“Quietos pa’ la foto”, les grita el ‘More’, Jairo Ramos, a las personas que se pasean por la piedra de El Peñol, en el embalse de Guatapé.
Él un habitante de San Rafael, oriente de Antioquia, a sus 55 años se sube a diario a un bus que lo lleva hasta el destino turístico por excelencia. Treinta minutos de recorrido lo separan de su trabajo.
El popular ‘More’ llega hasta el monolito para fotografiar a los turistas que en masa visitan el lugar. Bajo su sombrero, tipo safari, se esconde un personaje alegre y carismático que rápidamente conquista a los turistas con su desparpajo y buen humor.
El popular ‘More’ llega hasta el monolito para fotografiar a los turistas que en masa visitan el lugar. Bajo su sombrero, tipo safari, se esconde un personaje alegre y carismático que rápidamente conquista a los turistas con su desparpajo y buen humor.
Su apodo, dice él, se lo pusieron sus amigos de cariño. Pero, parece que hubiera sido el sol, el que recibe durante las ocho horas que pasa en la piedra, el que lo bautizó porque este le dejó su piel morena para siempre.
Jairo se describe como un gran personaje de la fotografía. Paradójicamente, es un fotógrafo sin cámara.El ‘More’ usa los celulares de los visitantes para congelar los momentos de sus clientes que buscan llevarse un grato recuerdo del sitio: parejas de novios, esposos o familias completas.
La clave del éxito de este fotógrafo sin cámara consiste en su particular estilo, mirada y perspectiva con los que logra unas fotos perfectas en las que los protagonistas aparecen felices aparentemente sosteniendo o empujando el monolito de 2.135 metros y, según expertos, de 600 millones de toneladas.

El resultado final, una foto sosteniendo la piedra de El Peñol.
Jaiver Nieto Álvarez / El Tiempo
Una foto curiosa que, sin duda, se llevará comentarios y me gusta en sus redes sociales.
Para alcanzar ese plano, Ramos emplea el parqueadero del lugar. Allí, con un palo de madera, marca en el suelo de tierra círculos y rayas que le sirven para ubicar estratégicamente a sus clientes turistas que quedan posando a la misma altura de la piedra. “Yo calculé el punto, acá no le estorbo a nadie y logro la foto perfecta”, explica.
Pie izquierdo aquí y pie derecho acá, le dice ‘More’, ubicando a su siguiente modelo.
“Mire su mano derecha, ahora incline el cuerpo y quieta ahí”, le dice a Luisana, una turista venezolana que le pagó 1.000 pesos por su trabajo.
En realidad, Ramos no le cobra a nadie por el trabajo. El pago que recibe es la voluntad de los que aceptaron el reto de estar bajo su lente.
“Yo quiero decirles a todos que se peguen la rodadita hasta aquí, es un lugar hermoso y acogedor. Soy fotógrafo pero no le cobro a nadie, mis fotos artísticas las hago de cariño. Las personas quieren llevarse un recuerdo de su viaje a sus ciudades y países de origen, el pago es lo que ustedes consideren”, es su perorata al ofrecer su singular servicio.
Una vez visto el resultado, el trabajo del ‘More’ se vuelve un voz a voz por el la zona, haciendo que sean más y más lo que quieran posar. “¡Uff! este man si sabe, qué buenas fotos”, le dicen los agradecidos turistas que aprovechan, además, el momento para tomarse la foto con él. “More, una foto para el facebook, que la gente lo conozca, que berraquera de fotos parcero”, le repiten.

Estratégicamente ubica a las personas para lograr el efecto final sobre la piedra.
Jaiver Nieto Álvarez / El Tiempo
¿Qué hora es? Pregunta el ‘More’. Son las 4:30 de la tarde, le contestan. Siete horas de trabajo y no ha probado bocado. “Yo me entretengo tanto acá que se me olvida hasta comer, pero ya va siendo hora de organizar y buscar camino, en mi casa me tienen el almuerzo”, dice.
La alegría y la suerte del fotógrafo de El Peñol es tal que muchos visitantes que comparten en familia lo invitan a almorzar. “La papita no falta, la gente es muy querida y lo convidan a uno”, cuenta.
El sol, esa luz natural y fiel compañera que ayuda al ‘More’ a componer sus fotos, empieza a ocultarse sobre el embalse de Guatapé, un espectacular atardecer digno de una instantánea de Jairo.
Un día más ha terminado para él, recoge su maletín donde guarda agua y un poncho típico antioqueño. En su bolsillo derecho lleva unos pesos de más para el sustento suyo y de su familia. Camina cerca de un kilómetro desde el parqueadero hasta la vía principal a la espera del bus que lo llevará a casa, mientras turistas y comerciantes se despiden de él: “¡Chao! More, Dios lo bendiga, nos vemos mañana”.
Si viaja hoy a la piedra, no olvide visitar a el ‘More’ y prestarle su teléfono para que a través de su ojo se lleve el mejor recuerdo del lugar.
Jaiver Nieto Álvarez
Fotoperiodista El Tiempo
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