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Cali

Los argumentos de los Misak para tumbar la estatua de Belalcázar

La estatua estaba ubicada en un cerro sagrado para los indígenas.

La estatua estaba ubicada en un cerro sagrado para los indígenas.

Foto:Archivo particular

Historiadoras nativas del Cauca explicaron la importancia que tiene el Morro de Tulcán.

Fernando Umaña
El Morro de Tulcán fue un cementerio construido en la época precolombina, aproximadamente entre los años 500 y 1600 D.C. Era un templo sagrado donde se adoraba a los dioses, el sol, la luna, las estrellas y la lluvia.
Los indios Pubenenses fueron los encargados de construirlo. Levantaron la estructura a punta de adobes de tierra pisada con el único fin de que se pudiera divisar desde cualquier punto.
La historiadora Zamira Díaz López explica que la estatua de Sebastián de Belalcázar fue ubicada en esa zona a finales de la década de 1930 por las élites de la época, que ordenaron ubicarla en ese sitio por ser un punto estratégico, ya que al quedar en un lugar tan alto la podían ver todos desde cualquier lugar de la ciudad.
“Tumbar y exponer esa estatua ahí, es una forma de manifestar algunos aspectos de la historia de Popayán, para crear una memoria en torno a lo que significó la Conquista y la fundación de esta ciudad y su trasegar histórico de más de cuatro siglos y medio”, dijo Díaz.
Según registros históricos, en ese lugar originalmente se iba a ubicar la estatua del Cacique Pubén y la de Sebastián de Belalcázar iba a ser ubicada en la plazoleta de San Francisco. Sin embargo, en la cima del Morro fue ubicada la imagen del conquistador español y el monumento del cacique desapareció.
“Los indígenas que participaron en el acto del derrumbe de la estatua expresaron que es una manera de hacerle un juicio, y de hecho emitieron un tiempo después de la acción, una comunicación llamada ‘Juicio a Sebastián de Belalcázar’ y sacan a relucir los abusos, las masacres, muertes de indígenas, robos de sus tierras, persecuciones, etc. Una serie de delitos que señalan que cometió Belalcázar y que están en fuentes históricas”, dijo Díaz, quien es licenciada y magister en Historia y profesora de la Universidad de Cauca.
La historiadora agregó que el acto se produce en medio de una convulsión social que vive el país por las masacres, amenazas y demás acciones violentas.

El motivo principal es una forma de protesta actual contra los hechos que se han venido presentando en diferentes lugares contra comunidades indígenas

"El motivo principal es una forma de protesta actual contra los hechos que se han venido presentando en diferentes lugares contra comunidades indígenas, con la muerte de líderes y que se han acentuado en los últimos tiempos”, agregó.
Edgar Alberto Velasco Tumiña, vocero del movimiento Autoridades Indígenas del Suroccidente Colombiano (Aiso), explicó que los pueblos indígenas del Cauca han sido los más afectados a causa de la violencia histórica del país, y el monumento representaba la barbarie que ha existido en sus tierras.
“Se tomó esa decisión porque somos un pueblo que históricamente hemos luchado por la política de la no violencia y esa estatua es el símbolo de las masacres y despojo de tierras que se llevó a cabo en la época de la colonia, por eso hemos decidido derribar a Sebastián de Belalcázar, porque no podemos aceptar que se siga teniendo en el morro de Tulcán, un sitio sagrado para el pueblo Misak, a un genocida", agregó el líder indígena.
El líder nativo afirma que sus delitos se encuentran documentados en "crónicas, relatos historiográficos, reconstrucciones, expedientes de archivo muerto y archivo clasificado del archivo central del Cauca", entre otras fuentes como por ejemplo en el libro ‘Los cacicazgos de Popayán a la llegada de los españoles’, que se puede encontrar en el Banco de la República, donde se explica que el Morro de Tulcán era originalmente un cementerio sagrado de los pubenences.
“Encima de ese cementerio sagrado, después de asesinarnos y quitarnos las tierras, se pone el monumento de uno de sus autores. Es como si llegaran a tu casa, asesinaran a toda tu familia y luego de asesinarlos, el asesino coloca su estatua en tu casa como un gran líder”.
La exigencia de las comunidades es que no se restablezca la estatua del conquistador y esclavista y que en su lugar, se ponga el monumento de alguien que “redignifique”, la identidad de sus pueblos.
“Aquí en el Cauca han existido los caciques Payán, Petecuy, Calambás, la cacica Yasgüen, caciques asesinados en manos de Juan de Ampudia, Pedro de Añazco y Sebastián de Belalcázar. Nuestra exigencia es que estos caciques sean reconocidos en ese lugar y también exigimos que se reconozca la diversidad cultural que existe en el departamento. Nuestra propuesta es hacer un diálogo con los diferentes sectores sociales, como son las comunidades afro y campesina que han sido violentadas históricamente, con los académicos, pero no solamente en el Cauca, sino en Colombia, para que el Gobierno quite todas esas estatuas de todos esos que tanto daño nos hicieron”.

El rechazo del Alcalde 

El alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón, se pronunció frente a lo ocurrido, repudiando la acción e indicó que la estatua será restaurada.
"Las discusiones sobre nuestras diferencias culturales pueden darse y siempre hemos estado dispuestos a generar este tipo de espacios, no podemos justificar que la violencia se convierta en un instrumento para expresar nuestros desacuerdos”, puntualizó el Alcalde.
La ministra de Cultura, Carmen Inés Vásquez, rechazó el derribo de la estatua y aseguró que su despacho acompañará al alcalde payanés, en la "restauración de este monumento".
La senadora Paloma Valencia señaló que "los monumentos no son insultos, son huellas de nuestra historia. Dañar y destruir los bienes públicos no alivia, ni soluciona. Sólo enfrenta y separa. Construir una Colombia para todos no se logra por el camino de la estigmatización y del odio".
De acuerdo con académicos, aunque el monumento sea puesto de nuevo en su lugar, el “baño de dignidad” que se dieron los indígenas de la etnia Misak, pasará a la historia.
“Seguimos caminando la palabra, por nuestros usos y costumbres, y en Popayán, convocamos los Espíritus, las hijas del Kacique Payán Samanka, Molanka y Machankara, rastros vivos del Kichua, dialecto propio que se habló en estas tierras, restableciendo a la capital del Gran Kauca, donde se come Karantanta que significa piel de pan. Kara: piel; Tanta: Pan, caminando por el barrio la Pamba que en lengua nativa dice valle-plano, una clara evidencia de la Cosmovisión Indígena”, expresó la poeta nativa, Doly Enriquez.
Michel Romoleroux
Para El Tiempo
Popayán
Fernando Umaña
icono el tiempo

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