Un mundo que asombra, pero que es un misterio. Un mundo que pocos conocen y pocos tienen la posibilidad de conocer.
Eso es el rodaje de una película, pues nadie que no haga parte de la producción puede estar presente, porque se puede convertir en un estorbo.
Sin embargo, el Semillero de Investigación Audiovisual Óptico de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana logró hacer un registro de la grabación de una película. Se trata de la segunda producción audiovisual del director colombiano Carlos César Arbeláez, Eso que llaman amor. La ópera prima del director es Los colores de la montaña.
Como producto de este registro fue publicado el libro Memorias de rodaje: Eso que llaman amor, película que fue grabada en Medellín y es un testimonio fotográfico y escrito de esta producción.
En un principio fueron 10 los estudiantes que trabajaron en el proyecto y en la formulación de la investigación, porque fue planteada así.
Pero no lo es, dice Lucía Victoria Torres, docente líder del semillero y quien estuvo a cargo de la edición del libro. Este es un trabajo que va más allá, pues documenta y retrata una experiencia.
Luego de un año de trabajo quedaron cinco estudiantes para estar presentes en el rodaje y realizar las memorias. Pero al final solo quedaron cuatro: Camilo Londoño, Melissa Rodríguez, Eliana Montes y Daniela Calle. La publicación se alimenta de las técnicas de investigación de la antropología del periodismo, esta última las aprendió y trabajó la docente, cuando ejerció la profesión durante algunos años en diferentes medios. Cinco de estos años fueron en el periódico EL TIEMPO. “Yo como investigadora en la academia no me voy a olvidar de las técnicas, porque ya las probé, lo hice durante mucho tiempo recorriendo zonas de Colombia, de Antioquia, de la ciudad, y sé que ahí surge el conocimiento, y que la mera observación ya te da conocimiento”, comenta la profesora.
Lo que le propuso la docente a los estudiantes pertenecientes al semillero ir al rodaje de una película y observar, luego de preguntarles qué dudas tenían sobre el cine colombiano. De ahí surgió la idea de documentar el cine colombiano en el momento en que se hace. El proyecto nace de la pregunta de cómo es un rodaje. “El libro es contar cómo esta gente hace una película, en seis semanas, en Medellín, en jornadas nocturnas, casi todas, en unos días de lluvia infame, y cómo un director después de haber tenido una película exitosa, cómo enfrenta su segundo rodaje. Y cómo lo enfrenta en Medellín, en una ciudad en donde es muy escaso ver un rodaje”, explica Torres.
De acuerdo con la docente, Medellín tiene las peores cifras de espectadores de cine, en cuanto a producciones colombianas se refiere.
La publicación está compuesta de tres partes, de las cuales las fotografías, realizadas por Raúl Soto, son fundamentales.
La primera es una serie de crónicas,porque este género es la mejor manera de contar las historias y lo que observaron los estudiantes durante el rodaje. Esto permitía hacer realidad lo que la profesora quería: “Reivindicar con la investigación la validez de la sensibilidad, del asombro y de la observación como medios potentes para uno acercarse a conocer”, explica.
La segunda parte son entrevistas formales al director, productor, actores y a parte del equipo de producción, ya que este tipo de trabajos son instrumentos pedagógicos.
La última parte tiene un lado académico, que cuenta cómo se hizo la investigación. El libro se considera el producto de un trabajo de investigación.
“No quería que el libro quedara solamente en el ámbito académico, porque además habla de algo que a muchas personas les interesa. El cine tiene que ver con la vida de todos, mucho más con la vida de unos estudiantes de comunicación”, agrega torres al referirse a la importancia del trabajo.
Con este se puede dimensionar el valor del cine y así saber cómo se hace en Colombia, porque, según Torres, el rodaje es el momento más determinante de una película y todo se vive para el rodaje.
MATEO GARCÍA
Para EL TIEMPO
Medellín
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