De los 360 días del año, el aeropuerto Antonio Nariño de Pasto permanece cerrado 70, por las condiciones climatológicas.
A este terminal lo comparan con una mesa de billar porque a lado y lado hay abismos y en uno de sus extremos, al fondo, está el volcán Galeras.
Desde enero del 2015 se trabaja en su ampliación. Pero hay inquietudes.
“Reconocemos los esfuerzos por mejorar la capacidad de los aeropuertos, pero la tarea quedará incompleta si a la par de las obras civiles no se aplican soluciones tecnológicas que contribuyan a contrarrestar los factores meteorológicos que le restan capacidad operativa y competitiva”, dijo el presidente de la Cámara de Comercio de Pasto, Arturo Fidel Díaz, al referirse no solo al Antonio Nariño sino también al aeropuerto de Ipiales.
El nuevo aeropuerto Antonio Nariño, de Pasto, estará terminado en diciembre. Las obras cuestan 23.213 millones de pesos.
Foto:
Archivo particular
Vamos a liderar una gestión que nos permita tener, de aquí a octubre, asegurada las inversiones que hacen falta
El capitán Alonso Obando, consultor independiente y con 25 años de experiencia como piloto, dijo que si solo se invirtiera en mejorar la pista, la tarea se habría cumplido a medias y los problemas de conectividad aérea continuarían.
Dijo que era fundamental implementar ayudas de aeronavegación para un mayor acercamiento de los aviones a la pista, de modo que los pilotos puedan mejorar su visibilidad ante una dificultad meteorológica.
Planteó además, instalar iluminación por el eje de pista para operar de noche. En el caso del San Luis de Ipiales advirtió que el largo de la pista solo alcanzará los 2.500 metros, cuando lo ideal es que quedara con 3.000.
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