Tras mes y medio del incendio que consumió el Bloque 27 de la central Mayorista, los comerciantes de los 400 locales aún no encuentran solución a su situación.
A las afueras de los 3.662 metros cuadrados del calcinado espacio, los comerciantes afectados instalaron improvisados espacios con carpas de dos por tres metros.
Contaron que no han recibido acompañamiento y que ellos mismos tuvieron que comprar lo necesario para armar su puesto de venta improvisado.
“Apenas hoy en la mañana comenzaron las jornadas para censarnos, mañana también se harán para los que no alcanzaron a llegar”, le contó Cristina Toro a otro comerciante que apenas llegaba a la Mayorista.
Agregó que el trámite tiene que ser personal por lo que es indispensable llevar la cédula de ciudadanía.
“No se enfocaron tanto en los propietarios sino en nosotros los damnificados, los que trabajamos aquí. Además de los datos personales nos preguntaron las personas que teníamos a cargo, cuántos de esos eran menores de edad, si hay alguien que necesite ayuda sicológica. Pero ya. No nos dieron fechas o alguna otra información”, manifestó la comerciante.

Comerciantes se quejan de la cantidad de moscas que hay en el lugar donde están ofreciendo sus productos
Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Así luce el bloque 27, propiedad de la Alcaldía de Medellín que incendió el pasado 10 de julio.
Jaiver Nieto / EL TIEMPO
Mientras tanto, siguen los rumores entre los pocos que mantienen su puesto de venta abierto. Dicen que los van a sacar porque el lugar donde están no les fue entregado, sino que fueron los mismos afectados los que se tomaron ese espacio.
“Nadie se ha acercado a decirnos que tenemos que irnos de aquí o que ya hay un lugar donde nos van a reubicar. Los únicos que vienen y no se van son los moscos, ese es el mayor problema que tenemos porque nos está afectando demasiado las ventas”, dijo Toro.
Indicó que ya no saben qué hacer con esa plaga, pues a la reducción de espacio, que ha disminuido el número de visitantes, los pocos que se acercan a comprar las frutas y verduras se espantan al ver la magnitud de moscas que pululan en los improvisados espacios. “Uno no sabe qué hacer. Esto es insostenible”, recalcó antes de irse a atender a uno de los pocos clientes que llegó a su puesto.
MEDELLÍN
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