El colombiano que se coronó campeón en el Red Bull Free Style de fútbol hace siete años, haciendo acrobacias con un balón que deslizaba con destreza por todo su cuerpo y siempre manteniéndolo en el aire, pasó inadvertido en los últimos meses ante la mirada de transeúntes y conductores de uno de los semáforos en Buenaventura.
Nadie se imaginaba que en un semáforo del barrio La Victoria del puerto marítimo, ese joven sin camisa, de espesa barba y tiznado por los avatares de la calle, llegó a representar al país en Suráfrica, donde logró el tercer puesto en el podio de los vencedores.
Nadie se imaginaba que ese joven sin camisa, de barba y tiznado por los avatares de la calle, llegó a representar al país en Suráfrica, donde logró el tercer puesto en el podio de los vencedores.
Él es Cristian Mayorga, quien empezó a disputarse un nuevo desafío: ganarle la partida a la droga y tiene una gran fanaticada, no solo su familia con su mamá, Marta Hoyos, a la cabeza, sino quienes conocieron su historia para empezar, primero a convencerlo de dejar la ciudad de los bonaverenses, donde permaneció por seis meses en los semáforos. La idea era llevarlo a una institución en la capital vallecaucana, donde se está rehabilitando.

Así se ve hoy Cristian Mayorga.
Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO
Esa entidad de samaritanos en Cali se llama Fundación Propósito Integral para la Sociedad (PIPS), en el sur de la ciudad, donde su director, Freddy Pérez, y su gestor, el abogado Wilson Suaza, fueron contactados por el odontólogo Rodrigo Castro, que vive en Buenaventura y reconoció en Cristian a ese deportista que requiere una mano amiga.
Es así que Freddy y Wilson emprendieron a mediados de este año, el viaje a Buenaventura, a ese semáforo donde Cristian movía la pelota y dejaba descrestados a más de un conductor y peatón.
“Hoy, con la ayuda de Dios, nos dirigimos a Buenaventura donde hay un ángel de una sola ala que necesita de nosotros”, comentó Freddy, cuando buscaban la calle donde estaba el campeón.
“Cristian, dése una oportunidad”, le dijo Freddy, en su encuentro, mientras el joven dudaba en acompañarlos hasta que se decidió a empezar su transformación y se subió a la camioneta.
En este proceso de rescate de las drogas, doña Marta figura un papel importante, como lo dijo el director de PISP, quien hace 11 años tuvo un encuentro con Dios, como lo destacó, para dejar su ansiedad por las drogas y empezar un camino de ayuda a sus semejantes.
Doña Marta cuenta que el problema de Cristian lo detectó en el 2013. En ese entonces, él estaba en Bucaramanga. “Me entero y voy a recuperarlo a las calles. En ese instante fue devastador (se le quebró la voz). “Ningún papá o mamá tiene un manual debajo del brazo para afrontar esa problemática. Procuré hacer lo mejor que pude”.
Ningún papá o mamá tiene un manual debajo del brazo para afrontar esa problemática. Procuré hacer lo mejor que pude.
Añadió que su hijo “era un chico con muchos sueños, con muchas ilusiones de viajar, soñaba con hacerse conocer en ese deporte freestyle soccer con un balón de fútbol”.
En el 2012, Cristian fue, inclusive, jurado en Cali del torneo ‘Street style’, organizado por Red Bull como clasificatorio para el mundial que, en ese año, se realizó en Italia.
“Cristian era feliz y a los 9 años empezó a practicar esta disciplina hasta volverse todo un maestro que lo llevó a Suráfrica en ese 2010”, dijo la madre. Allí, ocupó el tercer puesto. En ese entonces, Cristian no tenía barba y su cuerpo solo brincaba de atrás hacia adelante o viceversa sin dejar caer la pelota.
Sobre qué pudo haber pasado para caer en las drogas, doña Marta dijo que, posiblemente, la separación de su padre afectó a Cristian y se desmoronó.
Freddy Pérez sostuvo que cuando se llega a la drogadicción y no hay quién extienda una ayuda, los hospitales, la cárcel o la muerte espiritual y física son los caminos que quedan.
“Fuimos por él para empezar un proyecto de vida”, anotó Wilson. Freddy y él explicaron que en la fundación esa rehabilitación está avanzando y que durará más de tres meses. Los primeros 40 días estará interno; otros 40 serán para hospitalización; y luego habrá un proceso de nueve meses de seguimiento, siempre con la familia. “Somos una fundación no tradicional. En Cali hay muchas que se dedican al tema de la desintoxicación, pero nosotros vamos más allá y trabajamos con la familia”, reiteró Freddy.Ahora, sigue este camino de ‘meterles un gol’ a los alucinógenos. Cristian está en proceso, pero se ve más emocionado y sin dejar de amar el balón que ha sido su fuente de sustento en la calle.

Freddy, director de la Fundación PIPS, afirma que se volvió un amigo más de Cristian y se ganó su confianza. La evolución física y mental de Mayorga han sido muy satisfactorias.
Juan Pablo Rueda Bustamante / EL TIEMPO
El joven se ve de mejor semblante sin estar tiznado por la misma calle y, como lo confesaron amigos y allegados, en este combate contra la droga está poniendo su mente en orden con la misma disciplina que adquirió en su juventud para manejar el balón sobre su cabeza y sus hombros, pateándolo y mirando hacia el cielo, como lo hace ahora. Primero para no dejar caer la pelota y también para fijar sus ojos en un futuro de esperanza que, aunque no es un camino fácil porque la adicción trae toda una serie de obstáculos, lo mantiene dispuesto a seguir hacia adelante. A seguir dándole cabezazos y puntapiés al balón.
CALI