pedir, pero luego me tocó
“Algunos pueden dejar de consumir bazuco y cambiarlo por la marihuana, acá no hay zonas de tolerancia, pero ellos pueden decidir si consumen afuera o no”, dijo el coordinador.
Para contrarrestar el problema de las drogas, en la granja les muestran otras opciones de vida, como teatro, juegos, deportes, cine, salidas a conocer distintos espacios de la ciudad, entre otras.
Juan José y Carlos agradecen todos los días poder vivir en la granja, el aire del campo les ayuda a limpiar sus pulmones, dijeron, y las actividades que realizan les dan la posibilidad de reflexionar sobre el futuro que quieren tener, un futuro en el que la vida en las calles sea solamente un recuerdo lejano del pasado.*Nombre cambiado
Las hortalizas que cultivan en la Granja Productiva Somos Gente 1 las comercializan en Mercados Campesinos, otra estrategia de la Alcaldía de Medellín, o se las venden al mismo proveedor encargado de la alimentación en la granja.
Además, en la granja se cuenta actualmente con el trabajo de 21 profesionales entre psicólogos, trabajadores sociales, entre otros profesionales. En vista de los buenos resultados que ha tenido la estrategia para la resocialización de los exhabitantes de calle, se espera poder replicarla. Por ello, según Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos, desde febrero de este año empezó a funcionar la Granja Somos Gente 2, la cual está ubicada también en el corregimiento de San Cristóbal y será inaugurada en mayo próximo.
Esta va a tener capacidad para 100 o 120 personas, quienes pasan allí gran parte del día, pero luego se van a dormir a hospedajes dispuestos por la Administración Municipal.
Asimismo, manifestó Juan David Montoya, coordinador de la granja, allí podrán asistir hombres y mujeres hasta los 59 años, quienes ingresarán al proceso para ser atendidas en un proceso que será más complejo debido a su larga permanencia en la drogadicción y a que duraron más tiempo en situación de calle.
El secretario también dijo que con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá se ha estudiado la idea de construir otra granja que albergue a exhabitantes de los 10 municipios que integran la entidad y llevar soluciones a este problema en todo el territorio.

Distintas especies de animales habitan en la granja, los cuales deben ser cuidados por los mismos exhabitantes de calle.
Jaiver Nieto/EL TIEMPO
Además de las granjas, la Secretaría de Inclusión tiene otros programas para la resocialización de esta población. Gracias a ello, durante el 2016, un total de 120 personas superaron la situación de calle.
Según el último censo realizado por el Centro de Estudios de Opinión de la Universidad de Antioquia, en Medellín hay 2.960 habitantes de calle, quienes en su mayoría se encuentran en esta condición debido al consumo de sustancias psicoactivas y por voluntad propia.
El modelo de las granjas, anotó Vélez, ha sido conocido por personas del exterior, así como por las alcaldías de Cali y Bogotá, que han manifestado su intención de replicarlo, para lograr arrebatarles a las calles personas que están en condición de adicción y de delincuencia, para darles nuevas oportunidades.
HEIDI TAMAYO ORTIZ
Redactora de EL TIEMPO
heitam@eltiempo.com