El accidente de un avión ultraliviano, ocurrido el pasado martes 19 de enero en el municipio de Copacabana, al norte de Medellín, reabrió esta semana el debate sobre el futuro del aeropuerto Olaya Herrera, la segunda terminal más importante de Antioquia y una de las más antiguas del país.
Por segunda vez en menos de un año, la discusión regresó a la agenda pública, luego de que el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, cuestionara la seguridad de esa terminal y propusiera reabrir el debate sobre transformarla en un gran parque urbano.
"El aterrizaje en Medellín es uno de los más difíciles en el país”, planteó el mandatario local, aludiendo al incidente ocurrido el pasado martes (en el que dos personas resultaron lesionadas), y recordando uno de los accidentes más dolorosos en la historia de la aviación local, cuando el 26 de marzo de 2006, una aeronave tipo Cessna 206 se estrelló contra una placa polideportiva del colegio de la Universidad Pontifica Bolivariana y dejó un saldo siete personas fallecidas, incluidos dos estudiantes.
“Es necesario reabrir uno de los debates más importantes: la permanencia del Aeropuerto en la ciudad, la conectividad aérea del departamento y la construcción de una segunda pista en Rionegro. Pronto daremos un paso importante en este sentido”, agregó Quintero Calle.
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Aunque el alcalde no aclaró en qué consistirían las nuevas decisiones que podría adoptar la administración municipal, sus declaraciones despertaron reacciones encontradas.
Mientras unos ven en la idea un camino para resolver algunos de los principales problemas urbanos de Medellín, otros plantearon que el proyecto podría traer repercusiones negativas y cuestionaron los intereses particulares detrás de eliminar la terminal.
La tendencia mundial es relocalizar los aeropuertos en las afueras de las ciudades. Se ha hecho en las últimas décadas en Berlín, Quito, Cusco, Caracas, etcétera
Daniel Carvalho Mejía, urbanista y uno de los concejales de Medellín que ha liderado esta discusión durante los últimos años, insistió en que la transformación del aeropuerto ayudaría a resarcir el déficit de espacio público local y estimularía la densificación en su zona adyacente, evitando que la ciudad continúe expandiéndose por las laderas.
“La tendencia mundial es relocalizar los aeropuertos en las afueras de las ciudades. Se ha hecho en las últimas décadas en Berlín, Quito, Cusco, Caracas, etcétera (…). Una directriz fundamental de la ciudad sostenible es el crecimiento hacia dentro, la redensificación”, planteó Carvalho Mejía, agregando que, pese a los obstáculos jurídicos, normativos y logísticos, la ciudad debería reabrir el debate.
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Dentro de las múltiples variables que hacen parte de la discusión, uno de los puntos que ha despertado interpretaciones encontradas es qué hacer con el robusto volumen de operaciones que hoy acoge el aeropuerto Olaya Herrera.
Según datos de Airplan, el operador privado de la terminal, durante 2019 al menos un millón 164 mil 859 de pasajeros y 1.759 toneladas de carga habían sido transportados en el aeropuerto. Un consolidado que lo convierte en uno de los 10 más grandes de Colombia.
Uno de los puntos que ha despertado interpretaciones encontradas es qué hacer con el robusto volumen de operaciones que hoy acoge el aeropuerto Olaya Herrera.
Cortesía Aeropuerto Olaya Herrera.
Según datos de Airplan, el operador privado de la terminal, durante 2019 al menos un millón 164 mil 859 de pasajeros y 1.759 toneladas de carga habían sido transportados en el aeropuerto. Un consolidado que lo convierte en uno de los 10 más grandes de Colombia.
En diálogo con EL TIEMPO, el pasado 12 de diciembre, Sara Ramírez, gerente de Airplan, reveló que el traslado de ese volumen de operaciones al aeropuerto José María Córdova obligaría a replanificar todo el sistema aeronáutico regional.
Aunque de construirse una segunda pista el traslado sería viable, Ramírez advirtió que en un plazo de unos 15 a 20 años la región se vería obligada a construir una tercera.
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“La demanda de todo el agregado que genera el Olaya más el José María Córdova requeriría de dos pistas. No necesariamente de dos terminales, pero sí de dos pistas segmentadas. Sin embargo, nuestro cálculo muestra que se necesitaría una tercera pista, más o menos en un horizonte de unos 15 a 20 años”, dijo Ramírez, quien aclaró que no se opone al proyecto, pero considera debe estar respaldado por una planificación más detallada.
Otro interrogante que se suma al debate se asocia al avance en la construcción de esa segunda pista segunda pista en Rionegro. Un proyecto que ha despertado oposición entre los habitantes de ese municipio, quienes se organizaron en una veeduría ciudadana, y que, según la Aerocivil, ya tendría formulados sus diseños desde hace más de un año.
Además, más obstáculos se levantan en el camino. El contrato firmado con Airplan (que según lo acordado debería operar la terminal hasta 2032 o hasta alcanzar una expectativa de ingreso de 2,2 billones de pesos) y el impacto económico que dejaría su cierre (según la Alcaldía este genera una derrama económica de 370.000 millones de pesos anuales), son algunos de los puntos que deberán resolverse.
De igual forma, todavía no es claro el nivel de aceptación que la idea tendría entre los ciudadanos.
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Por ejemplo, el pasado miércoles 20 de enero, el canal regional Teleantioquia publicó un sondeo en el que, de 3.667 personas encuestadas, el 51,8 por ciento se manifestó en contra de cerrar el aeropuerto y un 48,2 por ciento a favor.
Aunque, de concretarse, el proyecto podría convertirse en una de las intervenciones urbanas más ambiciosas de Medellín durante los próximos años, todavía no es claro cuál sería el camino para aterrizar la idea.
“El debate es interesante y amplio, y es necesario escuchar todas las opiniones. Sin embargo, hay algo claro: el debate hay que darlo ya. Los tiempos del urbanismo son muy largos y hay que tomar decisiones pronto”, propuso el concejal Carvalho Mejía.
JACOBO BETANCUR PELÁEZ
Para EL TIEMPO
MEDELLÍN