Cuando se escucha la palabra Reciclador, el estereotipo común es imaginarse a una persona andrajosa con una carreta recorriendo las calles y hurgando en las basuras.
Ese es tan solo uno de los imaginarios que corporaciones organizadas de recicladores tratan de erradicar en Medellín.
Una tarea difícil, cuenta Maria Elena Cárdenas, directora de proyectos de la Corporación Corpooccidente que opera en Nuevo Occidente, una zona que ha sufrido gran expansión donde habitan principalmente personas de estratos bajos.
En esta zona, han calculado más de 7.000 viviendas donde viven unas 100.000 personas.
“Las personas no tienen la cultura de hacer separación de los residuos y antes las calles y aceras eran montañas de bolsas de basura. Apenas el año pasado llegaron los contenedores lo que le dio un cambio total al panorama”, dice la mujer.
En el lugar donde opera Corpooccidente no tienen luz, tampoco modernos vehículos para recoger material ni mucho menos grandes espacios para almacenar lo recogido.
Lo que sí tienen, es una visión clara, una organización que les ha permitido crecer en más de un año y una plan de bioseguridad para seguir ejerciendo esta labor.“Más que una corporación de recicladores, somos un laboratorio socio-ambiental donde buscamos empoderar a los integrantes para que sean empresarios de aprovechamiento de residuos. De los 40 integrantes que tenemos, hay 15 certificados por el Sena, entre las que están hijas de recicladores que ya son adultos mayores, porque es necesario hacer un relevo generacional en este oficio”, cuenta María Elena.
Somos un laboratorio socio-ambiental donde buscamos empoderar a los integrantes para que sean empresarios de aprovechamiento de residuos
Lizeth y Daniela hacen parte de esta ‘nueva sangre’. Ambas están certificadas por el Sena y no solo han desarrollado fuerza en las labores de reciclaje, sino que también trabajan en la parte administrativa, como servicio al cliente, redes y sistemas, atención social y salud ocupacional.
Resalta la directora de proyectos, que los recicladores son profesionales en lo que hacen, están en capacidad de saber que hay por lo menos siete tipos de plásticos y que estos no pueden mezclarse porque si lo hacen, se contaminan. También saben identificar un papel de otro lo que ayuda en su proceso de trabajo en la separación de elementos.
Uno de los mayores logros de esta corporación es tener unos uniformes y una identidad corporativa, donados por la empresa Tetra Pak, que puede parecer ínfimo, pero que para los recicladores vale oro, pues los hace ver como una empresa a ojos de la comunidad.
Sin embargo, a pesar de estos cambios, para María Elena, el reciclaje es una “trampa de pobreza” a la que tienen que ayudar a salir a quienes están allí, algo que no se logra con pagos por vía tarifa.
Aunque los recicladores son la base del aprovechamiento, cuenta ella que no se están ganando más de 360.000 pesos mensuales (mucho menos de la mitad del salario mínimo). Además, están desperdiciando un 60 por ciento de su capacidad laboral por dedicarse a las labores de separación de residuos, un trabajo que debería hacer cada ciudadano”, asegura María Elena.
Durante la pandemia, estas personas han tenido una sensación paradójica. Por un lado, han comido más que en otros meses, gracias a la solidaridad de personas y empresas.
Pero, por otro lado, ha incrementado el riesgo en lo que tocan. Cuenta María Elena que las personas no meten los tapabocas o guantes usados en bolsas si no que los tiran ahí, como si nada. “En la basura se encuentra cualquier cosa, pero para acceder al material aprovechable, los recicladores tienen que sacar muchas cosas no deseadas”, dice la directora de proyecto, quien puntualiza que lo más importante que tiene que sacar un reciclador, es su pensamiento de pobreza y ayudarlos a que vean más allá de la basura, en lo que llaman hoy, la economía circular, algo que Corpooccidente ya comenzó a implementar.
¿Crees que separar los residuos no sirve porque todo lo mezclan en el camión?
— Alcaldía de Medellín (@AlcaldiadeMed) May 19, 2020
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Corpooccidente recoge en promedio, 21.000 kilos mensuales de material reciclable. Una cifra baja en una zona con potencial para dejar más de 100 toneladas. De allí el llamado a las personas para hacer uso adecuado de sus residuos.
Cifras de la alcaldía de Medellín indican que cerca de 2.450 toneladas de residuos ingresan diariamente al relleno sanitario La Pradera, de los cuales el 28% son potencialmente reciclables.
En Medellín hay alrededor de 4.700 recicladores y 18 empresas prestadoras del servicio, autorizadas, que el año pasado reutilizaron 41.778 toneladas de este material.
“En el primer trimestre de este año la cifra alcanza las 10.996. Se espera superar la cantidad del año pasado”, expresó la secretaria de Medio Ambiente, Diana Montoya.
La meta en el Plan de Desarrollo es reutilizar 52.000 toneladas en el cuatrienio, una cifra calificada como baja por colectivos ambientales que aseguran que Medellín produce unas 700.000 toneladas/año.
DAVID ALEJANDRO MERCADO
Redactor de EL TIEMPO@AlejoMercado10