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Cali

Los aterradores relatos de lo que vivieron reclusos de la cárcel de Tuluá

Escenas de dolor e incertidumbre por las víctimas en esta tragedia en Tuluá.

Escenas de dolor e incertidumbre por las víctimas en esta tragedia en Tuluá.

Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

Conversaciones de WhatsApp de algunos internos dan cuenta del horror que envolvió el pabellón 8.

Sobre las 10 de la noche del lunes 27 de junio, Alexánder Velásquez recibió una llamada de su cuñado desde la cárcel de mediana seguridad de Tuluá. Le dijo que había sido herido con un puñal.
“Dijo que estaba grave, y de ahí más no supimos hasta el son de hoy (el pasado martes) que yo me vine madrugado para acá”, señala Velásquez.
Según el testimonio de Velásquez, quien el miércoles pasado esperaba que le entregaran el cuerpo de su cuñado en la sede de Medicina Legal en Cali, la riña en el pabellón 8 que habría originado el fatal incendio que dejó 52 muertos y 22 heridos comenzó desde la noche del lunes y todo parece indicar, según denuncias de los sobrevivientes, que hubo negligencia por parte de los guardianes del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).
Varios familiares de los recursos de este penal indicaron que los guardianes del Inpec no atendieron debidamente la emergencia porque solo había cuatro de ellos en la cárcel, mientras que “los otros estaban en las ferias de Tuluá y llegaron a las 2 de la mañana”.
Así lo expresa Juan Carlos Llano, padre de Esteban, de 21 años, que murió asfixiado por el humo del incendio.
Según el afligido padre, su hijo contaba con un celular al interior de la cárcel, pero en cuanto se enteró de lo ocurrido intentó llamarlo y quien contestó fue otro preso.

“El muchacho me contó que había muertos apilados, que todos estaban ayudando a moverlos, que era un infierno”.

“El muchacho me contó que había muertos apilados, que todos estaban ayudando a moverlos, que era un infierno. Yo no entendía nada, aún hoy no lo entiendo, este muchacho, que no sé quién es, me contesta y me dice que los guardianes no estaban, que los dejaron matándose ahí”, explica Juan Carlos.
Según la conversación telefónica que Juan Carlos tuvo con el joven que le contestó, los reos remojaron sus camisetas con el agua de los sanitarios para poder refrescar su rostro, que pedían auxilio y los guardias no querías darles salida.
“Yo no entiendo nada, ese muchacho me contó que los dejaron encerrados porque no querían que se fugaran, ¿cómo se iban a saltar un muro de 20 metros? ¿Por qué no los dejaron salir al patio para que sobrevivieran?”, cuestiona Juan Carlos.
Los hechos ocurrieron en el pabellón 8, donde se encontraban 160 prisioneros, varios de los cuales todavía no recibían una condena.
La cárcel de Tuluá tiene una capacidad para 1.078 presos y aloja en la actualidad una población de 1.270, es decir, tiene un porcentaje de hacinamiento del 17,8 por ciento.
De acuerdo con la información entregada por el director del Inpec, general Tito Castellanos, la conflagración se originó cuando algunos reclusos quemaron colchonetas e intentaron amotinarse tras protagonizar una riña, solo pudo ser sofocado por los bomberos dos horas después.
Incidentes durante espera de familiares en la cárcel de Tuluá

Incidentes durante espera de familiares en la cárcel de Tuluá

Foto:Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO

El horror en mensajes de WhatsApp

Él no dio la orden a la guardia que inmediatamente sacaran los del problema q desde las 10 pm estaban alterados. El que murió en la reja se quería salir.

Luego de controlar las llamas, en las instalaciones de un vetusto edificio construido en 1972 (con 60 años de antigüedad, calificado por el Inpec de primera generación), los bomberos se toparon con una escena dantesca: parte de los cadáveres, varios completamente calcinados, quedaron regados por el lugar, y otros quedaron unos sobre otros. Fueron los que murieron por inhalar los gases.
EL TIEMPO tuvo acceso a varios mensajes de WhatsApp enviados por uno de los internos del pabellón 8.
“Que aya, entre ellos, comenzaron a peliar y los pabelloneros (guardianes del Inpec) se dieron cuenta. Lo reportaron al teniente y ese hp deje que se maten aya. Al rato que la vieron grave, de nuevo le reportaron a ese hp y ahí sí las creyó, pero ya pa’ qué, que hp (sic)”.
El recluso narró que el incendio se inició debido a gases que presuntamente arrojaron los guardianes: “Él no dio la orden a la guardia que inmediatamente sacaran los del problema q desde las 10 pm estaban alterados. El que murió en la reja se quería salir. Y el teniente le dijo q si no había heridos no los podía sacar del patio. Y se formo el problema, hay si se metieron a tirar gas. Y el gas se disipa quemando colchoneta sino q como aya casi no hay ventilación se prendió todo (sic)”.
En otras conversaciones en poder de este medio, un preso afirmó: “El teniente es el responsable de los 52 compañeros fallecidos porque el dragoneante sin la orden de él que era el superior no podía proceder. Unos manes encerrados y solo ordenó que les quemaran pipetas. Esos manes desesperados solo prendieron colchoneta para poder respirar (sic)”.

Sí hubo riña

Las llamas en ese establecimiento penitenciario de mediana seguridad, situada en la carrera 29 con calle 14, en un sector habitacional y con gran actividad comercial en la ciudad más grande del centro del Valle del Cauca, se iniciaron hacia la 1 de la mañana del martes 28 de junio. La riña se habría generado por el control del pabellón 8 del penal.
El lunes pasado se sentía un ambiente tenso en el reclusorio según testimonios. Mientras adentro de la cárcel estaba a punto de desatarse el caos, cientos de personas disfrutaban de la última noche de la edición 65 de la Feria de Tuluá, que se realizó del 23 al 27 de junio pasados, y que tulueños se gozaron de principio a fin porque fue presencial tras tres años de la pandemia del covid-19.
Algo se movía a esas horas dentro del penal cuando cruzaron voces y alguna cuchillada con armas artesanales, hechas hasta con cepillos de dientes. Pasada la medianoche, sonaba más la rumba afuera, mientras que al interior de la prisión ya había un franco enfrentamiento que incluyó, además del uso de armas cortopunzantes hechizas, el lanzamiento de rocas que los presos extrajeron de mesas de concreto que rompieron.
Sin embargo, familiares de internos argumentaron que es ilógico que los mismos presos hayan iniciado el incendio.
Katherine Arroyave, madre de Luis Arroyave, una de las víctimas, continúa preguntándose entre lágrimas por qué no les han explicado a las familias lo que realmente pasó al interior del penal.
“Por qué no nos dicen, qué es lo que ocultan. Cómo es posible que ellos mismos digan que los tenían encerrados y las autoridades digan que no, cómo dejaron que se quemaran allá adentro y no nos quieren dar la cara”, se pregunta Katherine.
Horas después de la tragedia, el director del Inpec reveló que el pabellón 8 de la cárcel “es de primera generación, de hace 50 años, y no tiene sistema contra incendios”.
El jueves pasado, el director del Inpec informó que 350 internos de la cárcel de Tuluá serán trasladados a otros establecimientos penitenciarios del país. El general Tito Castellanos explicó que la decisión se debe a que se debe proceder bajo el principio de la precaución.
María Elvira Suescún , de 50 años, sufrió un desmayo en su vivienda de Bugalagrande durante la mañana del pasado viernes tras pasar tres días sin dormir ni comer bien.
Desconsuelo de las familias en Tuluá.

Desconsuelo de las familias en Tuluá.

Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

Carlos Julio Calero, su hijo, quien el pasado mes cumplió 35 años, la llamó al mediodía del miércoles para contarle cómo estaba. La conversación solo duró 30 segundos.
“Mami, lo mío es leve, no es nada en comparación con lo que pasó. Yo tengo vida”, fueron sus palabras.
Carlos Julio cumplió un año en la cárcel el pasado 2 de junio. Fue trasladado a la cárcel de Pereira, hasta donde María Elvira pudo llevarle algo de ropa el pasado jueves, pues según han contado las familias, muchos fueron sacados de la prisión de Tuluá solo en pantaloneta para el traslado.
La determinación de trasladar a los internos se tomó después de la revisión de las instalaciones por personal del Cuerpo de Bomberos de Tuluá, ingenieros de la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec) y personal la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo.
De otra parte, en la sede del Instituto nacional de medicina legal y ciencias forenses en Cali, hasta el jueves pasado, se habían entregado 26 cuerpos a sus familiares. En ese lugar ya fueron identificados los 51 cadáveres trasladados desde la cárcel de Tuluá.
La Fiscalía General de la Nación investiga las causas del incendio que hoy tiene a 52 familias preguntándose por qué y cómo se dieron estos hechos de los que todavía nadie sabe explicar con exactitud la razón de la muerte de sus seres queridos. 
FERNANDO UMAÑAN MEJÍA
Enviado especial de EL TIEMPO
Tuluá (Valle del Cauca) 

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