La jornada de protestas en Cali, en el marco del paro nacional, estuvo marcada ayer por diferentes hechos de violencia y vandalismo contra almacenes, bancos, el sistema de transporte y hasta las cámaras de fotomultas, que fueron rechazados por la ciudadanía y los gremios.
La situación de orden público llegó al punto de que el alcalde Jorgr Iván Ospina debió decretar el toque de queda desde las 3 de la tarde.
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Pero las personas hicieron caso omiso de este e incluso aumentó el pie de fuerza para evitar más desmanes.
El primer hecho ocurrió a las 6 de la mañana, cuando un grupo de indígenas misak llegó hasta el Mirador de Sebastián de Belalcázar y derribó la emblemática estatua del conquistador español, fundador de Cali, al que el líder indígena Édgar Alberto Velasco calificó de “genocida”.
A las 8 de la mañana, cuando cientos de personas, entre estudiantes, sindicalistas y otros gremios sociales comenzaron a marchar pacíficamente, se dieron los primeros ataques al sistema MIO, el principal medio de transporte de esta capital, y se desencadenó una ola de violencia en la que fueron atacados almacenes de cadena, cajeros bancarios, sucursales bancarias, buses incinerados y cámaras de fotomultas.

Alrededor de las 7 a.m. se reportó que indígenas del Cauca tumbaron la estatua de Sebastián de Belalcázar, en Cali.
Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
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Entre los bancos atacados están Bancolombia, Davivienda, Banco de Bogotá y Av Villas. Sobre el hecho, este último dijo que “los colaboradores que estaban laborando en la sede, atentando contra su vida y despojándolos de sus objetos personales y celulares”, y rechazó los actos.
Para el psiquiatra Gerardo Campo, lo que pasó ayer se podría explicar por fenómenos que se presentaron en los años 80 y 90 en la ciudad, como el proceso de migración descontrolada hacia la ciudad, la violencia y el narcotráfico.
“¿Hasta dónde lo que estamos viendo es cómo esos fenómenos impactaron las características del caleño raizal y lograron que se escondieran modelos de convivencia, de solidaridad en la cuadra, en el barrio, de conocerse entre todos, de vivir más en el grupo social, que fue cambiado por recelo, sospecha, generalmente justificada?”, se preguntó Campo.
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Cali, de acuerdo con la explicación del psiquiatra, sufrió un cambio de valores y ahora imperan antivalores. “El civismo de los años 70, la amabilidad, la cultura ciudadana de Cali se perdieron y hay que recuperarlos si no queremos otros 30 años de la actual situación”, resumió el analista.
A su vez, el politólogo Diego Arias destacó que una inmensa mayoría de los sectores que se iban a movilizar socialmente en oposición a la reforma tributaria, lo hicieron de forma organizada y pacífica. Sin embargo, señaló que está fuera del control de los organizadores el hecho de que se infiltren vándalos. Arias recalcó que aunque el derribamiento de la estatua de Sebastián de Belalcázar expresa una indignación, un dolor, una deuda pendiente de la memoria histórica de las comunidades indígenas frente a lo que fue la conquista y la colonia, no está de acuerdo con que se acuda a las vías de hecho.

Una de las fotomultas derribadas en Cali.
Juan Pablo Rueda
“Hay muchas otras opciones en el terreno de lo simbólico, del significado con lo cual se puede expresar ese rechazo, sin necesidad de acudir a un hecho de fuerza”.
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Para el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, lo que ayer se vivió fue una operación avispa del vandalismo que obró en forma criminal contra la ciudad. Sin embargo, el gobernante propuso que la sociedad colombiana construya un acuerdo alrededor de una reforma tributaria y el alivio a las crisis de la pandemia.
“Lo que tenemos es una especie de alarido social, de manifestación y consecuencia que debe ser resuelto. Le propongo a la sociedad colombiana que hagamos de esto el motivo de un gran acuerdo, en una sociedad a la que le es difícil construir grandes acuerdos, salidas a nuestras finanzas públicas y a un tema pandémico que no ha sido resuelto”, dijo Ospina.
Quienes se manifestaron de manera pacífica, así como otros sectores de la ciudad rechazaron los actos de vandalismo.
“El sector privado respeta la protesta social realizada en forma pacífica y ordenada en el marco de la ley y la Constitución. En este contexto, rechazamos los desórdenes, actos vandálicos y los daños al patrimonio público y privado que vulneran los derechos de los demás y además destruyen la armonía y convivencia pacífica”, dijeron en un comunicado el Comité Intergremial Empresarial del Valle, Propacífico, Unidad de Acción Vallecaucana, Cali Valle Bureau e Invest Pacific.
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Asimismo, hicieron un llamado para “buscar siempre el diálogo como mecanismo de construcción colectiva y de desarrollo de país. Este tipo de acciones vandálicas generan más polarización y violencia, y sobre todo ponen en riesgo la salud e integridad de las
personas”.
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