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Medellín

La erosión se come el litoral del golfo de Urabá

La intervención humana aceleró las condiciones naturales, con la desviación del río Turbo y la extracción de materiales de playa.

La intervención humana aceleró las condiciones naturales, con la desviación del río Turbo y la extracción de materiales de playa.

Foto:Juan José Murillo

En la última década la línea costera retrocedió hasta 1,6 kilómetros en la península de Punta Rey.

Redacción El Tiempo
La casa de Carolina Cabrera tambalea y el suelo de bahareque se hunde un poco más cada vez que hay tormenta. Esas noches, en el barrio Minuto de Dios, en el municipio de Arboletes, nadie puede dormir. Cuando el viento arrastra las olas y pega con ímpetu en el talud, las casi 50 familias que viven a la orilla del mar salen de sus ranchos y corren hasta algún punto en donde ya no sientan la furia del mar.
En ese lugar, en el límite entre el departamento de Córdoba y Antioquia, el mar ha destruido casi 45 casas durante los últimos 10 años a lo largo de 500 metros.
Los que aún permanecen en el barrio viven con incertidumbre, pues temen que sus casas caigan algún día al precipicio o que sus hijos no alcancen a escapar.
“Hemos tenido que salvar por lo menos a 12 familias que han caído al abismo. Como han quedado sin nada las han reubicado a dos o tres calles de distanc ia, pero a la final eso es quedar en la misma situación porque el mar avanza y la Alcaldía no hace nada”, dijo Cabrera, quien lleva 24 años viviendo en esa zona.
El mar amenaza con llevarse la única vía que comunica el departamento de Córdoba con Antioquia. Foto: Juan José Murillo.

El mar amenaza con llevarse la única vía que comunica el departamento de Córdoba con Antioquia. Foto: Juan José Murillo.

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Según Héctor Manuel Doria Miel, coordinador territorial caribe de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Urabá (Corpourabá), el paisaje y la geografía de este sector del caribe ha cambiado en los últimos 40 años.
Un ejemplo es que lo que antes era una larga península –llamada Punta Rey– que unía una isla al continente por un largo y fuerte estrecho, ahora es solo un pequeño islote que se halla a punto de desaparecer por la fuerza de las olas.
Doria Miel explicó que el deterioro de la península o espolón natural comenzó en los años 90, cuando una empresa minera hizo detonaciones con dinamita en la zona para la extracción de material de arrastre para la construcción.
“Al encontrarse debilitada la barrera natural, se modifican las corrientes de la marea y es allí en donde comienza un proceso erosivo más acelerado. A raíz de esto, el mar terminó de hacer su trabajo y siguió debilitando esa punta natural hasta que la rompió”, agregó Doria.
Los habitantes de este barrio no son solo los afectados por la erosión costera. A un kilómetro del sitio, el mar amenaza con llevarse la única vía que comunica el departamento de Córdoba con Antioquia.
Allí, la Alcaldía de Arboletes puso un enrocado de manera artesanal para frenar el embate de las olas. Pero estas pequeñas obras, aseguró Doria, no son suficientes pues no cuentan con un estudio ambiental y de ingeniería previo.
Con muy pocas excepciones, los espolones perpendiculares a las playas, adaptados en terrenos privados, no han recuperado arenas y más bien se han convertido en generadores de nuevos problemas en los sectores adyacentes.

La intervención humana

De acuerdo con la directora de Corpourabá, Vanessa Paredes, las condiciones naturales de erosión fueron aceleradas por intervenciones humanas, como la desviación del río Turbo, la extracción intensiva de materiales de playa y el manejo inadecuado de las aguas lluvias y residuales.
“La erosión en el litoral antioqueño es una de las más críticas del país, la segunda después de la Guajira. Este está retrocediendo a velocidades impresionantes y eso se debe a las acciones de los humanos en esos lugares”, explicó.
Según Doria, las acciones a las que se refiere Andrade vienen de tiempo atrás: “Nuestra geología es de unas rocas no cohesivas, son rocas blandas que con nada se deshacen. Si le quitamos la cobertura (manglares y arena) que fue lo que pasó, se ven fenómenos como este. Cuando empezaron a construir las casas en Arboletes lo hicieron con la arena de las playas y hoy tenemos el efecto negativo”, añadió.
Esto no es todo, en la última década ocurrió un retroceso de la línea de costa de entre 50 y 100 metros por año en varios sectores del Urabá antioqueño, y de hasta 1,6 kilómetros en el área en el corregimiento de Zapata, en el municipio de Necoclí. En este lugar sus habitantes perdieron la cuenta de los kilómetros de superficie que el mar se ha llevado.
Las personas que están cerca al mar, viven en la incertidumbre pues temen que ellos o sus casas caigan algún día al precipicio. Foto: Juan José Murillo.

Las personas que están cerca al mar, viven en la incertidumbre pues temen que ellos o sus casas caigan algún día al precipicio. Foto: Juan José Murillo.

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Vicente Herrera, que nació y ha vivido desde siempre en ese corregimiento, recuerda los cultivos de palma de coco de los que sobrevivían las familias del sector y que ocupaban una extensión de casi 10 kilómetros en diagonal a la playa. De estos, dijo con tristeza, ya no queda ni el vestigio.
“Veíamos cómo se iba cayendo una y otra palma sin poder hacer nada, sobre todo en verano cuando la tierra seca se desplomaba en el agua salada. Para nosotros fue doloroso, porque ese era el sustento de la región y todo se lo llevó el mar, nos dejó sin nada. Así como nos lo ha dado todo, todo nos lo ha quitado”, contó Herrera.
Sin embargo, la situación ha cambiado. Hace siete meses Corpourabá y la universidad Eafit diseñaron celdas experimentales, construidas con material rocoso de alta densidad, que apilaron de forma paralela a la línea de costa.
Para Iván Darío Correa, director del área de Ciencias del Mar de Eafit, el objetivo de estas estructuras es interrumpir el paso de la arena y retener los sedimentos que permiten conservar parte de la estabilidad del terreno y fortalecer, de paso, los ecosistemas costeros.
“Son diseños simples, a título de experimentos para proteger los sectores. Costaron poco y se construyeron de forma rápida. Pensamos que si veíamos que la construcción de esas defensas no servían, las podíamos desbaratar, pero eso no pasó”, aseguró el investigador.
Los resultados del experimento –explicó la directora de Corpourabá– han generado muy buenos resultados, porque después de cinco y ocho meses de haber sido ubicada la infraestructura, la arena ha vuelto a formar playa y ninguna casa a vuelto a caerse.

Volcán desaparecería

Hasta hace 15 años el mar estaba a más de 200 metros del volcán de lodo de Arboletes. Hoy los separa tan solo 10 metros.
En este lugar confluye la erosión marina, que está en la falda del volcán. Pero también -aseguró Doria- hay problemas administrativos de los dueños del terreno, por la ineficacia en el manejo del lodo y de las aguas de escorrentía.
“En la parte baja el Estado puede invertir con las obras de protección, pero en la parte de arriba se trata de una propiedad privada y ahí le corresponderá al dueño tomar las acciones que corresponden al caso”, dijo el ingeniero.
La problemática de Arboletes y de todo el Urabá antioqueño ya es conocida por las autoridades.
De hecho, comitivas de la Gobernación de Antioquia han recorrido la costa para constatar la afectación que la marea está ocasionando a viviendas y al volcán.
Durante el 2010 la Administración Municipal inició obras de mitigación del impacto del mar, pero quedaron inconclusas.
En esas labores fueron invertidos 16.000 millones de pesos en espolones perpendiculares a las playas, que no han recuperado arenas y más bien se han convertido en generadores de nuevos problemas en los sectores adyacentes.
Los diseños ya fueron actualizados y ahora Corpourabá y las alcaldías del litoral buscan que el Gobierno Nacional y la Gobernación de Antioquia inviertan 9.000 millones de pesos más para construir murallas longitudinales en los sitios más afectados.
PAOLA MORALES ESCOBAR
MEDELLÍN
Twitter: @paom
Correo: inemor@eltiempo.com
Redacción El Tiempo
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