Era un viaje de un poco más de dos horas, por el mar, lo que separaba desde las Bahamas a los hermanos Juan Esteban y María Camila Montoya Caicedo del sueño de reencontrar a su mamá, radicada en Houston, en Estados Unidos.
Ellos estaban entre los más de 40 viajeros, sin salvavidas, que esperaban llegar al país norteamericano, pero esa travesía les dio un vuelco completo a sus vidas.
Pensaban que el trayecto no les tomaría más de hora y media desde Bimini, en Las Bahamas, según les habían dicho algunos moradores de las islas a donde llegaron de paseo, pero el barco pesquero quedó atrapado entre gigantescas olas y una tormenta.
Pero quienes conocen estos viajes y navegan saben que cubrir un trayecto de estos dura mucho más, pues desde Bimini, una cadena islas en Bahamas, hay unos 88 kilómetros (55 millas) al este de Miami.
Toda esta pesadilla empezó la semana pasada, cuando los hermanos nacidos en Guacarí, inseparables desde niños, decidieron salir de viaje desde esta población en el centro del Valle del Cauca que no supera los 50.000 habitantes. Se fueron a Las Bahamas a descansar. Eso les dijeron a algunos allegados y a sus familiares.
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Sin embargo, estando en estas islas del Caribe quisieron embarcarse el sábado para alcanzar las tierras del Tío Sam, arriesgándose a las posibles inclemencias del clima y del mar, y a ser detenidos en tierra firme porque no estarían documentados.
Nos necesitamos para apoyarnos, para poder superar la pérdida de nuestra pequeña; les pido que por favor no me lo deporten
Al parecer, habían asumido que el viaje iba a ser sencillo y así lo hicieron saber a algunos amigos. Por eso tomaron la decisión de alargar lo que era un paseo para visitar a Marcia Giraldo, la mamá de ellos, a quien no veían desde que eran pequeños.
Pero familiares, como Hugo Viveros y el abuelo Danilo Caicedo, afirman desde Guacarí que no saben cómo ambos hermanos terminaron en el barco pesquero que naufragó ni cómo había sido el contacto con sus tripulantes para llevarlos.
Sin embargo, cuando el barco estaba a unas 20 millas náuticas de la costa estadounidense, el mar empezó a agitarse. Juan Esteban, de 22 años, y su hermana, de 18, empezaron a asustarse por olas que superaron los tres metros de altura. Al tiempo que el mar rugía, los vientos de 10 a 20 nudos estremecieron de un lado a otro el navío.
Los pasajeros y estos vallecaucanos entraron en pánico por la tormenta que los envolvió. Muchos de ellos no tenían chalecos salvavidas.
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El pánico se apoderó de todos los ocupantes del barco. Juan Esteban luchaba con sus fuerzas para aferrarse a su hermana, su mejor amiga y su aliada desde la infancia.
Pero debido a esas olas embravecidas y a los vientos que se ensañaron contra el barco, los hermanos no pudieron seguir juntos. La desesperación y los gritos aumentaron hasta que se perdieron de vista entre sí y luego la motonave se volcó. Los gritos y la angustia aumentaron de quienes estaban ya en el agua. Juan Esteban buscaba seguir aferrado a algo firme y por eso buscó encaramarse en el barco zozobrado.
Horas después todo fue soledad y desesperación para el vallecaucano hasta transcurrir cuatro días. Durante ese lapso estuvo pegado a la parte de lo que habría sido la proa que se mantenía a flote y seguía hundiéndose, desde ese sábado de la tragedia hasta que fue encontrado el martes por un barco comercial que avisó a las autoridades estadounidenses. El barco se hundió en la mitad del trayecto, entre Miami y Cabo Cañaveral.
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Este colombiano sintió que no tenía más fuerzas, que moriría ahogado o que desaparecería como su hermana menor y los demás náufragos; que no volvería a ver a su mamá por quien había luchado para llegar a Estados Unidos ni a su familia que quedaba preocupada en Guacarí. De día, el sol lo doblegaba en esas horas solitarias y también el frío que empeoraba en las noches.
Juan Esteban le contó todo esto a su madre, Marcia Giraldo, con quien pudo comunicarse desde el hospital en Estados Unidos donde fue remitido para decirle que su hermana del alma desapareció. Mientras tanto, las autoridades de ese país continúan revisando su situación migratoria.
A él le gusta mucho la parte social, acá en Guacarí tiene muchos amigos, es muy buena gente. Por favor, todos ayudemos a mi papito. Es un joven bueno
La madre sigue elevando el clamor a medios de comunicación en Estados Unidos. Pide que su hijo pueda quedarse con ella para que ese viaje de Juan Esteban y de la hija que desapareció no quede en vano. “Nos necesitamos para apoyarnos, para poder superar la pérdida de nuestra pequeña; les pido que por favor no me lo deporten”, suplicó la madre a través de la cadena Telemundo.
En esta zona donde ocurrió el naufragio, la fuerza de defensa informó que el viernes pasado rescató a 31 migrantes que iban en otra embarcación sobrecargada que también náufrago. Esos también habían zarpado desde Bimini.
Juan Esteban y María Camila se adoraban al punto de que estudiaban en la misma universidad: la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto), en Buga, a menos de media hora de Guacarí.
María Camila había comenzado estudios en Comercio Internacional, y Juan Esteban, en Administración de Empresas. Pero este joven, amante del ejercicio, de montar bicicleta y del gimnasio como su hermana, había cursado antes la tecnología en Ciencias Agropecuarias. Ayudaba a su abuelo en tareas relacionadas con este campo y, además, trabaja en un ingenio azucarero, también en el Valle del Cauca.
“Juan Esteban y María Camila son mis nietos queridos. Juan Esteban siempre ha sido muy emprendedor e inteligente. Es agricultor como yo. Sembramos maíz”, dice el abuelo Danilo. “A él le gusta mucho la parte social, acá en Guacarí tiene muchos amigos, es muy buena gente. Por favor, todos ayudemos a mi papito. Es un joven bueno”.
“Era muy común que toda la familia compartiera casi a diario al frente del estadio de Guacarí. Casi todos llegaban, incluidos Juan Esteban y María Camila, con quienes conversábamos, recochábamos y contábamos muchas historias”, recuerda Hugo Viveros, cuya hija es prima de los Montoya Caicedo.
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Ambos jóvenes vivían con los abuelos, debido a que el padre de estos hermanos está en Buga y su mamá, en Estados Unidos, buscando un mejor porvenir.
“Era bastante unido con su hermanita y apegados ambos a la mamá, pese a estar muy lejos”, cuenta Viveros, quien es uno de los administradores de un portal de variedades y entretenimiento de Guacarí. Él asegura que las informaciones sobre esta tragedia son muy dispersas y poco claras. Sostiene que lo único que la familia tiene certeza es que Juan Esteban está privado de la libertad y ya habría un abogado. Por eso piden que lo dejen libre.
“Tengo entendido que iban en un tour y de paseo por allá (Estados Unidos), pero dicen que fueron secuestrados y terminaron en esa embarcación que naufragó, pero a ciencia cierta, nadie sabe nada, solo se escuchan muchas versiones. Lo único que sé es que él (Juan Esteban) es el único sobreviviente y solo han encontrado cuatro cuerpos. Por eso tenemos fe de que encuentren a María Camila con vida”, comenta Viveros.
“Solo pedimos desde Guacarí para que este clamor sea escuchado en Estados Unidos que tengan humanidad, porque Juan Esteban está recibiendo un trato inhumano y no se merece eso, pues es un muchacho trabajado y muy sano”, dicen en esta familia conocida en Guacarí como una de las más grandes y queridas. Por eso la noticia de la tragedia se esparció rápido en este pequeño poblado, vestido de luto y donde se siguen encendiendo velas para que Juan Esteban no siga detenido y vuelva con los suyos.
CAROLINA BOHÓRQUEZ Y JOSÉ ANTONIO MINOTA
CORRESPONSALES DE EL TIEMPO
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