A sus 13 años, mientras jugaba fútbol en la cancha del barrio con sus amiguitos, Joaquín Calle no se imaginaba que factores naturales, sociales y técnicos se conjugarían y lo harían partícipe de una de las mayores tragedias que han ocurrido en la capital antioqueña.
Hoy, 30 años después, recuerda con un dolor casi intacto el momento en el que en cuestión de segundos casi 20.000 metros cúbicos de tierra cubrieron todo los que encontraron a su paso, incluida la vivienda en la que creció, en el barrio Villatina, en la zona centroriental de la ciudad. Allí, perdió a seis familiares: sus padres, tres hermanos y un sobrino.
El deslizamiento, que ocurrió el domingo 27 de septiembre de 1987, a las 2:40 p. m., dejó unas 500 personas fallecidas, 1.700 damnificados y 100 viviendas destruidas. Un día que se quedó grabado en la memoria de Calle y otras decenas de víctimas.
Calle reclamó, además, que el templete que se construyó en el lugar hoy esté en una especie de abandono, como un sitio que pasó de un monumento a la memoria de las víctimas a sitio para consumir drogas. Por eso, desde la corporación Campo Santo, que lidera Calle con otras 11 personas, buscan mantener en pie este espacio de conmemoración.
“Con la corporación también estamos recuperando la memoria histórica y ejecutando proyectos para el medioambiente, con estrategias como manejo de residuos sólidos y orgánicos, huertas agroecológicas, mantenimiento de zonas verdes”, indicó Calle.
Según Juan Pablo Osorio, profesor de Ingeniería Civil de la Universidad de Antioquia, el deslizamiento de Villatina fue producto de cuatro factores principales: geológicos, topográficos, meteorológicos y antrópicos.
El primero da cuenta de terrenos con tradición histórica de deslizamientos. El segundo hace referencia a que en el lugar había pendientes con alturas superiores al 45 por ciento. El tercero, a que septiembre de 1987 fue el octavo mes más lluvioso, desde 1908. El último tiene que ver con aspectos sociales, pues el barrio empezó como un asentamiento 40 años atrás de la tragedia y fue creciendo de manera informal, con deforestación constante y sin controles reales.
Además, dijo el experto, en aquel entonces, la administración municipal construyó una zanja para llevarles agua a los habitantes, pero no se hizo con las medidas técnicas adecuadas, por lo cual se taponó el tubo y se empezó a filtrar el líquido, un factor adicional para el derrumbe.
Hoy septiembre 27 pero hace 30 años fue la tragedia del barrio villatina, recuerdo el sonido de una explosión y el montón de ambulancias.
— Giovanni Larrahondo (@giovalarra80) 27 de septiembre de 2017
30 años después, el panorama en la ciudad ha mejorado, agregó Osorio. “En Medellín, como en otras ciudades, se mantienen los asentamientos informales, por la realidad social que vive Colombia, pero ha habido grandes avances en estos 30 años. En esa época no había sistemas de gestión de riesgo, hoy en día hacen una gran labor en prevención, mitigación y atención de desastres”, sostuvo el profesor.
Asimismo, puntualizó que una de las medidas que deben implementarse para evitar este tipo de tragedias es garantizar construcciones con todas las condiciones técnicas requeridas y con una gran cuota de ética de parte de quienes las diseñan y ejecutan.
MEDELLÍN
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