Cuatro soldados toman de las puntas el poncho camuflado para trasladar entre todos su contenido a un sitio más seguro, donde no sufra ataques que puedan acabar con su vida de manera prematura.
La escena recordaba a los combatientes de otras épocas cargando a sus heridos o, incluso, los muertos de algún bando del conflicto armado colombiano en mortajas que luego hacían el pan diario de los noticieros. Pero esta vez, la carga que los hombres en camuflado llevaban en era un frailejón.
Una de las misiones que hoy tienen los 30 militares asignados a la base de El Gualí, en el Parque Nacional Natural de los Nevados, es contribuir a la protección de esta delicada planta del páramo. Para eso, trasladan algunas de entornos peligrosos a zonas más seguras para su desarrollo.
Los quitan, por ejemplo, de las orillas de las carreteras en donde los turistas y la contaminación de los vehículos los pueden dañar y los siembran de nuevo en lugares donde se necesita regenerar la población. En una sola jornada de trabajo –hacen tres o cuatro cada semana– mueven entre 25 y 30 ejemplares.
El programa es iniciativa de la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec), en convenio con la Fundación Ecológica Cafetera, que administra las 6.400 hectáreas de conservación que son propiedad de la empresa y los proyectos para impactar 2.750 más este año. Entre estas últimas, están estos predios públicos.
El sector de El Gualí está en la cuenca alta del río Chinchiná, la más importante del departamento y que abastece de agua a la mitad de su población, unos 500.000 habitantes concentrados entre Manizales, la capital, y su vecino Villamaría. Además, a partir de los caudales que de allí descienden también se genera energía eléctrica.
Es por eso que 11 técnicos del equipo de trabajo socioambiental del área de generación de la Chec lideran la ingeniería detrás del proceso, junto con 15 más de la fundación. El Ejército pone la mano de obra.
“Ellos siempre han tenido un punto en el cerro El Gualí y continuamente hacemos campañas de educación ambiental con los contingentes que llegan, que incluyen labores de recuperación como esta”, explica el coordinador del grupo de la Chec, el ingeniero ambiental Carlos Franco.
Sin embargo, este proyecto en particular es nuevo y “hasta ahora se va a poner en firme, mediante un documento”, señala el coronel Juan Carlos Chaparro, comandante del Batallón Ayacucho, que tiene a su cargo la base de El Gualí.
Franco agrega que la iniciativa se hace en consonancia con una alianza de 23 instituciones llamada ‘Pacto por la Cuenca del Río Chinchiná’ y que trabaja hace cinco años para buscar su recuperación.
Los frailejones son fundamentales para la vida allí y en los municipios alrededor. Hoy, su protección está a cargo, en parte, de las Fuerzas Militares. “Ahora trabajamos más con la comunidad. Somos un Ejército multifuncional”, dice Chaparro.
"Ahora", porque hace 10 años tenían que defender a Caldas de unos grupos armados ilegales que ya no hacen presencia allí. Son otros tiempos, otras misiones y otras escenas.
MANIZALES