Fueron más de 1.500 pares de piernas y pies moviéndose sobre el pavimento, durante la celebración del desfile del Salsódromo, que tuvo lugar este domingo en la edición 59 de la Feria de Cali.
El Salsódromo, que contó con la participación de bailarines de una veintena de escuelas de salsa de la ciudad, demostró por qué la capital del Valle del Cauca es la capital mundial de la salsa. Además, puso en evidencia por qué es el evento más exitoso de la Feria, la fiesta más grande de los caleños.
Uno de esos bailarines, y que encabezó el jolgorio a lo largo de dos kilómetros por la autopista Sur, fue el caleño Camilo Zamora, quien lleva cuatro años consecutivos siendo el abanderado del evento, que abrió los cinco días de feria.
Camilo, cuyos 1,96 metros de estatura no pasaron inadvertidos, salió a la autopista forrado en un traje pegado al cuerpo con 28.000 cristales, 18.000 de la marca austriaca Swarovski y otros 11.000 checos. En su cara brillaron 250 de estas piedras, formando un antifaz. Muchos de los espectadores se preguntaron cómo las puso sobre su piel para que no se cayeran mientras se movía de manera electrizante.
Con el peso adicional de la base de una estructura en aluminio con la forma del símbolo de la paz de aquellos años 60 –el círculo con tres líneas como una huella de ave–, Camilo Zamora cargó 40 kilos en su vestuario brillante, como su amplia sonrisa blanca, en contraste con su piel de ébano. Llevó ese peso, siempre sonriente, a lo largo de los dos kilómetros de alegría desbordante a lado y lado de la autopista.
En el vestuario, no solo el de Camilo, sino en el de los bailarines del Salsódromo, el blanco predominó. Es que este año, el desfile fue organizado por la Corporación de Eventos, Ferias y Espectáculos de Cali (Corfecali) como un homenaje a la paz que anhelan los colombianos.
En este sentido, la temática del desfile, el primero de toda la feria, tuvo como lema ‘Al con-paz del barrio’, una iniciativa para resaltar que, a través del baile y del trabajo de más de un centenar de escuelas de salsa, se contribuye a la paz. Muchas de estas escuelas se concentran en barrios modestos, donde pueden más las ganas y el talento que las mismas necesidades económicas.
“El barrio es el lugar donde aprendemos solidaridad, reconciliación, unión, esperanza, todos estos valores que van unidos a la paz”, reiteró Luz Adriana Latorre, gerente de Corfecali.
El recorrido de este año aumentó 500 metros, pues el año pasado cubrió solo 1,5 kilómetros. “El evento ha evolucionado muchísimo, ha crecido en longitud, en número de artistas, en toda la parafernalia que acompaña las carrozas”, anotó Latorre.
Luis Alberto Sevillano, director artístico del Salsódromo, dijo: “Esta fue una muestra de que la salsa se convierte en el principal motor de una apuesta cultural en la ciudad”.
El desfile tuvo en la primera carroza a Clandeskina, una orquesta caleña de origen barrial, con su éxito ‘Hombre decente’. Luego, las ovaciones se hicieron escuchar con efusivos aplausos cuando Yuri Buenaventura empezó a ponerle ritmo al recorrido con su orquesta, en otra de las carrozas. Más atrás, los siguió la Sonora Ponceña con su director, ‘Papo’ Lucca.
En la mitad del Salsódromo, los asistentes pudieron apreciar el Ballet Tropicana de Cuba. Además, un grupo de 100 niños bailarines se gozó el desfile, cuyo recorrido se extendió por más de tres horas. De esta manera, se vivió toda una noche de euforia, la primera de la feria.
CAROLINA BOHÓRQUEZ
Reportera de EL TIEMPO
CALI
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