El pasado domingo, en la programación de la Fiesta del Libro y la Cultura que termina este fin de semana, fue presentada una publicación con fragmentos de las obras que 18 estudiantes de la primera cohorte de la maestría en Escrituras Creativas de la universidad Eafit vienen desarrollando.
La idea de la maestría, hasta su materialización, tardó cerca de cuatro años. El inicio estuvo en el mismo Departamento de Humanidades que tiene un trabajo importante con la literatura y la realización artística de la palabra con un enfoque teórico y de afirmación enfocado a la lectura y a la interpretación, como es el caso de la maestría en Hermenéutica Literaria.
De ese interés inicial, muy pronto, surgió también la posibilidad de que la creación estuviera en la oferta académica de la Universidad.
Estudiaron las experiencias de México, Estados Unidos, Inglaterra, Argentina, Chile y las de las universidades Nacional y Central, en Bogotá. Del ámbito local recogieron el legado que han dejado los talleres de escritores, los festivales y casas de la cultura que abren espacios a la creación.
Un total de 35 personas se inscribieron en esa primera convocatoria de septiembre del 2015.
De ellas, fueron admitidas 20. No porque haya un número definido, como lo explica Juan Camilo Suárez Roldán, docente del departamento de Humanidades de Eafit y coordinador de la maestría, sino que tuvieron en cuenta los puntajes del proceso de selección que comprendía un perfil escrito del aspirante, proyecto de escritura y la entrevista.
Al respecto, EL TIEMPO sostuvo el siguiente diálogo con Suárez Roldán:
Más allá del objeto de la escritura y de la discusión sobre si los estudios sobre ella son útiles, ¿usted cree que se puede o no enseñar un talento o brindar una habilidad para escribir creativamente? o ¿Es una pérdida de tiempo? Más concretamente, ¿le van a enseñar a la gente a ser escritor?
No, no es exactamente eso. Es como si lo estuvieran juzgando a uno por prometer al público un William Faulkner, después de año y medio. Y no es eso. La maestría está valorada a raíz de la competencia que todos tenemos con el lenguaje.
Todos estamos alfabetizados y eso carga que alguien pueda ser o llevar la escritura asociada a la creación.
La escritura tiene como proceso, como investigación, como trabajo con el lenguaje, modos de cualificar el manejo de esa destreza que es el lenguaje y la escritura como técnica. Pero, también el enriquecimiento de los géneros, de las estrategias narrativas, los géneros discursivos. Asuntos que tienen que ver con otros campos del arte.
A partir de esa conciencia ya es más claro que el asunto no es un sujeto que puede ser convertido en alguien particular, un autor, sino más bien de un proceso.
Por eso hemos insistido mucho en que quien llegue a la maestría traiga un proyecto de escritura porque sobre ese proyecto y sobre la acción de esa persona interesada es que la maestría va a proponer su funcionamiento o se construye la articulación de los tres semestres.
¿Cómo interpreta el afán o ese interés más por escribir que por leer?
El escribir está asociado indudablemente al de la lectura. Quien lee y lo hace con fruición, con goce, con juicio y curiosidad muy pronto se pone detrás de la cortina del que realiza ese tipo de textos y se pregunta inevitablemente por la posibilidad de hacer algo similar.
En esa medida, creo que la inquietud no es nueva.
Es una inquietud asociada al enriquecimiento del proceso de lectura de muchas personas en la ciudad de Medellín.
Lo que ahora ocurre, tal vez, es que esa inquietud encuentra espacios en los que se puede hacer visible o hacer pública.
Es el caso de los talleres de escritura o la maestría en Escrituras Creativas. Pero inevitablemente están relacionados lectura y escritura.
Y, digamos que hay algo que en la pregunta resulta señalado y es eso un poco vanidoso de querer ser escritor.
Pero, si ese gesto no está asociado a un impulso genuino pronto él mismo se decanta o se revela como simple gesto.
Finalmente lo que soporta la existencia de un taller son los párrafos, las frases, el espacio en blanco, esa carpintería.
¿En qué se diferencia la maestría en escrituras creativas de Eafit, de las otras existentes en el país, en Norteamérica y en Latinoamérica?
Tiene un enfoque, respecto a las otras maestrías, que es fundamentalmente práctico. Incluso en el área de fundamentación teórica, que está representada por las poéticas de la narración, de la lírica y de los géneros contemporáneos, que aunque tienen una base teórica, un conocimiento histórico y una tradición que nutre la caracterización y la función interna, la idea es que tengan una vocación fundamentalmente práctica, que los que adelantan la maestría incorporen eso saberes a su trabajo, incluso si no están practicando ese género.
Entonces, creo que el principal rasgo diferenciador de esta maestría, respecto a las demás, aclaro que esta es una maestría profesionalizante y no investigativa, es la vocación o configuración práctica del hacer, de consolidación de prácticas vinculadas con la escritura.
¿Qué balance puede entregar de este primer año de la maestría?
A mí me corresponde, más allá de la función que desempeño, reconocer un balance positivo.
Justamente por la expectativa que se tenía con respecto al programa y el resultado que ahora constato. Del grupo de personas que integran la primera cohorte, no encuentro fácil señalar a alguien que no esté trabajando su proyecto de escritura.
Todos han tenido que golpearse fuerte contra las paredes, porque venían con unas ideas previas con respecto a lo que querían y se encuentran con otras visiones y testimonios que, en fin, todos están volcados sobre un proyecto de escritura que ya en este segundo semestre, y de cara al último, los compromete y es la apuesta de cada uno.
En esa medida, considero que la maestría arranca con un balance positivo. La propuesta funciona y hay un camino, un medio, un proceso que están siendo utilizados y transitados por quienes están haciendo la maestría.
Ya se inició una nueva convocatoria…
En este momento ya está abierta la convocatoria para la segunda cohorte, hasta noviembre para comenzar en el 2017-1. La primera tuvo muy buena aceptación.
Eso se debe al hecho de que muchas personas están interesadas en desarrollar un proyecto que hacía rato tenían en mente; otras quieren encontrar más herramientas para cualificar sus competencias en escritura y llevarlas a un nivel mejor.
Y desde ahí, no solo es culminar un proyecto sino continuar una carrera importante. Antes estaban obligados a buscar esa respuesta fuera del país o en Bogotá.
Entonces, al surgir el programa aquí en Medellín pues muchas persona encontraron positiva esta propuesta.
JORGE IVÁN GARCÍA JIMÉNEZ
Editor EL TIEMPO
Medellín
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